Cardenal Maradiaga: «Nunca he visto deprimido al Papa» - Alfa y Omega

Cardenal Maradiaga: «Nunca he visto deprimido al Papa»

Francisco es «un hombre de oración». «Vive en gran sintonía con el Señor» y afronta con «una gran paz» las críticas, como las que este sábado han podido escucharse en un congreso en Roma en el que se han dado cita algunos cardenales y obispos que intentan frenar las reformas. Palabras del coordinador del Consejo de Cardenales (C 9) desde la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, que concluye este domingo en Madrid

Ricardo Benjumea

«Me da tristeza». Así respondía el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga en un encuentro con algunos medios de información religiosa en Madrid, preguntado por el congreso celebrado convocado por cardenales y obispos críticos contra el Papa este sábado en Roma.

Al ya de por sí descriptivo título, Iglesia católica, ¿adónde vas?, se le añadía el aún más explícito subtítulo: «Solo un ciego puede negar que hay una gran confusión en la Iglesia», tomado de una frase del recientemente fallecido cardenal Carlo Caffarra, uno de los firmantes de las famosas «dubbia», en las que cuatro cardenales conminan a Francisco a responder con un sí o un no claro y rotundo a algunas dudas sobre la exhortación Amoris laetitia sobre la familia, amenazando incluso en algún caso con una corrección pública si la respuesta del Pontífice no les parece satisfactoria.

El coordinador del coordinador del Consejo de Cardenales (el llamado C9) y arzobispo de Tegucigalpa eludía pronunciarse sobre si una convocatoria de estas características hubiera sido siquiera imaginable en otros pontificados. «Me parece que el Papa tiene mucha paciencia», se limitó a responder. «A veces dice uno: «Yo a ese colaborador ya lo hubiese mandado a paseo, pero él tiene otra manera [de actuar]»».

El purpurado hondureño calificaba, no obstante, la actitud de estos críticos de «una equivocación muy grande», que «no solo contradice al Papa, sino a los dos Sínodos» dedicados al tema de la familia.

«Estos hermanos están perdiendo su tiempo», añadía el cardenal salesiano, al tiempo que expresaba su «tristeza» por que toda la atención sobre la exhortación Amoris laetitia se focalizara obsesivamente en el capítulo 8 (Acompañar, discernir e integrar la fragilidad) y, más concretamente, en «una nota a pie de página», en referencia a la posibilidad de que, en determinados casos, los divorciados vueltos a casar puedan acceder a los sacramentos. «Basta conocer la historia de la teología» para comprobar que «esto que dice el Papa no es ninguna cosa que se sacó de la manga, sino que está en continuidad con santo Tomás, san Agustín, san Alfonso…». No obstante, «quedarse ahí es perder el tiempo, en lugar de llevar adelante la buena noticia de la Amoris laetitia».

«Del infierno que discutan los que tienen interés en chamuscarse»

Ataques de ese estilo se repiten con cierta frecuencia. El último episodio, las presuntas palabras negando la existencia del infierno dichas por el Papa en un coloquio con su amigo el fundador del diario la Repubblica, Eugenio Scalfari, un no creyente con inquietudes espirituales, con quien Francisco ha mantenido diversos encuentros, en los que el periodista, de 93 años, no toma notas ni utiliza grabadora.

«Muchas veces buscan polémicas», pero «a mí no me interesa tanto el infierno, sino cómo llegar a todas las personas para que encuentren a Jesús como el salvador», decía Maradiaga preguntado por este último revuelo mediático. «Del infierno que discutan los que tienen interés en estar chamuscándose. Mi interés es encontrar a Jesús y vivirlo de cerca».

Pese a todo, el Papa vive todas estas críticas «con una paz que a mí mismo me sorprende», añadía el cardenal. «Es un hombre de oración. Cada mañana se levanta a las 4:30, y después de la ducha y de la barba [afeitarse], se dedica a la oración hasta la Eucaristía de las 7». Y termina cada jornada «con una hora de adoración eucarística, entre el 7 y las 8 noche». «Vive en gran sintonía con el Señor», de donde le viene «una gran paz». Claro que «a veces le sale «el aborigen»». «Todos tenemos nuestro temperamento». Pero en el caso de Francisco, esos raptos de mal genio son «instantáneos». «Nunca le he visto deprimido».

«Se puede criticar al Papa, pero con amor»

En sí mismas, aclaró Maradiaga, no hay nada malo en las críticas. «Esa pregunta ya se la hicieron a Pablo VI, que tuvo que sufrir palos y palos para aplicar el Concilio, frente a una barrera enorme», de quienes aseguraban que las reformas conciliares «eran herejía». El Papa Montini dijo que «sí, se puede criticar a la Iglesia, pero con amor, como un hijo critica a su madre. No con odio ni como a un enemigo. Ese es un criterio que debemos tener siempre en el corazón».

Durante la rueda de prensa en la Semana de Vida Consagrada, junto al director de Publicaciones Claretianas, Fernando Prado

«Una Iglesia que ha cambiado»

En esto también consiste la fidelidad al Evangelio. «No es quedarme encerrado en cuatro muros», pensando que así «voy a ser fiel hasta la muerte». Ese es un gesto estéril y poco evangélico, porque quien actúa de ese modo «no atrae la fidelidad de nadie». Por el contrario, «la fidelidad es dinámica», aclaró el cardenal hondureño. «Es dialogo entre tradición y novedad, dos componentes necesarios, pero que tienen que entrar en dialogo. Si me encierro solo en tradición, será una tradición de naftalina, de urna cerrada. Y si solo me pongo en la novedad, seré una veleta que cambia según el viento que sopla». La fidelidad no se encuentra en un extremo ni en el otro, sino «en el dialogo» entre ambos polos. Significa «un equilibrio inestable, pero ahí esta el mensaje que llama y atrae».

Es dinamismo en los últimos años es lo que ha permitido que empiece a percibirse desde fuera la realidad de «una Iglesia que ha cambiado, que tiene otro tipo de actitudes», y así resulta atractiva a personas –y en concreto a jóvenes– que hasta ahora vivían alejados. Pero «no podemos quedarnos esperando a que vengan a nosotros, tenemos que salir a buscar a esos jóvenes que antes no se animaban a llegar a una Iglesia que consideraban que no daba respuesta» a sus problemas e inquietudes.

Una actitud de apertura –reconoció cuando se le preguntó sobre el tema– que Óscar Rodríguez Maradiaga constata en «en muchas de las diócesis» de España, donde ahora se percibe «otro espíritu, un espíritu que me gusta», con «nuevos horizontes». «Me parece que hay que seguir por ese camino», apostilló.

Una reunión del C9, de la que Óscar Rodríguez Maradiaga es coordinador

«La Amoris laetitia es un pilar de las reformas del Papa»

De particular importancia es, para este cercano colaborador de Francisco, la renovación de la pastoral familiar, asumida hasta ahora con mayor entusiasmo por los laicos que por los consagrados. «Una de mis frustraciones es que veo que muchísima gente ha tomado con gran amor y con gran interés [la exhortación Amoris laetitia], y muchas veces, dentro de la iglesia», el entusiasmo es «mucho menor». Con todo, el coordinador del C9 confía en que el Encuentro Mundial de las Familias de Dublín (del 21 al 26 de agosto) suponga un fuerte impulso para esa renovación. «La Amoris laetitia tiene que entrar por todas partes», dice, animando a los episcopados a asumir una actitud más proactiva.

Esa pastoral familiar –cree Maradiaga– es uno de los pilares de la reforma de la Iglesia, que «no consiste en simplemente en hacer una nueva constitución [apostólica] que sustituya a otra», sino en introducir «una mentalidad diversa», eso que «en [en la conferencia del CELAM de] Aparecía llamábamos una conversión pastoral», partiendo del convencimiento de que «el Espíritu Santo no está de vacaciones ni de siesta permanente», sino que «sigue inspirando la vida de la Iglesia». Es ahí donde entra el célebre «discernimiento», que requiere capacidad de leer los signos de los tiempos con madurez.

No todos los cambios, reconoce, pueden ir a la misma velocidad. Francisco es consciente. Por eso, «en algunos temas, el Papa va más rápido; en otros, se toma más paciencia».

A pesar de ello, «no hay marcha atrás». Hace tiempo, añadió, el Papa le confió: «Le pido al Señor que, cuando me llame, este proceso sea irreversible». «Vamos por ese camino», apostilló el cardenal.

Los nuncios, último escollo de la reforma de la curia

Con respecto a la reforma de la curia romana, tras aclarar que ya hay varias decisiones tomadas y ejecutadas (la unificación de algunos dicasterios, los tribunales y las causas de nulidad, los medios de comunicación vaticanos…), Maradiaga adelantó que el texto final «ya está casi listo». «Pidámosle a Dios que sea este año», aunque todavía «tendrá que volver a los dicasterios y a los expertos» antes de su aprobación definitiva.

El coordinador del C9 desveló además que el Papa y los miembros de la Comisión se comunican permanentemente a través de medios electrónicos, por medio de una tablet. Entre ellos hay una comunicación «extraordinaria», «sencilla» y «ágil», cada vez que es necesario intercambiar pareceres.

Uno de los temas más complejos todavía pendientes de resolver, dijo, es el estatus de los nuncios, con la posibilidad de que su protagonismo hegemónico en temas como el nombramiento de obispos se traslade a las conferencias episcopales. A la pregunta de si sería posible llevar a ver a laicos al frente de nunciaturas, Maradiaga respondió que «ha habido propuestas, no sería imposible».

Beatificación de Óscar Romero en mayo de 2015

«El Papa me ha pedido que continúe»

Mención aparte hizo el coordinador del C9, al ser preguntado sobre uno de sus miembros, el responsable de la Secretaría de vaticana Economía, el cardenal Pell, que se encuentra en Australia, respondiendo a las imputaciones de la justicia de abusos sexuales. La reforma de la economía –dijo– «sigue adelante» y «tiene el personal» necesario.

Sobre las propias acusaciones contra él mismo lanzadas desde algunos medios italianos, sobre un presunto mal uso de fondos procedentes de la Universidad Católica de Honduras, Maradiaga dijo que «esto es una campaña contra el C9, clarísimamente», porque «el C9 no ha sido del gusto de muchísimas personas, especialmente en Italia».

No obstante, el coordinador de la Comisión cree que el asunto está zanjado y que así el Papa lo ha reconocido. «Muchos pensaban: «el Santo Padre va a aceptar la renuncia de un corrupto que cumplió ya 75 años» [el arzobispo de Tegucigalpa ha presentado ya la preceptiva renuncia por motivos de edad], y resulta que el Papa me ha dicho que continúe», así que «ya pierden el tiempo con todas esas porquerías».

«También Romero fue perseguido por los obispos»

Tiempo hubo también para preguntas sobre la próxima canonización de Óscar Romero, el arzobispo de San Salvador, cuya causa desbloqueó en los últimos compases de su pontificado Benedicto XVI, e impulsó definitivamente Francisco.

Maradiaga, sin embargo, se mostró comprensivo con este retraso. «No podemos prescindir de las circunstancias de la historia: eran tiempos de guerra civil espantosa [en El Salvador], con 70.000 muertos], lo cual originó un clima de «polarizaciones y odio».

Cuando Juan Pablo II beatificó en Guatemala a Pedro de San José de Betancur –recordó–, «hubo un rótulo enorme: “Y Romero, ¿cuándo?”. Pero como nos decía san juan Pablo II, un santo debe contribuir a la unidad, y no a la polarización. Y en aquel tiempo todavía había tanta oposición de alguna parte». Mientras que ahora Francisco ha considerado que el tiempo ya está maduro, superadas no pocas incomprensiones. Incluso desde la jerarquía eclesiástica. «En la beatificación de Romero, cuando los obispos salvadoreños se acercaron a saludarlo y a darles las gracias, el Papa les dijo: “También Romero fue perseguido por ustedes”; lo dijo así de claro».

Efectivos de la Guardia Nacional de EE. UU. en la frontera con México

«Construir puentes, no muros»

La canonización será «un signo grandísimo para toda nuestra América Latina», prosiguió Maradiaga. Al cardenal le gustaría que pudiera celebrarse en El Salvador, aunque entiende que lo normal será que se celebre en Roma, probablemente el 21 de octubre, durante el Sínodo de los Jóvenes.

El tema del Sínodo y Centroamérica volvió a emerger con otra pregunta sobre la violencia en estos países, en los que «los jóvenes no tienen horizonte, no tienen trabajo», por lo que se ven obligados a emigrar.

Maradiaga habló de la corrupción, de la falta de independencia de la justicia y de un modelo económico que «favorece a unas cuantas industrias de los mas ricos para que sigan enriqueciéndose». Y al haber «injusticia e impunidad», no puede haber «inversión» ni «desarrollo».

A los miles de jóvenes que emigran hacia el norte, les espera una durísima travesía. Y finalmente, el rechazo por parte de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ha anunciado el envío de la Guardia Nacional para “proteger” la frontera con México hasta que su proyectado muro no esté concluido.

«Para mí es un dolor que, en el siglo XXI, estemos construyendo muros en lugar de construir puentes», dijo el coordinador del C9. «Es una de las tareas en las que el Papa insiste con firmeza: hay que construir puentes. ¿Pero qué responde la gran potencia? Que hay que construir muros».