Un falso Edén - Alfa y Omega

Un falso Edén

Maica Rivera

La colección El libro de bolsillo de Alianza es un clásico para el verano. Y qué mejor que descolgarse en época estival con este clasicazo de la ciencia ficción en vísperas de la conmemoración del óbito de George Herbert Wells (agosto, 1946).

Nos situamos en el Londres de finales del siglo XIX, con un científico que fabrica una máquina para viajar en el tiempo. Aterriza con su ingenio sobre un jardín bucólico que representa un futuro de la humanidad aparentemente ideal. Flora y frutas encantadoras, mariposas brillantes y recibimiento con guirnaldas por parte de una población aniñada. Se trata de los eloi, una nueva raza, frágil y elegante, de pequeña estatura, exquisitos modales y belleza hética, ataviados con túnicas, pacíficos e ingenuos, de mente indolente e infantilizada correspondiente a un niño de cinco años. Más que atraer, pronto su delicada hermosura desasosiega con su isomorfismo en el ser y en el vestir, sus rostros barbilampiños y las redondeces afeminadas de sus extremidades.

Se infiere que la plácida edad de oro que han alcanzado no les ofrece estímulos ni acicates para crecer espiritual ni intelectualmente, habiéndoles dejado atrofiado incluso cualquier impulso artístico más allá de adornarse con flores, cantar y bailar al sol. Estamos ante la epifanía de nuestra famosa zona de confort elevada a su máximo exponente, lo que no hace sino acrecentar la sensación de soledad absoluta y desamparo que acompañan constantemente al protagonista. Sin embargo, en la práctica, al finalizar el día, no queda rastro de calma chicha, todo son miedos para los eloi: resulta que no existe el supuesto equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Porque bajo tierra vive otra raza que acecha al anochecer, nefanda, amenazadora y caníbal: los morlocks, que son como arañas nauseabundas, de grandes ojos brillantes para ver en la oscuridad y poder avistar a los eloi.

La utopía es en verdad distopía; manejamos la teoría espeluznante de que tal vez el paraíso artificial sea la granja donde los morlocks crían como ganado a los eloi que serán su cena. Incluso los visten, en una vieja tradición perpetuada. ¿Acaso los morlocks fueron obreros que se sublevaron? Esclavizados, confinados al mundo subterráneo en el pasado por los aristócratas de la superficie, habrían conseguido adaptarse al medio, hacerse fuertes en las adversidades y dominar el ecosistema a la vez que los eloi se habrían debilitado en la abulia con sus privilegios. Y qué terrible es el pasaje en que los morlocks huyen del fuego en manada, dañados por la luz que les ciega, mientras el protagonista pide a Dios que le despierte de tamaña pesadilla infernal.

Las metáforas de este paraíso terrenal socavado en lo profundo por túneles infestados de monstruos es tan poderosa que roza la alegoría. Sin dejar de tener fuerza el único punto de esperanza, encarnado en la amiga eloi que se hace el viajero en el tiempo, la dulce Weena, capaz de vivir de forma espontánea e instintiva los conceptos de amor y hogar, y cuidarlos. Esto queda simbolizado en las flores blancas que le mete en los bolsillos al viajero en el tiempo, y que este encuentra de regreso a su presente decimonónico.

La máquina del tiempo
Autor:

H. G. Wells

Editorial:

Alianza Editorial