Opinión pública, terrorismo e Iglesia - Alfa y Omega

José Francisco Serrano Oceja, profesor de la Universidad CEU San Pablo y colaborador de Alfa y Omega, es un gran conocedor y analista de la vida eclesial española de los últimos tiempos. Y por ello una de las voces autorizadas para hablar del papel que la Iglesia ha jugado ante el terrorismo de ETA. En 2009 publicó un libro sobre ello que editó la Biblioteca de Autores Cristianos. En entrevista con este semanario afirma, ante los últimos acontecimientos, con la disolución de la banda terrorista, que ha echado en falta un cambio en la opinión pública respecto al papel de la Iglesia en todo el proceso del fin de ETA. «Un papel –dice– que trasciende el hecho en sí mismo de la condena pública, que es la base de todo, sino el papel de las comunidades cristianas, de las instituciones de Iglesia que han trabajado para que se reconociera el daño causado y que han trabajado por el acompañamiento de las víctimas y por la reconciliación. Me sigue sorprendiendo la no evolución de la opinión pública respecto a la Iglesia, lo cual no exime a esta de responsabilidades pasadas, pero que no reconoce el cambio o la evolución que se ha dado».

En su opinión hay dos cuestiones que destacar en este proceso: el documento Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias, y el cambio generacional en los obispos y sacerdotes en el País Vasco, sobre todo con la llegada de Ricardo Blázquez a la sede de Bilbao. «El primer texto oficial de don Ricardo como obispo, junto con el consejo presbiteral, recoge que no han estado lo suficientemente cerca de las víctimas», añade.

Para el profesor y periodista, el papel de la Iglesia ahora que ETA se ha disuelto y ha triunfado la democracia y la ley es «aportar una razón moral a un proceso de reconocimiento del daño causado, de acompañamiento de las víctimas y de la reconciliación; una razón moral desde la verdad y la justicia». Luego, continúa, «sentar las bases, a través de la misión, la predicación y sobre todo el testimonio, de lo que significa la presencia cristiana en una sociedad como la del País Vasco con notables síntomas de secularización». En este sentido, cree que la Iglesia tiene que aportar su discernimiento sobre algunos proyectos de sociedad que son incompatibles con el cristianismo.