Tercer aniversario de la encíclica Laudato si' - Alfa y Omega

Tercer aniversario de la encíclica Laudato si'

Pablo Martínez de Anguita
Foto: Efe / Cortesía Stefany Aquise.

Durante los días 5 y 6 de julio de 2018 tuvo lugar en el Vaticano la conferencia para celebrar el tercer aniversario de la publicación de la encíclica del Papa Francisco Laudato si. Quienes hemos tenido la suerte de asistir hemos quedado profundamente conmovidos al escuchar los testimonios de nativos de Groenlandia que han visto decrecer la capa de hielo de su tierra de cinco a dos kilómetros de altura con millones de litros por segundo de hielo inmemorial vertiéndose al océano, a la par que el testimonio de otros nativos de Tahití que han visto como la escuela donde estudiaron sus padres está ahora bajo el mar. Desde América, indígenas de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) nos han explicado como la minería extractiva y las compañías energéticas están destruyendo las aguas y bosques que han sido su sustento durante siglos.

En los últimos millones de años no habido tanto carbono en la atmósfera como ahora, por eso la frecuencia y gravedad de lo desastres naturales es cada año mayor. El cambio climático es una realidad consecuencia de nuestra falta de conciencia sobre el cuidado de la casa común. Nuestro modelo de consumo económico genera la destrucción de un territorio equivalente a un campo de fútbol por minuto con toda su pérdida de biodiversidad asociada. Pero también los grandes expertos como el presidente de la COP24 nos han explicado que aún estamos a tiempo de salvar el planeta de una destrucción sin igual.

Estamos ante nuestra última oportunidad para lanzar un rescate por nuestro clima y un Plan Marshall para nuestro planeta. Hace ocho siglos un hombre llamado Francisco recibió este mensaje: «Repara mi casa que como ves está en ruinas». Hoy un nuevo Francisco nos invita a un cambio tan grande como el que era necesario entonces, si bien, esta vez la casa no es sólo la iglesia si no el planeta entero. No podemos dejar pasar más oportunidades. He aquí lo que nos ha vuelto a decir el Papa en este encuentro: «Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones. La atenuación de los efectos del actual desequilibrio depende de lo que hagamos ahora mismo, sobre todo si pensamos en la responsabilidad que nos atribuirán los que deberán soportar las peores consecuencias» (LS, 161).

Es hora de mirar a nuestro planeta de otro modo, de aprender de los pueblos indígenas, para quienes «la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores» (LS, 141).

Es hora de cambiar hábitos, de convertirnos ecológicamente como nos invita el Papa Francisco, es tiempo de pedir compromisos ambientales a nuestros dirigentes y de asumirlos también nosotros, es hora de volver a ser hermanos y de celebrar nuestra vida y la de la tierra. Es tiempo de desterrar la avaricia, la arrogancia y la apatía que nos han traído esta crisis ambiental a la que parecemos ciegos y cuyos efectos ya los sufren los más vulnerables.

De este encuentro con el Santo Padre me quedo sobre todo con sus palabras de despedida para todos nosotros: «El Señor de la vida […] que se ha unido definitivamente a la tierra no nos abandona y en su constante amor nos ayuda a encontrar nuevos caminos».

Es tiempo de despertar. Es tiempo de cambiar. Es el momento de encontrar estos nuevos caminos y de actuar.