Tote Barrera, director de Alpha España: «Hay que concretar la conversión pastoral» - Alfa y Omega

Tote Barrera, director de Alpha España: «Hay que concretar la conversión pastoral»

Más que un evangelizador, José Alberto Barrera, Tote, es un formador de evangelizadores. Casado y padre de dos niñas, Tote es director de Alpha España y numerosas iniciativas de cambio pastoral llevan su sello: los Encuentros de Nueva Evangelización ENE, Pastores 3.0 y Sumérgete

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Alpha España

¿Cómo comenzaste en esto de evangelizar?
Yo me convertí a los 17 años en una Javierada; a partir de ahí comencé a vivir la fe en congregaciones marianas, y luego en el grupo de la Facultad de Derecho, en mi parroquia de Santa María de Caná, en la Renovación Carismática… En todos estos grupos he vivido la fe siempre en perspectiva de evangelización. En 2008 dejé mi despacho de abogados para irme a Londres con Alpha Internacional y dedicarme después a expandir este método de evangelización por toda España.

¿No te dio miedo ese salto?

La verdad es que fue algo muy natural y en realidad esto es lo que quería, dedicarme a tiemplo completo a la evangelización.

Ahora estás con la iniciativa Pastores 3.0. ¿Qué es eso?
Es una evolución. Después del primer anuncio hace falta un discipulado, pero para eso hace falta tener las herramientas necesarias. En este caso, se trata de trabajar con los párrocos, porque ellos son los pastores de la comunidad. Hace falta acompañarlos y dotarlos de recursos para que puedan llevar la conversión pastoral a su parroquia. Pastores 3.0 les da esas herramientas de liderazgo a través del coaching.

Eso habrá quien lo vea como muy empresarial, en sentido peyorativo…
Sí, pero es algo profundamente cristiano. Las personas forman una comunidad, y necesitan ser pastoreadas y guiadas. Para eso es inestimable la aportación de profesionales que sepan de liderazgo y de acompañamiento para ayudar a los sacerdotes a guiar su «empresa», su parroquia, que es una obra de Dios con una misión específica.

¿Qué diferencia hay entre llevar una parroquia de este modo a la tradicional que todos conocemos: unas horas de despacho, Misas, catequesis por las tardes…?
La Iglesia nos está llamando a pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral de evangelización. Pero la evangelización no es solamente salir fuera una noche y anunciar el amor de Dios; eso es solo una faceta. Evangelizar es hacer discípulos misioneros, el Papa nos lo recuerda siempre. Una parroquia de discípulos misioneros se articula en comunidades en las que el sacerdote y los laicos son corresponsables en la evangelización, y que tiene como referente la Iglesia que describen los Hechos de los Apóstoles, la de los primeros tiempos del cristianismo.

Muy distinto de lo habitual…
Este modelo de conversión pastoral al que nos llama la Iglesia desde Juan Pablo II es muy diferente de un modelo de mantenimiento que se centra en conservar lo que se tiene, algo que ya prácticamente no se consigue. El centro de este modelo son las personas que van a la parroquia a recibir sacramentos y ritos de iniciación…, pero que luego se van. Es un modelo que viene de la cristiandad y que actualmente se está desmoronando.

El cambio es de la noche al día, porque se trata de crear una parroquia que funciona como una verdadera comunidad y que tiene la evangelización como misión.

¿En que cambia una parroquia así a los laicos?
Los laicos se convierten en discípulos. Y un discípulo es alguien que sigue al Maestro, que es corresponsable de su iglesia, y que hace otros discípulos. No es laicos al poder, sino que el punto es la comunidad, donde todos los ministerios se integran y donde laicos y sacerdotes viven como una familia de Dios.

¿Vamos hacia unas parroquias formadas por pequeñas comunidades?
Sí, hasta en sentido numérico [risas], porque las iglesias tienen cada vez menos gente. Pero en sentido teológico es así también; esa es la Iglesia del primer momento: una Iglesia en la que todos están reunidos en torno a la fracción del Pan, que evangelizan, que se aman, que aman al mundo y hacen sus obras de caridad. Eso se concreta en una pequeña comunidad. Es la tradición de la Iglesia y a la vez es el futuro.

¿Cómo acogen sacerdotes y obispos en España todo esto que ya recuerda el Papa en Evangelii gaudium?
Hay un grupo de gente que está muy atenta y que se mueve mucho para aprender: es un 5 % más o menos. Luego hay un 40 % que escucha este discurso y al menos lo acepta, lo veo en charlas que doy en diócesis. Pero a nivel práctico veo pocos que le quieran poner el cascabel al gato. Muchos te dicen: «Esto es lo que yo desearía, eso es lo que queremos», pero las estructuras que hay no favorecen el cambio. El día a día les absorbe, los curas están pluriempleados en cada vez más cosas. Su labor pastoral consiste en apuntalar una Iglesia de mantenimiento que les está consumiendo y que saben que en algún momento va a colapsar. No es fácil, porque a nivel de obispos hay una cierta apertura a escuchar y hablar de estos temas, pero a nivel práctico no hay decisión para concretar los pasos necesarios para que la Evangelii gaudium sea el programa de su conversión pastoral.

Parece que se quiere abarcar todo…
Pero al final no lo consigues. El obispo de Halifax en Canadá tomó la decisión de cerrar tres parroquias y abrir una, la de Saint Benedict [cuyo párroco es james Mallon, autor de Una renovación divina. De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera, traducido por el propio Tote]. Queremos tenerlo todo pero no nos damos cuenta de que al final lo perderemos todo. Si quieres un cambio tendrás que cerrar cosas, atreverte, probar cosas nuevas… Decía san Juan de la Cruz que «para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes». A veces la Iglesia se comporta como un elefante, o como un Diógenes que va acumulando cosas sin querer renunciar a nada.

¿Por dónde se podría empezar?
Yo suelo decir que basta con que en una diócesis se liberara a un 5 % de los sacerdotes para llevar a cabo este cambio. O probar a liberar una parroquia que funcione solo de esta nueva manera. Pero el cambio pasa por los obispos. Por ejemplo, cuando hablas de estas cosas te dicen: «¿Pero cómo voy a parar la catequesis?» Y yo respondo que la catequesis actual no produce conversos y que cuando reciben el sacramento la gente no vuelve por la iglesia.

Es una pena…
Ojo, hay algo importante: para cambiar hemos de volver al momento primero, a Pentecostés, a acoger la acción del Espíritu Santo, porque si no haríamos una Iglesia voluntarista. A veces hacemos planes de pastoral que son muy voluntaristas, queremos atajos…, pero necesitamos volver a la raíz, al Espíritu Santo, que no es algo etéreo, sino que es lo más práctico que podemos hacer. No podemos dar al Espíritu Santo por supuesto.