Juan Carlos Cruz: «Los obispos chilenos renunciaron porque se les pidió» - Alfa y Omega

Juan Carlos Cruz: «Los obispos chilenos renunciaron porque se les pidió»

El rostro más conocido de las víctimas de abusos por parte de sacerdotes en Chile narró ante un congreso de supervivientes cómo se han desarrollado los últimos meses. Afirma que cuando se reunió con monseñor Scicluna «por primera vez me sentí escuchado» por un representante de la Iglesia, y asegura que gran parte del documento que el Papa entregó a los obispos chilenos ha salido de sus encuentros previos con él y otros supervivientes de abusos

María Martínez López
Foto: REUTERS/Alessandro Bianchi

Este año ha sido para Juan Carlos Cruz, el principal rostro de las víctimas de abusos por parte de sacerdotes en Chile, «de locos». Especialmente dos momentos radicalmente opuestos pero no muy alejados en el tiempo. El primero en enero cuando el Papa Francisco, durante su viaje a Chile, defendió a monseñor Barros, acusado por varias víctimas de haber encubierto los abusos del padre Fernando Karadima, y puso en duda la sinceridad de Cruz y el resto de víctimas.

El segundo tuvo lugar solo tres meses después, en abril, cuando en una mañana nevada recibió en su casa de Filadelfia, mientras desayunaba leche y cereales, una llamada del Vaticano informándole de que el Santo Padre quería pedirle perdón en persona a él y a otros supervivientes. Así lo contó Cruz la semana pasada, durante su intervención mediante un vídeo grabado durante el encuentro nacional de la asociación de víctimas SNAP, y que recoge el National Catholic Register. Durante el encuentro, también mostró su convencimiento de que los obispos chilenos no renunciaron en masa por voluntad propia.

«No podía creerme lo que estaba oyendo» –recordó– mientras seguía por televisión el viaje del Papa, durante el cual dijo que quienes acusaban al padre Karadima lo hacían sin pruebas. Sintió tristeza, enfado y sorpresa, a pesar de que no era la primera vez que sus acusaciones eran recibidas con sospecha.

«Por primera vez me sentí escuchado»

Pocas semanas después –continuó el relato–, le llamaron de parte de monseñor Scicluna, arzobispo de Malta que había recibido del Papa el encargo de investigar la crisis chilena. Quería escuchar su historia. Acordaron hacerlo vía videoconferencia, pero el Papa pidió al obispo maltés que fuera cara a cara. Así que monseñor Scicluna voló a Nueva York de camino a Chile, y allí se encontró con Cruz el 17 de febrero.

Hablaron durante cuatro horas «dolorosas», durante las cuales «vacié mi corazón». «Fue diferente» a otras veces que había contado su historia ante representantes de la Iglesia –explicó–, porque «por primera vez me sentí escuchado, y que alguien quería hacer algo». Por eso se puso en contacto con otros supervivientes de abusos por parte de sacerdotes y les animó a hablar con el enviado del Papa. Al final, este logró entrevistarse con 64 personas.

El informe de 2.300 páginas fruto de estos encuentros impactó al Papa, y fue el origen de la llamada del Vaticano que recibió Cruz en abril. Sin embargo, dijo a su interlocutor que «a menos que el Papa me diera una señal importante» de buena voluntad, «no iba a aceptar el ofrecimiento».

La señal de Francisco, cuatro días después, fue la carta a los obispos chilenos en la que pedía perdón a todos los afectados por sus «graves errores» al valorar la situación de la Iglesia en Chile y las acusaciones de abusos. En esa misma carta, los convocaba a Roma.

«Es un nuevo día»

Antes recibió a Cruz, junto con James Hamilton y José Andrés Murillo, también afectados por los abusos. Habían aceptado reunirse con el Papa del 27 al 30 de abril, pero para evitar que fuera una operación de lavado de imagen por parte de la Santa Sede, elaboraron una lista de condiciones que compartieron con el Papa. «Estuvo de acuerdo con todas».

Cada uno de ellos se reunió con Francisco en privado durante dos o tres horas, y luego compartieron un encuentro conjunto. En el caso de Cruz, el encuentro empezó con la petición de perdón del Pontífice. «Me pareció muy, muy sincero». Más que su historia personal, los tres representantes de las víctimas trataron de transmitirle al Papa la dimensión de pandemia que habían alcanzado los abusos por parte de sacerdotes en Chile. «Le dije: “Santo Padre, no podemos permitir que esto continúe ni un día más. Está en sus manos hacer algo”. Estuvo de acuerdo. No fue divertido, pero me dio paz [saber que] podía hacer algo por mí y por los demás».

Dos semanas después, el Papa recibió a los obispos. En el primer encuentro, solo les dio un documento y les pidió que rezaran sobre él. Cuando este texto se publicó Cruz descubrió, para su sorpresa, que gran parte de su contenido había salido de las conversaciones que habían tenido ellos con el Papa.

También afirma que, «aunque hicieron que pareciera que renunciaban todos por propia iniciativa… sabemos que se lo pidieron». Todo ello le hace pensar que este caso se ha convertido en un «triunfo para todos los supervivientes». «No quiero sentirme como si se hubiera resuelto el problema porque es demasiado grande y la gente ha sufrido demasiado. Pero es un nuevo día, y ahora la situación de Chile se puede tomar como precedente».