Ayudamos a dar respuesta a la llamada de Dios - Alfa y Omega

Ayudamos a dar respuesta a la llamada de Dios

El 27 de abril, la Iglesia en España celebra la Jornada de Vocaciones Nativas, coincidiendo providencialmente con la canonización de dos Papas que tanto velaron por ellas, como son Juan XXIII y Juan Pablo II. Mosén Josep Pascual Palau, antiguo delegado de Misiones de Tarragona y gran impulsor de las becas misioneras, habla de este modo de ayudar a muchos jóvenes que, en los territorios de misión, quieren llegar a ser sacerdotes, religiosos o religiosas

Dora Rivas
«Con esta Jornada, ayudamos a las diócesis en tierras de misión a cuidar las vocaciones», señala J. M. Calderón, delegado de misiones de Madrid

¿Qué importancia tienen las vocaciones nativas?
Se trata de un acto de encarnación: la encarnación de la Palabra de Dios, para que sea proclamada y vivida en todas las partes del mundo, sin excepción de raza, lengua o cultura. Cuando, en la misión de Bibwe, en la República Democrática del Congo, empecé a comprender y hablar la lengua de mis hermanos nativos, fue un gozo muy grande. Pero pasaron los años y, a pesar de hablar el mismo idioma, no acabábamos de ser capaces de entendernos. Ellos eran hijos de unas costumbres, de una idiosincrasia nacida allí y asumida naturalmente; en mí había buena voluntad y mucho amor, pero la riqueza de su tierra y cultura, yo era incapaz de conseguirla… Entonces empecé a admirar a aquellos catequistas que hablaban, Biblia en mano, a sus connaturales, y a descubrir la fuerza de su testimonio en zonas donde hacía años que no habían visto un misionero. Allí la Palabra se había encarnado.

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Las becas son un modo concreto de apoyar a esas vocaciones. ¿Cómo logró, cuando era delegado, sensibilizar en torno a este tipo de ayuda?
Mirando a nuestra Iglesia diocesana, palpábamos la necesidad de vocaciones al presbiterado y a los institutos religiosos, y no teníamos vocaciones; sin embargo, contábamos con recursos económicos. Y pensamos: «Tenemos dinero y no tenemos vocaciones. Ellos tienen vocaciones, pero no tienen dinero. Que nuestro dinero vaya en ayuda de quienes tienen vocaciones». En 1987, un anónimo, con la aportación de 1.000 pesetas, abrió la primera de las becas misioneras de nuestra diócesis, a las que empezamos a poner nombre: aquella fue la beca Santos Fructuoso, Augurio y Eulogio.

¿A qué se debe el nombre?
A muchas de nuestras becas misioneras les damos el nombre de un cristiano especialmente significado dentro de la Iglesia. En julio de 1987, se acercó un presbítero y sufragó íntegra una beca, a la que me pidió que pusiera el nombre de Juan XXIII.

¿Sigue habiendo muchos jóvenes que no puedan atender a la llamada al sacerdocio por falta de medios?
Si estamos atentos a la realidad del mundo, descubriremos cómo no podemos dejar de compartir con nuestros hermanos. No se entiende una familia de pobres y ricos; el Padre se entristece ante estas diferencias, que
Él no quiere y que hacemos nosotros. Ciertamente, podemos ayudar, incluso económicamente, a dar respuesta a la llamada de Dios.

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¿Cómo contribuyeron Juan XXIII y Juan Pablo II a afianzar la Iglesia y las vocaciones nativas en los territorios de misión?
Juan XXIII y Juan Pablo II fueron testigos del Evangelio. Ellos se convirtieron en gloria de Dios. Todo el interés que tengamos en conocer sus vidas, su pensamiento, nos ayudará a descubrir la dimensión misionera de cada cristiano. Si somos cristianos, seremos misioneros. De lo contrario, la misión será una anécdota en la vida de los cristianos.

Toda la información en sobre esta Jornada en:www.vocacionesnativas.es

Madrid, con un seminario ghanés

El Seminario regional de San Pedro, en Cape Coast, una diócesis de Ghana, necesita 150.000 euros para poder atender a los seminaristas. Por eso, durante este año, la archidiócesis de Madrid se compromete a prestar esa ayuda, a través de la colecta de la Jornada de Vocaciones Nativas. «El objetivo de esta Jornada es ayudar a las diócesis en tierras de misión a cuidar las vocaciones que surgen en sus territorios. Este día busca ayudar a las diócesis a fomentar, cuidar, formar y mantener las vocaciones, tanto sacerdotales como religiosas y misioneras. Y esto se hace a través de la oración, del sacrificio y de la limosna», afirma don José María Calderón, delegado de Misiones de la archidiócesis madrileña.Por eso, lo recaudado a través de la colecta del domingo próximo en las parroquias, de los donativos y de las becas misioneras en la capital, irá dirigido a ayudar a los 216 seminaristas de Ghana, Costa de Marfil, Benín y Burkina Faso que estudian en el Seminario de San Pedro. Con el dinero recaudado, se mantendrán los edificios donde viven, se pagará a los profesores que les forman, se cuidará la granja ganadera y agrícola que trabajan para su abastecimiento, se podrá ayudar a que la biblioteca haga honor a su nombre, se comprará un autobús para poder hacer los traslados… El Seminario podrá funcionar un año más y atender a las necesidades de los que allí se forman para ser sacerdotes.