Sor Carmen, el remanso espiritual de Urdangarin en prisión - Alfa y Omega

Sor Carmen, el remanso espiritual de Urdangarin en prisión

El ma­ri­do de la In­fan­ta Cris­ti­na re­ci­bió el apo­yo de una mon­ja ado­ra­triz en su pri­me­ra se­ma­na en la cár­cel de Brie­va (Ávi­la)

ABC

La voz de sor Carmen Blázquez al otro lado del teléfono infunde sosiego, cercanía y confianza. Probablemente esa misma sensación de paz sintió Iñaki Urdangarin el pasado miércoles cuando departió con esta monja adoratriz en la cárcel de Brieva (Ávila). «Ay, hija, no paran de llamarme para hacerme entrevistas. No me esperaba algo así. Han venido varios periodistas a la puerta del convento. Menudo revuelo», declara, algo agobiada, sor Carmen a ABC. La religiosa se ha convertido en objetivo de la prensa desde que se conociera que el exduque de Palma ingresaba en este penal para mujeres, que ella visita regularmente desde hace 22 años los miércoles y algunos domingos. Después de abrir las puertas del convento de Ávila a El Programa de Ana Rosa, el pasado jueves, no han parado de sonar los telefonillos del centro religioso.

Sor Carmen proporciona apoyo moral a las reclusas, las ayuda con sus labores de costura y manualidades y les hace algunos recados fuera de los muros de la prisión. Ella bromea siempre con que parece la «ministra de exteriores». A juicio de sor Carmen, el único delito de esas mujeres ha sido no saber lidiar con la miseria. «Mala no hay ninguna. La mayoría son mujeres sudamericanas que para mantener a sus hijos aceptaron traer droga y al final, las acabaron pillando».

En El Programa de Ana Rosa

Una Biblia y una Virgen

Urdangarin –condenado por el Tribunal Supremo a 5 años y 10 meses– ingresó el pasado lunes en prisión con una Virgen y una Biblia. «Tener fe es fundamental para estar en la cárcel. Tiene que saber que Dios le ama y que la misericordia de él es mayor que cualquier pecado. La soledad es muy dura». Sor Carmen recalca que sin Dios es difícil mirar hacia adelante y recuerda que tres mujeres se quitaron la vida dentro de esta prisión.

Cada domingo, unas 20 o 30 presas asisten a la Eucaristía, a cargo de la pastoral penitenciaria, dependiente de la Diócesis de Ávila. En el caso de Urdangarin será difícil que le dejen asistir a misa puesto que tendría que acceder al módulo de mujeres, pero si lo solicita, puede pasar el capellán a verle. «Pero nunca hay que juzgar a alguien por si quiere ir o no a misa». Sor Carmen está convencida de que el marido de la Infanta doña Cristina encontrará la paz en Brieva, puesto que es «un penal muy tranquilo» y sobre todo en su módulo, para hombres, alejado del bullicio del resto de reclusas. «Solo se oyen los pajaritos». Los funcionarios serán un punto de apoyo fundamental para Urdangarin, ante la falta de contacto con otros reclusos. El módulo de hombres llevaba deshabitado cuatro años y ahora Urdangarin se ha instalado en la misma celda que ocupó Luis Roldán. Sor Carmen destaca la educación con la que Urdangarin se dirige a ellos y añade que es muy detallista. «Al estar solos, la relación con los funcionarios marca su día a día. Luis Roldán, por ejemplo, jugaba al ajedrez con un funcionario y cuando este falleció, le envío una corona de flores por el cariño que le había cogido», cuenta la hermana, quien en 2009 fue condecorada con la medalla de bronce al mérito social penintenciario. Otras fuentes de prisión consultadas por ABC van en la misma línea y destacan el trato exquisito con el que el preso Urdangarin se dirige a los funcionarios con los que ha estado en contacto. Además de en la fe, parece haber encontrado refugio en el deporte. El nuevo «duque de Brieva» ha adquirido un televisor a través del que sigue el Mundial de fútbol de Rusia. La comida que le sirven es exactamente la misma que degustan las mujeres internas y dispone de dos horas diarias para salir al patio en las que no coincide con ellas.

Su familia

Urdangarin necesitará un tiempo para adaptarse a la soledad y el vacío carcelario, mientras que su familia también trata de encauzar la situación. El pasado miércoles la Infanta doña Cristina era fotografiada con semblante serio paseando por las calles de Ginebra, donde han mantenido su residencia. Los Urdangarin se instalaron allí en 2013 y mientras que la hija pequeña de don Juan Carlos comenzó una nueva faceta profesional en la Fundación Aga Khan, Urdangarin aguardaba en casa deshojando la margarita de si entraría en prisión. Ahora solo le queda la fe y la paz de los funcionarios.

A. Mellado / ABC