En la playa de Chesil. La auténtica exigencia del corazón humano - Alfa y Omega

En la playa de Chesil. La auténtica exigencia del corazón humano

Juan Orellana
Florence (Saoirse Ronan) y Edward (Billy Howle), en un fotograma de En la playa de Chesil. Foto: ABC

Reino Unido, Julio de 1962. Edward (Billy Howle) y Florence (Saoirse Ronan) se acaban de casar. Tienen poco más de 20 años, y se conocieron en una protesta contra las armas nucleares. Florence es violinista, de clase más bien alta, y con unos padres bastante conservadores. Edward es hijo de maestro y su madre se ha vuelto loca después de un accidente. Van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach. Ambos han conservado su virginidad hasta el matrimonio y carecen de experiencia sexual. Lo que va a suceder en esa noche nupcial va a cambiar sus vidas para siempre.

La joven actriz Saoirse Ronan vuelve a coprotagonizar la adaptación de un relato del británico septuagenario Ian MacEwan, después de hacerlo con la novela Expiación, publicada en 2001, y llevada al cine en 2007. Ahora se trata de On Chesil Beach, escrita en 2007, y dirigida en cine por Dominic Cooke, proveniente del mundo de la televisión.

Esta película probablemente cause asombro, o al menos perplejidad, en muchos jóvenes espectadores. No van a entender los conflictos de los personajes o, como mucho, van a pensar que se trata de personajes perturbados con trastornos mentales. Y la razón estriba en que el contexto sociocultural de hace 50 años les resulta ya completamente ajeno e imposible de comprender desde las categorías imperantes posmodernas. Si Expiación era un gran relato con tintes épicos, trágicos y melodramáticos, con el telón de la II Guerra Mundial, En la playa de Chesil es mucho más intimista, observa con lupa un pequeño episodio que solo conocen un par de personas en el mundo, y que sirve sin embargo para retratar una época y una forma de pensar.

A través de flashbacks vamos conociendo el pasado de nuestros protagonistas, y los roles sociales que se han visto obligados a asumir en sus vidas, así como el conjunto de tabúes, secretos y falsas apariencias que les van rodeado, sobre todo a ella. Hay un momento decisivo, cuando ella se entrevista con el pastor de su parroquia, y este percibe la gravedad de los tormentos interiores de Florence y trata infructuosamente de que salgan a la luz. La ley del silencio a la que se ven sometidos nuestros jóvenes personajes deja los problemas sin resolver e impide una verdadera comunicación que permita afrontar constructivamente las dificultades.

Un problema que comparten novela y película es la brevedad y sutileza con la que el autor nos sugiere la clave para entender el grave conflicto que va a enfrentar a Edward y a Florence. En la película es tan escueto que un momento de distracción del espectador le puede privar del único hecho que le permita entender el giro argumental. En realidad, la película ofrece el retrato incómodo de una sociedad tremendamente formalista, a menudo hipócrita, y que explica el furor que desencadenaron los movimientos revolucionarios y de liberación que empezaron en aquellos años y que desembocaron en mayo del 68. Pero ni ese moralismo asfixiante ni el relativismo nihilista que vino después como reacción hacen justicia a la auténtica exigencia del corazón humano, que está hecho para una Verdad que se pueda experimentar.

En la playa de Chesil
Director:

Dominic Cooke

País:

Reino Unido

Año:

2017

Género:

Romance

Público:

+7 años