La furia desatada del volcán de Fuego - Alfa y Omega

La furia desatada del volcán de Fuego

El misionero comboniano Damián Bruyel escribe, desde la Ciudad de Guatemala, sobre las consecuencias de «la furia desatada del volcán» tras el fatídico 3 de junio. Según la última información oficial, ya hay 111 muertos, 57 heridos graves, 12.784 evacuados, 3.557 personas en albergues y 197 desaparecidos

Redacción
Foto: REUTERS/Luis Echeverria

«Pequeñas comunidades han quedado sepultadas de ceniza y rocas. Los dos pueblos más afectados han sido San Miguel Los Lotes (de 810 habitantes) y El Rodeo (de 1.535). La mayoría pudo huir a tiempo, pero muchos otros quedaron atrapados dentro de sus casas», afirma Bruyel. «Muerte, devastación es todo lo que queda de San Miguel Los Lotes, que se ha convertido en la zona cero del volcán de Fuego», señala, y explica cómo la violenta erupción arrasó con todo lo que encontró a su paso: «Donde antes había árboles, casas y vida, ahora solo queda la destrucción y la desaparición total de la localidad». Según el misionero, «todo ha quedado sepultado bajo tres metros de sedimentos; muchos quedaron atrapados y perecieron allí».

Algunos supervivientes han perdido 20, 30, 40 o más familiares. «Me ha impresionado mucho el relato de un rescatista, que contaba cómo dentro de una casa habían encontrado muertos a seis niños abrazados entre sí, a su madre en la puerta y a su padre, fuera, a solo unos metros», relata el comboniano. Otro caso que ha impactado mucho a la opinión pública —salió la foto en las redes sociales—, fue el de un anciano de 88 años al que encontraron solo, quemado, sentado a la orilla de una carretera: «Se le veía sereno, sin manifestar exteriormente sufrimiento alguno; cuando lo rescataron, lo llevaron de inmediato al hospital, pero falleció a los tres días. Se llamaba Concepción».

El misionero recalca también en su misiva la situación en la que viven cerca de 4.000 personas en escuelas, iglesias, albergues, salones comunales… «No tienen trabajo, los niños sin escuela, demasiada gente amontonada en esos recintos; durmiendo juntos, aseándose y bañándose con muy poca agua y comiendo en condiciones infrahumanas y sin privacidad (ayer, domingo, en un albergue intentaron violar a una niña)». El pueblo guatemalteco «se está desviviendo para ayudar a estas pobres gentes con alimentos, ropa, artículos de higiene, etcétera». Las ayudas internacionales «están llegando poco a poco. Ahora la preocupación es ayudar a los miles de evacuados y, sobre todo, a toda esa gente malviviendo y que ha perdido sus hogares, sus animales, sus fincas, todo».

OMP / Redacción