¡Es Jesucristo! - Alfa y Omega

¡Es Jesucristo!

No es oficialmente una reliquia, pero Juan Pablo II rezó ante ella en la catedral de Turín, y Benedicto XVI seguirá sus pasos en mayo, tras autorizar su ostentación extraordinaria, la próxima primavera, 15 años antes de la fecha prevista. El Presidente honorario del Centro Internacional de Sindología, Pierluigi Baima Bollone, acaba de presentar, en español, El misterio de la Sábana Santa: revelaciones y descubrimientos para el tercer milenio (Editorial Algaida), donde aparece sintetizado todo lo que hoy se conoce sobre esta extraordinaria tela

Ricardo Benjumea
Juan Pablo II ora en la catedral de Turín, durante su segunda Visita apostólica a la ciudad, en 1998, ante la Sábana Santa

«Con los elementos de juicio disponibles a día de hoy, lo razonable es concluir que el hombre de rostro desfigurado por la violencia, que se refleja en la Sábana Santa, es Jesucristo». El doctor Baima habla de modo despasionado. Quien se la juega a todo o nada es el ateo. «Si se demuestra que es auténtica, se derrumba todo su esquema. Si fuera falsa, a los investigadores creyentes esto no nos importaría, puesto que nuestra fe se mantendría inalterable. Por eso, la polémica proviene siempre de la otra parte».

Las fotografías tomadas de la Síndone en 1898 mostraron que la imagen se comporta como negativo, algo inexplicable en un objeto cuya existencia en Europa está probada, al menos, desde 1355. La excepción son las manchas, que la tradición había considerado siempre sangre (casi un siglo más tarde, Baima, entonces un joven profesor de Medicina Legal, comprobaría que, efectivamente, lo son). También inexplicables resultaban las imágenes de músculos sólo conocidos desde finales del siglo XIX.

La prensa francesa laicista denunció manipulación. En situación muy difícil debió quedar Yves Delage, miembro de la Academia de las Ciencias de París, ateo, pero convencido de la autenticidad de la Sábana. En 1902, presentó los resultados de sus investigaciones: el cadáver pasó envuelto en ella «no menos de 24 horas…, pero no más de unos días», puesto que no hubo putrefacción. «Una tradición, más o menos apócrifa, nos dice precisamente que esto le ocurrió a Cristo, muerto el viernes y desaparecido el domingo». Y concluyó: «El hombre de la Sábana Santa era Cristo».

El Carbono 14

El Secretario de la Academia se negó a imprimir en las actas esas palabras. Tampoco se aprobó la propuesta de Delage de iniciar una investigación. El científico no volvería a hablar del tema y, al menos públicamente, permaneció fiel a su ateísmo, interesante prueba de que el no creyente puede aceptar la autenticidad de la Síndone, apelando quizá a teorías esotéricas.

La última gran polémica se produjo a raíz de la prueba de Carbono 14 efectuada en 1988 por el Museo Británico. Antes de darse a conocer el estudio, ya hubo numerosas filtraciones a la prensa sobre la falsedad de la Síndone. Y los responsables de la investigación comparecieron exultantes, anunciando que la Sábana databa de entre 1260 y 1390 d. C. El Museo Británico organizó una exposición con el llamativo título: ¿Falso? El arte de la insidia.

Aquellos profesores se han negado después a debatir con investigadores que defienden la autenticidad de la Síndone. Pero han aparecido nuevas evidencias en ese sentido. Y se ha comprobado que la muestra analizada en 1988 correspondía a una zona remendada posteriormente. Por otro lado, en la Biblioteca Nacional Húngara, se ha comprobado que la Sábana está dibujada en el Códice Pray, el primer texto en húngaro, lo que demuestra que, ya en 1160, un artista en la actual Budapest la había conocido. Además, la aparición de la vainillina en los nudos de crecimiento del lino prueba que pertenece a una época anterior a la Edad Media.

Impactante es también el descubrimiento de la imagen de una moneda. En 1979, el jesuita estadounidense Francis L. Filas, en ampliaciones de fotos de 1931, descubrió caracteres alfabéticos en la cuenca del ojo derecho del cadáver, que atribuyó a una moneda del año 29 ó 30 de nuestra era, con un curioso error ortográfico en la palabra César (CAICAPOC, en lugar de KAICAPOC), igual que el encontrado en otro ejemplar, con seguridad de la misma acuñación. Los descubrimientos de Filas fueron recibidos con escepticismo, y se le impidió exponerlos en un congreso. El jesuita murió en 1982, sin saber que la informática le daría la razón.