Carta desde el corazón de África - Alfa y Omega

Querido hermano: No te ofendas si te llamo hermano. De hecho, te llamaría hermano cristiano. Mi nombre es Jorge Mario y soy argentino, hijo de inmigrantes italianos; y no soy el Papa. Soy salesiano, sacerdote y misionero en África desde hace 23 años y quiero compartir contigo algunas reflexiones.

El documento de Aparecida hablaba de una Iglesia en «estado permanente de misión». En Evangelii gaudium el Papa Francisco quiere una «Iglesia en estado de misión» –no es una invitación a una cruzada para hacer prosélitos católicos–. Habla de misión en el sentido de Evangelii nuntiandi de Pablo VI, dejarse evangelizar por los demás antes de salir a hacerlo con otros. Por eso, Francisco nos llama a que «seamos misión». ¿Y qué implica esto?

Lo primero, «salir fuera», abrir los ojos y el corazón para sentir dolor con los que más sufren. Segundo, tener un corazón humilde y libre, que no esté apegado al prestigio, ni al dinero, ni a lo material. Tercero: un corazón apasionado por transmitir la alegría del Evangelio. Creo que por esto Francisco nos dice que prefiere «…una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que enferma por el encierro y la comodidad…». En síntesis, quiere «una iglesia pobre y para los pobres».

En el corazón de Freetown (Sierra Leona), cuatro salesianos y 110 trabajadores sociales nos hemos tomado las palabras de Francisco en serio y cada día recorremos las calles a pie o en el autobús Don Bosco. Vemos, descubrimos y planeamos nuestro trabajo desde la periferia. Nuestros mejores programas nacen de leer la realidad desde el Evangelio de Jesús y con los ojos de Don Bosco: tenemos programas para los chicos de la calle, menores abusadas, niñas en situación de prostitución, huérfanos del ébola…

Sentir dolor con los que sienten dolor: ahí reside la quintaesencia del cristianismo. De esto trata ser misionero: olvidarse de uno mismo, descubrir al que sufre, absorber dolor y transformarlo en amor, servicio, esperanza y sonrisa. Donde hay concentración de sufrimiento el corazón misionero se transforma en los brazos de la misericordia de Dios y le da ojos, brazos, piernas, corazón e inteligencia.

Querido hermano, te deseo que seas bueno desde dentro; mira a tu alrededor (no hace falta irse a África para ser misionero), hazte cercano al que sufre, siente con el otro, date a ti mismo, absorbe dolor y transfórmalo en alegría…, porque tu alegría más profunda se encuentra en ayudar al prójimo a estar alegre.