La defensa de la creación, prioridad para el siglo XXI - Alfa y Omega

La defensa de la creación, prioridad para el siglo XXI

El Papa Francisco quiere publicar su próxima encíclica en el verano, para iluminar con el Evangelio el debate ante la cumbre mundial sobre el cambio climático convocada por las Naciones Unidas, en París, en el próximo mes de diciembre

Jesús Colina. Roma
Imagen del Amazonas a su paso por Manaus, Brasil

El Papa Francisco ha trabajado a destajo esta semana para dar el último empujón a la redacción de su encíclica dedicada al cuidado y la preservación del ambiente. Será la segunda encíclica de su pontificado, aunque la primera que saldrá totalmente de su puño y letra, pues la Lumen fidei (29 de junio de 2013) la dejó preparada, casi en su totalidad, su predecesor Benedicto XVI. Su objetivo es publicarla, con las traducciones ya acabadas, en verano, para poder contribuir con la luz del Evangelio al debate que prepara la cumbre mundial sobre el cambio climático que, por iniciativa de la ONU, reunirá a los principales líderes mundiales durante el mes de diciembre, en París, para renovar el desfasado y mejorable Tratado de Kioto. Para la Iglesia, el respeto de la creación constituye uno de los mayores problemas globales del siglo, con consecuencias devastadoras, si no se da una voluntad política clara.

En el vuelo de Sri Lanka a Filipinas, el pasado 15 de enero, el Papa había anunciado ya la voluntad de dedicar una semana entera de marzo a la revisión del texto final de la encíclica. En cierto sentido, nos quitó el trabajo a los periodistas, quienes no tuvimos que molestarnos por recurrir a fuentes anónimas para saber cómo ha escrito este documento y quienes han sido sus fontaneros. «El cardenal Peter Turkson [Presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz], con su equipo, preparó el primer borrador. A partir de este borrador, trabajé con algunas personas. Después, algunos teólogos elaboraron un tercer borrador, del que envié copia a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la Segunda Sección de la Secretaría de Estado y al Teólogo de la Casa Pontificia, para que estudiasen bien que no diga bobadas», bromeó el Papa.

«Pienso que a finales de marzo estará lista y se comenzará a traducir –reconocía entonces el Papa–. Si el trabajo de las traducciones va bien […] podrá salir en junio o julio. Lo importante es que haya un poco de tiempo entre la aparición de la encíclica y el encuentro de París, para que sea una contribución».

La cumbre de París fue precedido por la XX Conferencia Internacional sobre Cambio Climático celebrada en diciembre pasado en Lima. «El encuentro de Perú no ha sido un gran qué –reconoció el Papa–. Me ha defraudado la falta de coraje: se han quedado a medias. Esperemos que en París sean más decididos los representantes para avanzar en este tema».

Al hablar del compromiso por el respeto del ambiente, el Papa consideró que «el diálogo entre las religiones sobre este punto es importante», y hay un acuerdo para tener la misma visión. «De hecho, he hablado con algunos de otras religiones sobre el tema y sé que también el cardenal Turkson y, al menos, dos teólogos lo han hecho. Ése es el camino». Ahora bien, aclaró, «no será una declaración común. Los encuentros vendrán después».

Red Eclesial Panamazónica

En este mes de marzo, el Papa ha seguido insistiendo en el compromiso de la Iglesia con la creación. El 2 de marzo quiso que se presentara en el Vaticano la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). Se trata de una iniciativa nacida en septiembre de 2014 en Brasilia (Brasil), que une a obispos de regiones del Amazonas, sacerdotes, misioneros y misioneras de congregaciones que trabajan en la jungla amazónica, representantes de algunas Caritas nacionales y laicos pertenecientes a diversas instituciones de la Iglesia. Esta Red Eclesial ofrece un buen ejemplo de qué entiende la Iglesia por defensa de la creación, concepto que incluye tanto la protección del medio ambiente, como la llamada ecología humana, con especial atención a la tutela de las comunidades aborígenes y locales.

Según explicó el cardenal Turkson en la presentación, la Red es necesaria, pues las poblaciones de las regiones amazónicas «están amenazadas por la polución, el cambio radical y rápido del ecosistema del que dependen y la ausencia de tutela de sus derechos humanos fundamentales».

El purpurado, originario de Ghana, aclaró que la red amazónica «podría servir de modelo a Iglesias locales de otros continentes que deben enfrentar retos parecidos», pues «se ha concebido como una herramienta que se puede adoptar en ámbitos claves y diversos: la justicia, la legalidad, la promoción y tutela de derechos humanos, la cooperación entre la Iglesia y las instituciones públicas en varios niveles, la prevención y gestión de conflictos, el estudio y la difusión de informaciones, el desarrollo económico inclusivo y equitativo, el uso responsable y solidario de los recursos naturales respetando la creación, la defensa de las culturas y los modos de vida tradicionales de los diversos pueblos».