Emilio y su hilo en Twitter - Alfa y Omega

Emilio y su hilo en Twitter

Eva Fernández
Foto: Emilio Ortega

Cuando Emilio comenzó a escribir su libro no sabía nada de hilos ni de 140 o más caracteres. De vez en cuando, en medio de la escombrera anónima en la que a veces se convierte Twitter se hace la luz. Hace apenas tres semanas Emilio no había vendido ni un solo ejemplar de la historia de su vida, El mundo visto a los ochenta, y ahora se los quitan de las manos. Todo comenzó en la Feria del libro de Almería. Ante la falta de ventas, decidió acercarse hasta el estand de su editorial, por si a alguien le interesaban sus reflexiones sobre la vida y el mundo, escanciadas sin prisas en homenaje a su madre. Allí conoció a Jota Merrick (@JotaMerrick). Por fin su libro llamaba la atención de alguien. Y además con la sensibilidad suficiente como para contarlo en Twitter. Sus tuits sobre la historia de un escritor octogenario que no había conseguido vender ningún ejemplar comenzaron a hacerse virales. El efecto se multiplicó cuando entró en escena Cuco (@LSunshinee), que se convirtió en el primer comprador oficial del libro y en un improvisado agente literario.

En una sociedad en la que sentamos a los mayores en el banquillo o los colocamos en la estantería del salón, Emilio nos confirma que ellos son el eslabón perdido que andamia el mundo. Conversar con Emilio cautiva. Por los destellos de inteligencia en alguien que no pudo estudiar. Por su forma de narrar la dureza de una infancia, con madre heroína, Josefa, que para sacar adelante a sus dos hijos trabajaba a destajo y pedía limosna por las calles de Madrid. Por cómo se emociona aún hoy al recordarla. Por tanta bondad acumulada. Por el cariño con el que te habla de su mujer, junto a la que está a punto de celebrar sus 50 años de peripecias conjuntas. Por el respeto con el que te recuerda que es ateo, aunque al colgar el teléfono te das cuenta de que está mucho más cerca de Dios que tú.

Emilio empleó un año en escribir el libro y eso a pesar de que tuvo que repetirlo hasta en tres ocasiones. Las veces que se le borró del ordenador. En sus páginas nos habla de su vida en Orán, de su paso por París, de su regreso a España, de lo que opina sobre tantas cosas que ocurren en este alocado mundo. Sus palabras encierran una claridad de ideas y un sentido común arrollador, aunque asegura que se desenvuelve mejor en francés que en castellano.

Emilio no necesita su libro para vivir. Lo que necesitaba era compartirlo. Y a nosotros nos iría mucho mejor escuchar a los que como Emilio andan por la vida sin prisas. Descubriéndonos cosas. Haciéndonos pensar. Emilio Ortega se merece vender muchos libros. Su editorial es El Círculo Rojo y también se puede adquirir en la web de Librerías Picasso. Gracias también a los dos tuiteros que obraron el milagro. Ah, y, por cierto, en el caso de que gane mucho dinero, tiene muy claro en qué lo emplearía: «Mandaría construir un monumento dedicado a las madres, a todas las que han sufrido».