Monseñor Osoro conmemora el genocidio armenio en la catedral - Alfa y Omega

Monseñor Osoro conmemora el genocidio armenio en la catedral

La catedral de la Almudena acogió, el pasado lunes, una Misa en conmemoración del centenario del genocidio armenio. El representante de la Iglesia apostólica armenia en España mostró su gratitud por la celebración, ya que «estos actos fortalecen la relación entre nuestras Iglesias»

María Martínez López

En estos días, en muchas partes del mundo se están celebrando actos en conmemoración del centenario del genocidio armenio, desencadenado por los Jóvenes Turcos el 24 de abril de 1915. Hasta 1923, un millón y medio de armenios, además de cientos de miles de asirios, fueron exterminados por ser no musulmanes y no turcos. Madrid no ha sido menos: el pasado lunes, el arzobispo monseñor Carlos Osoro celebró una Misa en la catedral de la Almudena con la comunidad armenia. A la celebración asistieron el Nuncio de la Santa Sede en España, monseñor Renzo Fratini; el archimandrita Sasun Zmroujtian, Vicario General para España y Portugal; y Avet Adonts, Embajador de Armenia en España.

El archimandrita intervino al final de la Misa para «agradecer el compromiso y la generosidad y expresar nuestra gratitud por la enorme importancia que adquiere esta Misa» por el «millón y medio de armenios víctimas de un crimen aún impune que aborrecemos y condenamos». El padre Zmroujtian mostró su agradecimiento también por las palabras de condena del Papa Francisco, en la Misa del pasado domingo en la que proclamó a san Gregorio de Narek Doctor de la Iglesia. «Estos actos fortalecen la relación entre nuestras Iglesias».

Después tomó la palabra el embajador de Armenia en España: «Estamos agradecidos en este año por compartir el dolor y mirar juntos al futuro. Recordar el genocidio no es momento para lidiar con nuestra pérdida, sino también para expresar agradecimiento a los países e individuos que prestaron ayuda, a quienes dieron refugio y hogar a los supervivientes. El pueblo armenio siempre ha sentido apoyo de la Iglesia católica», y España «es también uno de esos países que se ha convertido en una segunda patria para muchos armenios».

En la homilía, monseñor Osoro planteó la pregunta, a la que habían hecho referencia las lecturas, de por qué el hombre se empeña en destruir. «Estas preguntas surgen cuando vemos la situación en la que estamos viviendo», o que «vosotros habéis vivido». Parece «que estamos en una guerra permanente», ante la cual a veces «mantenemos un silencio cómplice». Y añadió: «El mal nunca viene de Dios, que es infinitamente bueno. Viene cuando no nos tratamos con arreglo a lo que de verdad somos los hombres, imagen y semejanza de Dios».

Mirar al otro como hermano

Profundizando en la respuesta a esta pregunta, monseñor Osoro explicó que «todos los hombres tenemos que hacernos un trasplante de ojos, de corazón, y tenemos que poner en circulación nuestras vidas. El Señor nos invita a que le dejemos hacernos un trasplante de ojos para ver al otro no como enemigo, sino como lo que es, como hermano». También tenemos que «tener el corazón de Cristo para amar desmedidamente». En el Triduo pascual «se nos ha invitado a nacer de nuevo con la vida de Cristo en nosotros, y a hacer el gran descubrimiento: que somos hombres y mujeres con valor eterno. Esto es lo que hay que establecer en el mundo para que las ideas distintas» no generen «estos atroces enfrentamientos entre los hombres».

Esta reflexión deja a los fieles una tarea, explicó monseñor Osoro: «Construir una cultura del encuentro en la que nos veamos» y tratemos a los demás «como hermanos. Esto no se hace con el miedo o la revancha. La humanidad ha vivido en los últimos tiempos tragedias tremendas. Hay que pedir coraje y audacia para cerrar heridas que quizá puedan seguir sangrando, que no han sido curadas, y que sólo puede curar el mismo Cristo. No hagamos memoria para lo que nos conviene, para instaurar la cultura de la muerte. Hagamos memoria desde la verdad y la justicia, para ejercer el título» más hermoso que tenemos, «el de hijos de Dios».

A continuación, el obispo de Madrid invitó a los asistentes a «orar por todos los golpeados por el descarte, y por la muerte en el pueblo armenio, sirio, asirio y caldeo. El Señor pidió al Padre que perdonara a los que lo habían crucificado». Nosotros debemos hacer lo mismo, «poniendo los ojos en Cristo resucitado, como hicieron los primeros discípulos». Y concluyó afirmando que «Dios nos da la gracia para devolver la dignidad a quien tengo a mi lado. Habrá dificultades, pero Dios lo puede todo».