10 ideas para aclarar conceptos sobre el caso de Alfie - Alfa y Omega

10 ideas para aclarar conceptos sobre el caso de Alfie

María Martínez López
Tom Evans se dirige a los medios el jueves 26 de abril, cuando anunció que quería tender puentes con el hospital y pedía privacidad. Foto: AFP Photo/Oli Scarff

El Papa ha seguido con profundo interés y «conmoción» el caso de Alfie Evans, el niño inglés fallecido el 28 de abril después de que se le retirara, por orden judicial, el respirador artificial. De hecho, Francisco medió para que el hospital Bambino Gesú se ofreciera a acoger al niño y darle cuidados paliativos hasta que muriera de forma natural. Sin embargo, ni desde el Vaticano ni desde la Iglesia en Inglaterra y Gales se ha tratado este caso como si fuera «eutanasia». Simplemente se pedía respetar el deseo de los padres de seguir suministrándole ventilación y alimentación, sin incurrir en encarnizamiento terapéutico. La Iglesia admite como lícito retirar el ventilador –no así la alimentación–, como explica el siguiente decálogo:

1– «Hay enfermedades incurables, ante las que hay que buscar los mejores cuidados», huyendo de la eutanasia y del encarnizamiento terapéutico, afirma a Alfa y Omega monseñor José Mazuelos, obispo de Jerez y médico. El Catecismo define la eutanasia como «una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor». Esta medida es «homicidio» y «moralmente inaceptable».

2– Con todo, «puede ser legítima» la «interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados». Al hacerlo «no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla».

3– Según la Declaración sobre la eutanasia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es lícito tanto «recurrir, con el consentimiento del enfermo, a los medios puestos a disposición por la medicina más avanzada», como «interrumpir la aplicación de tales medios, cuando los resultados defraudan las esperanzas puestas en ellos». Por otro lado, «es siempre lícito contentarse con los medios normales que la medicina puede ofrecer», sin buscar otras medidas.

4– Los criterios para decidir si un tratamiento o una medida médica son desproporcionados incluyen –según la Declaración sobre la eutanasia– «el tipo de terapia, el grado de dificultad y el riesgo que comporta, los gastos necesarios y las posibilidades de aplicación» con resultado.

5– «Ante la inminencia de una muerte inevitable –prosigue este documento–, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia».

6– Los tratamientos y medidas que es lícito retirar pueden incluir un respirador artificial, en los casos «donde ya no hay curación y aunque la muerte no sea inminente. No es algo intrínsecamente malo», aunque se deban estudiar cuidadosamente las circunstancias, explica monseñor Mazuelos. En estos casos, «al quitar el respirador el paciente muere por su enfermedad», no por esta decisión.

7– Tanto el Catecismo como la Declaración sobre la eutanasia afirman que una decisión de tal gravedad «debe ser tomada por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales»; teniendo en cuenta también «el parecer de médicos verdaderamente competentes».

8– En cualquier caso, al interrumpir un tratamiento, no se debe interrumpir la administración de cuidados básicos, «aunque la muerte se considere inminente».

9– En 2007, la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmó que en el caso de pacientes en estado vegetativo «la administración de agua y alimento, aunque se lleve a cabo por vías artificiales, constituye siempre un medio natural de conservación de la vida, no un acto médico. Su uso se debe considerar, en principio, ordinario y proporcionado, y como tal moralmente obligatorio».

10– El Catecismo reconoce que al aplicar una medida eutanásica «se puede haber caído de buena fe» en «un error de juicio». Pero esto «no cambia la naturaleza de este acto».