A vueltas con la sangre de la Sábana Santa - Alfa y Omega

A vueltas con la sangre de la Sábana Santa

¿Cómo es posible que los regueros de sangre que se observan en la Síndone conserven un color rojizo y no se hayan vuelto marrones con el paso del tiempo? Un equipo de investigadores italianos ha presentado una posible explicación: el alto contenido en bilirrubina en la sangre –fruto del maltrato físico–, y que esta estuvo expuesta al menos una hora a la luz solar

Colaborador

Si hace dos semanas saltaba a la prensa la publicación de un artículo de Garlaschelli que cuestionaba el comportamiento de los regueros de sangre en la Sábana Santa o Síndone, ahora acaba de publicarse otro artículo en la revista científica Applied Optics que confirma la presencia de sangre y contesta a una de las objeciones que se formulaban contra la apariencia de la sangre en el lienzo: es demasiado roja para la antigüedad que se le atribuye. Esta objeción sí es oportuna porque la sangre suele oscurecerse y tomar un tono marrón al cabo de poco tiempo.

La objeción que encontraban Garlaschelli y su coautor sobre la dirección de los regueros ya se había resuelto a mediados del siglo pasado, y los autores del nuevo artículo parecen desconocerlo. La explicación a los regueros de las manos la dieron Barbet y Ricci en los años 30 y 50 del siglo XX, concluyendo que cada brazo tenía en la cruz una inclinación diferente. El derecho estaba más inclinado que el izquierdo. El problema que encontraba Garlaschelli solo se planteaba al exigir sin necesidad que ambos brazos estuvieran con la misma inclinación. Pero esa simetría hubiera sido más propia de un artista. La realidad es más inesperada.

Y el otro reguero que cuestionaban es el que recorre la espalda al nivel de la cintura de lado a lado. Efectivamente, si estaba erguido en la cruz, la sangre no puede fluir en horizontal. Pero esta objeción también ha sido contestada más recientemente al notar que ese reguero está en el lienzo pero no tuvo que estar en el cadáver. Se produciría al colocar el cuerpo sobre el lienzo desde un lateral y gotear la llaga del costado según lo posicionaban.

Mayor calidad científica

La objeción del color sí es oportuna, como ya hemos dicho. Pero los investigadores italianos dirigidos por el físico Paolo Di Lazzaro, investigador de la Agencia Nacional para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Desarrollo Económico Sostenible (ENEA) de Italia, no han dado por falsa la Síndone a la primera oportunidad; sino que se han puesto a comprobar diversas hipótesis que pretendían justificar el notable color rojizo que todavía mantienen las manchas de sangre de la Sábana Santa después de tantos siglos.

Ellos sí han trabajado con datos extraídos de la Síndone, a diferencia de Garlaschelli, que realizó sus pruebas con maniquíes y sangres de laboratorio que no simulaban el caso real. Es de notar otra diferencia en la calidad científica de Di Lazzaro comparada con Garlaschelli: el físico del ENEA, parte de los resultados previos publicados, los analiza y progresa a partir de ellos. Este proceso está ausente en el trabajo de Garlaschelli.

Las hipótesis que han analizado en el nuevo artículo sobre el color de la sangre son las propuestas por otros investigadores; como que fuera debido a pigmentos en vez de sangre (McCrone), que se debiese al tratamiento de lienzo con saponaria (Arnoldi), que fuera debido a la bilirrubina y la albúmina (Adler), a la carboxihemoglobina (Bolone) o a una mezcla de sangre y pintura rojiza (Van der Hoeven). Por falta de datos comprobables no se ha podido descartar ni confirmar que el color rojizo sea debido al tratamiento del tejido con saponaria.
Bilirrubina y luz solar

Lo que han comprobado es que la bilirrubina es necesaria pero no suficiente. El aumento de bilirrubina por sí solo no conlleva un color rojizo de la sangre al cabo del tiempo. Lo que apuntan los resultados de su experimento es que una sangre con alto contenido de bilirrubina que se expone a una radiación ultravioleta (Goldoni) de baja dosis tiende a anaranjear con el tiempo (han esperado cuatro años).

¿De dónde puede venir el alto contenido en bilirrubina? Pues del maltrato sufrido, como en el caso de flagelación y crucifixión. En caso de hemólisis, hemorragia interna, reabsorción de hematomas o infarto hemorrágico aumenta el contenido de bilirrubina en sangre (Adler).

Di Lazzaro con su equipo

Como Di Lazzaro y su equipo no disponían de un individuo maltratado como lo fue Jesucristo, han utilizado sangre con alto nivel de bilirrubina debido a hepatitis. Esto es lo más asimilable al caso real entre lo disponible. Si ya tenemos la bilirrubina, falta la radiación ultravioleta de baja dosis. Las radiaciones láser y en particular la ultravioleta son la especialidad del equipo de Di Lazzaro. Ellos han comprobado que basta una corta exposición al sol para obtener la dosis ultravioleta necesaria.

En conclusión, que la radiación ultravioleta consecuencia de exposición al sol no enrojece la sangre a largo plazo. El alto contenido en bilirrubina, tampoco. Es necesaria la combinación de ambos factores para que se produzca el fenómeno. De ahí que el maltrato que se observa en el hombre de la Síndone justifique el color rojizo mantenido por la sangre si luego estuvo expuesto al sol al menos una hora para recibir la dosis UV necesaria.

Confirmado: es sangre

Los análisis de espectros de la Síndone realizados en 1998 y 2015 por el INRIM (Istituto Nazionale di Ricerca Metrologica) confirman la naturaleza hemática (sangre) de las manchas y descartan la presencia de carboxihemoglobina, que había propuesto Bollone pero muestran indicios de metahemoglobina. Esta sustancia es el resultado de la degradación secular de la hemoglobina.

Los autores proponen confirmar la presencia de sangre envejecida en el Sudario de Oviedo, ya detectada obteniendo muestras, por la observación del espectro de absorción en el UV próximo y el infrarrojo próximo como método no invasivo. Con este resultado, se confirma por enésima vez la presencia de sangre en la Sábana Santa y se aclara alguna de sus peculiaridades.

César Barta
Físico. Investigador del Centro Español de Sindonología