Papa Francisco: La familia cristiana debe dar testimonio en las sociedades secularizadas - Alfa y Omega

Papa Francisco: La familia cristiana debe dar testimonio en las sociedades secularizadas

Las familias cristianas están llamadas a dar testimonio ante el mundo. La «buena noticia» de la familia «es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos», sobre todo «a través del testimonio de la vida» especialmente «en las sociedades secularizadas», dijo el Papa el viernes a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, en vísperas de la gran peregrinación de familias a la tumba de san Pedro con motivo del Año de la fe. «Las familias verdaderamente cristianas -remarcó el Papa- se reconocen por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, y el respeto a los ancianos»

RV

Roma acoge a miles de familias de todo el mundo, en peregrinación a la tumba de san Pedro, con motivo del Año de la fe. La cita estuvo precedida por la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, lo que dio ocasión a escuchar una primera intervención del Papa sobre la importancia de la familia cristiana de cara a la nueva evangelización.

El Pontífice lanzó además un mensaje hacia la sociedad y los gobiernos, y puso el acento en que, a menudo, se olvida hoy la familia, en un tiempo en el que prevalecen los derechos individuales y se olvida la dimensión comunitaria del ser humano.

La familia -dijo- es esa «comunidad» donde «se aprende a amar», hecha de rostros y de personas «que dialogan, se sacrifican por los otros y defienden la vida», en especial «aquella más frágil». De este modo, el puede calificarse a la familia, «sin exagerar», como «el motor del mundo y de la historia». La familia -prosiguió el Papa- es el lugar donde «la persona toma conciencia de la propia dignidad» y, «si la educación es cristiana», reconoce «la dignidad de cada persona, en modo particular de aquella enferma, débil, marginada».

«Todo esto es la comunidad-familia, que pide ser reconocida como tal, sobre todo hoy, cuando prevalece la tutela de los derechos individuales», dijo. «Tenemos que defender el derecho de esta comunidad: ¡La familia! Por eso han hecho bien en poner particular atención a la Carta de los Derechos de la Familia, presentada justamente hace 30 años, el 22 de octubre de 1983».

La familia -continuó- se funda sobre el matrimonio, que «es como si fuera un primer sacramento del ser humano, donde la persona se descubre a sí misma, se auto-comprende, en relación con los otros y en relación con el amor que es capaz de dar y recibir. El amor esponsal y familiar revela también claramente la vocación de la persona a amar en modo único y para siempre, y que las pruebas, sacrificios y las crisis de la pareja como de la misma familia, representan pasos para crecer en el bien, en la caridad y en la belleza».

En el matrimonio, «los esposos se donan completamente sin cálculos ni reservas, compartiéndolo todo, dones y renuncias», siempre confiando en la Providencia de Dios. Es ésta es la experiencia que «los jóvenes pueden aprender de los padres y de los abuelos». Se trata «de una experiencia de fe en Dios y de confianza recíproca», pero también de santidad, porque «la santidad supone el donarse con fidelidad y sacrificio cada día de la vida».

Luego, el Papa, puso el acento sobre dos fases de la vida familiar: «la infancia y la vejez». «Una sociedad que abandona los niños y que margina los ancianos corta sus raíces y oscurece su futuro», dijo. «Ustedes hagan evalúen nuestra cultura de hoy, con esto: cada vez que se abandona a un niño, y se margina a un anciano, se cumple no sólo un acto de injusticia, sino que también se sanciona el fracaso de la sociedad. El cuidado de los pequeños y de los ancianos es una opción de civilización».

Por lo demás, en estos tiempos, la «buena noticia» de la familia «es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos», dijo el Papa. Comunicarlo, sobre todo «a través del testimonio de la vida», especialmente «en las sociedades secularizadas». «Las familias verdaderamente cristianas -observó finalmente- se reconocen por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, y el respeto a los ancianos».