Rezando por la paz - Alfa y Omega

Estamos ante momentos históricos en la península coreana. El 25 de junio de 1950 estallaba la guerra entre las dos Coreas y en julio del 53 terminaba la barbarie con la determinación de una línea en torno al Paralelo 38, que dividiría al país en dos. El tratado de paz nunca se firmó. Hoy vemos ante nuestros ojos la posibilidad de la caída de este muro y la firma del tratado de paz.

Este tren que sale en la foto se ha detenido en el tiempo y en el espacio. No puede cruzar la frontera y no puede recorrer la preciosa tierra de Corea del Norte. Quiero invitaros a rezar para que este tren pueda ponerse en marcha y recorrer el camino que va del Sur al Norte ,y para que también nosotros, los misioneros, y con ellos la Iglesia católica, pueda llegar un día a estar cerca de los hermanos del Norte.

En el año 2013 realicé un viaje de cuatro días a Corea del Norte. Cáritas Internacional nos había pedido a un equipo de misioneros que supervisáramos la entrega y el uso de material humanitario en ese país. Cuando pisamos el aeropuerto de Pionyang y durante todo el viaje supimos que esa no sería la última visita, y por eso le pedimos a Dios en una Eucaristía celebrada en nuestra habitación del hotel que pudiera abrirnos puertas para la misión de la Iglesia en ese país. Hoy vemos que esas puertas el Espíritu quiere y puede abrirlas. Todavía recuerdo como si fuera hoy la lectura del Evangelio de ese día, que rezamos contemplando desde el hotel toda la ciudad: «Venid a mí todos los cansados y agobiados porque yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo ligero, Yo soy manso y humilde de corazón».

El camino será largo pero queremos abrirnos a la esperanza, queremos rezar con fuerza por la paz y queremos ofrecerle a Dios nuestras vidas por la vida de nuestros hermanos en el Norte. En nuestro caminar concreto con los jóvenes de Corea, con los laicos que se forman como misioneros, en las clases en el seminario queremos crear discípulos misioneros, hombres y mujeres de paz, capaces de pensar en los demás más que en sí mismos, capaces de sacrificar intereses personales en función del bien común y así construir este futuro de paz para Corea y un futuro lleno de esperanza.

«Señor haz de mí un instrumento de tu paz, donde haya odio ponga yo el amor, donde haya división ponga yo la unidad».