El obispo que donó sus dos anillos para ayudar a su pueblo - Alfa y Omega

El obispo que donó sus dos anillos para ayudar a su pueblo

Monseñor Olaechea, arzobispo de Valencia entre 1946 y 1966, entregó dos anillos y el bastón procesional para conseguir fondos y ayudar a los damnificados por la riada que arrasó la capital levantina en 1957

Fran Otero
Foto: Dorieo

Bien sabido es que el anillo es uno de los símbolos externos más importantes en un obispo. Representa la dignidad adquirida y, además, atestigua la unión y fidelidad que mantiene con la Iglesia de Jesús. Pues bien, una exposición en Valencia en el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM) sobre la riada de 1957 muestra el anillo de su arzobispo, Marcelino Olaechea y Loizaga, que había donado para ayudar a su pueblo. El anillo, elaborado en hierro estañado y subastado en 1958, fue el segundo que el prelado donó tras el primero que portaba, realizado en oro, tal y como explica María Ángeles Gil, del Museo Mariano de la Basílica de la Virgen (MUMA), que lo ha cedido a la citada muestra.

La implicación de Olaechea con la tragedia se explica en sus dimensiones. El Turia se desbordó en dos ocasiones a su paso por la ciudad y provocó la muerte de 81 personas y numerosos daños materiales. Además dejó a mucha gente si poder acceder a sus viviendas.

Ante esta sitaución, junto a los dos anillos, monseñor Olaechea cedió su bastón procesional y abrió las puertas del Palacio Arzobispal en un primer momento y luego el antiguo seminario para alojar a los damnificados. Y se echó a la calle y recorrió la ciudad acompañado de un médico.

El anillo presente en la muestra fue adquirido por una familia valenciana a cambio de un millón de pesetas. Esta, en 2013, decidió donarlo a la Catedral de Valencia, que lo entregó al museo de la Basílica de la Virgen.

Además del anillo episcopal, la muestra del MuVIM, abierta hasta el próximo 14 de octubre, cuenta con un retrato del prelado, óleo sobre lienzo, con la imagen de la VIrgen de los Desamparados de fondo cedido por el Instituto Secular de Operarias Parroquiales, obra de Agustín Segura.

Además de su implicación en esta tragedia, el obispo, cuya causa de canonización está en marcha desde 2013, dejó huella en la diócesis levantina, pues fue el artífice de la construcción del nuevo seminario de Moncada, de más de 180 parroquias y de la celebración de un sínodo diocesano en 1951. Asimismo, creó el Instituto Social Obrero destinado a la instrucción y formación de los trabajadores; fundó el Banco y la Tómbola de Nuestra Señora de los Desamparados para la ayuda de personas necesitadas, e impulsó la construcción de viviendas protegidas.