Hermanas de la Cruz en Sevilla: 143 años de amor a los pobres - Alfa y Omega

Hermanas de la Cruz en Sevilla: 143 años de amor a los pobres

Comenzaron su labor en 1875 en un corral de vecinos de la calle San Luis; desde entonces, la sociedad ha cambiado mucho, pero ellas no, siempre fieles a su fundadora

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Hermanas de la Cruz en Sevilla. Foto: ABC/Juan Flores

53 casas repartidas entre España, Italia y Argentina, 17 residencias de ancianas, colegios de infantil y primaria, ocho residencias de niñas y sus diarios servicios a domicilio, a enfermos pobres, es un gran balance para un aniversario de 143 años. Las cifras suelen ser frías e impersonales pero en ese caso llevan nombres, apellidos y una historia dura y triste detrás.

Y acompañándolas la labor callada y constante de unas mujeres expertas en entrega, humildad, abnegación, renuncias y amor, muchísimo amor. Un amor tan grande que les hace observar con fidelidad las reglas que hace 143 años logró plasmar en su primer convento una zapatera sevillana, Ángela Guerrero González.

Bajo sus directrices intentó ser carmelita descalza en las Teresas, e incluso ingresó en el noviciado de las Hijas de las Caridad. Esta joven obrera, muy religiosa, a quien sucedían prodigios y que desde niña practicaba la caridad, cuando tenía 16 años conoció al padre Torres Padilla, conocido como el santero de Sevilla, que se convirtió en su director espiritual. Bajo sus directrices intentó ser carmelita descalza en las Teresas, e incluso ingresó en el noviciado de las Hijas de las Caridad. Pero no pudo ser.

En 1871, Ángela firma un billete en el que se compromete a ser monja fuera del convento y el padre Torres la autoriza a llevar el apellido que nunca la abandonaría: De la Cruz. Luego vendría el escribir cómo sería el Calvario que quiere construir para llevar a las almas a Cristo «haciéndose pobre con los pobres» y viendo a Jesús en los enfermos y necesitados. La vida de cruz «enfrente y muy cerca» de su Señor.

Un convento pequeñito

El día 2 de agosto de 1875, en un cuarto con derecho a cocina alquilado en un corral de vecinos, en la calle San Luis número 13, nacieron las Hermanas de la Cruz. Eran cuatro monjas sin hábito, sin convento al uso, sin capilla ni Santísimo Sacramento. Al alba las cuatro religiosas, Ángela Guerrero, Josefa de la Peña que fue quien puso el dinero para iniciar la aventura, Juana María Castro y Juana Magadán, acudieron al Monasterio de Santa Paula a oír la misa del padre Torres. Ese primer día Ángela de la Cruz nombró a la Virgen superiora del convento. Desayunaron y fueron a repartir limosnas y a visitar a los enfermos.

Por la ilusión y la emoción se les olvidó hacer el potaje. Se olvidaron de comer. En octubre de ese mismo año, solo dos meses después, gracias a unos amigos del Padre Torres de Cádiz y Jerez, lograron alquilar una casa en la calle Hombres de Piedra, en el barrio de San Lorenzo.

Presentaron sus respetos al párroco Marcelo Spínola y Maestre, con quien les uniría siempre una gran amistad. Ese mismo mes solicitaron al alcalde hacer cuestaciones en la ciudad y el cardenal las autorizó a vestir los hábitos que el padre Torres bendijo el día de Navidad. De esa fecha es la primera foto que se conserva de sor Ángela vestida de monja. El padre Torres llevó a un fotógrafo al convento. Sor Ángela de la Cruz tenía 29 años y su cara aniñada ocultaba una vida de penitencias y sacrificios.

Luego vendrían las casas de la calle Lerena, donde antes del año de la fundación tuvieron oratorio, y a donde en 1876 llegó la Virgencita de la Salud, a quien rezaba Sor Ángela de niña en la parroquia de Santa Lucía; la de la calle Cervantes y la definitiva de la calle Alcázares donde se encuentra hoy la Casa Madre. Y desde 1877 con la de Utrera comenzaron las fundaciones.

Desde que el instituto se puso en marcha, Sevilla valoró y se entregó a estas monjas de hábitos de parda estameña, que siguen conservando el carisma fundacional con una fidelidad absoluta. El cariño siempre ha sido mutuo a lo largo de estos 143 años.

Un carisma de santidad

Santa Ángela de la Cruz quiso seguir a Jesús con una entrega absoluta, y su amor por Él, reflejo del amor de Dios, lo volcó en los más desfavorecidos, los enfermos y los pobres. El carisma de su Instituto está muy bien trazado y tiene capacidad para dar muchos santos. La canonización de la fundadora el 4 de mayo de 2003 en Madrid, fue culmen y principio de un trepidante inicio del siglo XXI para las Hermanas de la Cruz. En solo siete meses en 2004 se abrió y se cerró el proceso diocesano de canonización de Madre María de la Purísima. En 2009 fue declarada Venerable y se aprobó el milagro atribuido a su intercesión. La beatificación tuvo lugar el 18 de septiembre de 2010 en Sevilla. Y cinco años y un mes más tarde fue canonizada en Roma.

Gloria Gamito / ABC