¿La ecuación terrorismo-islam? «Una mentira y una tontería» - Alfa y Omega

¿La ecuación terrorismo-islam? «Una mentira y una tontería»

«Estará en boca de muchos, pero esa ecuación es una mentira y una tontería». Lo dijo el Papa Francisco en relación a la comparación que muchos hacen entre musulmanes y terroristas. Lo hizo en la entrevista que concedió al director del periódico L’Eco di Bergamo con ocasión de la llegada a la ciudad de la urna con los restos de san Juan XXIII, que vuelve por primera vez a su tierra

Vatican Insider
Foto: ABC

«Estará en boca de muchos, pero esa ecuación es una mentira y una tontería». Fue lo que dijo el Papa Francisco sobre la comparación que muchos hacen entre los musulmanes y los terroristas. Lo hizo en la amplia entrevista que concedió al director del periódico L’Eco di Bergamo, publicada en la edición del 24 de mayo de 2018, en ocasión de la llegada a la ciudad de la urna con los restos de san Juan XXIII, que vuelve de esta manera por primera vez a su tierra. El papel más importante de las religiones, afirmó el Papa, «es el de la promoción de la cultura del encuentro, además de la promoción de una verdadera educación a comportamientos de responsabilidad al cuidar la Creación».

Francisco recordó al Papa bueno, a quien canonizó, y lo definió «un hombre, un santo que no conocía la palabra enemigo». También indicó que era consciente de que «la Iglesia está llamada a servir al hombre en cuanto tal y no solo a los católicos; a defender, antes que nada y en cualquier lugar, los derechos de la persona humana y no solo los de la Iglesia católica».

En la entrevista, el Papa volvió a hablar sobre la inmigración. «La verdadera acogida no puede sino ser completamente desinteresada, esa que cuesta sacrificios. La situación internacional es compleja, se sabe, pero, de cualquier manera, estoy convencido de que los muros se levantan por miedo, por no ver el sufrimiento del hermano que puede disturbar, se elevan para proteger lo que, por el contrario, debería ser compartido».

«Levantar un muro –continuó el Pontífice– es cerrar el propio corazón, sigilarlo como una tumba. No es una cuestión de generosidad ni de solidaridad. Aquí hay mucho trabajo que hacer, hay que crear una nueva cultura, una nueva mentalidad, educar a las nuevas generaciones a pensar, y pensarse, como una única familia humana, una comunidad sin fronteras».

Francisco también respondió a una pregunta sobre el trabajo y el desempleo, explicando que «una verdadera cultura del trabajo no quiere decir solamente saber producir, sino relacionarnos con modelos de consumo sostenible. ¿Malbaratamos el trabajo por el consumo? De esta manera, con el trabajo –explicó– malbarataremos también todas estas palabras hermanas: dignidad, respeto, honor, libertad». Ahora, según Bergoglio, «el desempleo juvenil es un pecado social y la sociedad es responsable de esto. La Iglesia está haciendo lo que puede».

A nivel global, añadió el Pontífice, «me preocupan los desequilibrios que siempre se relacionan con una explotación desconsiderada: de los hombres y de los recursos de la naturaleza. Pero la verdadera tarea de la Iglesia no es hacer que cambien los gobiernos, sino hacer que entre la lógica del Evangelio en el pensamiento y en los gestos de los gobernantes». Palabras en las que resuenan las que pronunció en un diálogo con el cardenal Jaime Ortega y Alamino, entonces arzobispo de La Habana, en Cuba. La conversación se llevó a cabo algunos meses antes de la renuncia del Papa Ratzinger, que indicaba al purpurado cubano la vía del diálogo, definiéndola «la única vía». Y añadía: «La Iglesia no está en el mundo para cambiar a los gobiernos, sino para transformar con el Evangelio el corazón de los hombres, y estos hombres cambiarán el mundo según lo que disponga la providencia».

En la entrevista no faltaron respuestas dedicadas a las fake news y a la defensa de la verdad por parte de los periodistas: «También en la iglesia –dijo Francisco–, cuando no se vive la lógica de la comunión, sino la de las corporaciones, puede suceder que se emprendan verdaderas estrategias de guerra contra alguien por el poder, que a veces se expresa en términos económicos, a veces en términos de roles. Por esto, son las personas el antídoto contra las falsedades, no las estrategias. Hablo de personas dispuestas a escuchar, a la fatiga de la comprensión y del diálogo, esas personas que no tienen en el corazón la división y el rencor, que saben usar los medios con responsabilidad».