Adán y Eva después de la píldora - Alfa y Omega

Adán y Eva después de la píldora

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«La contracepción moderna es un hecho central de nuestro tiempo: es difícil pensar en otro cuyas consecuencias hayan sido tan profundas», afirma Mary Eberstadt, al comienzo de Adán y Eva después de la píldora (Ediciones Cristiandad). Las 170 páginas que siguen a esta afirmación son un inventario de estas consecuencias y un reflejo fiel de nuestro entorno: aborto y síndrome postaborto, descenso de la natalidad, producción artificial de niños, baja nupcialidad y síndrome de Peter Pan, aumento de la infidelidad matrimonial, divorcios y familias rotas, eclipse del padre, declive de la masculinidad, pansexualismo y pérdida del romanticismo, proliferación de la pornografía, promiscuidad y sexo como pasatiempo, aumento de la prostitución, violencia sexual, pedofilia y tolerancia hacia el sexo intergeneracional, violencia doméstica, homosexualidad y cada vez mayor tolerancia hacia los derechos reclamados por el lobby gay, conductas sexuales de riesgo, invierno demográfico y pobreza económica, e incluso una mayor tasa de depresión y suicidios… Lo que ha traído la contracepción no es sino un ataque a la familia y a ese deseo que todos llevamos dentro de amar y ser amados. Pese a que la píldora apareció como la gran conquista femenina, esta «ruptura con la naturaleza no conocida en la Historia» ha acabado provocando una pandemia de soledad y una considerable caída de la felicidad de las mujeres (y también de los hombres y niños).

No ahorra la autora críticas hacia su aceptación entre no pocos católicos: «Un clero más obediente se habría dado cuenta de que muchos católicos que usan métodos anticonceptivos artificiales se acercan a comulgar», advierte.

Pero la autora finaliza con un luminoso capítulo dedicado a la actualidad de la Humane vitae y cómo Pablo VI ya previó las consecuencias de la anticoncepción. Ante su próxima beatificación, coincidiendo con el Sínodo de la Familia, es preciso volver la mirada al matrimonio y a la familia como fuente de bienestar social y felicidad personal. «El matrimonio es lo mejor para los niños y para los adultos, y elemento clave para el éxito de una sociedad», dice Eberstad. Como ha sido siempre.