Los obispos españoles ofrecen al Papa su agradecimiento y oración - Alfa y Omega

Los obispos españoles ofrecen al Papa su agradecimiento y oración

Un agradecimiento profundo por su figura, el reconocimiento de sus extraordinarias dotes intelectuales y humanas, la confianza en que la Iglesia la guía Cristo, más allá del Sucesor de Pedro, y la invitación a la oración por Joseph Ratzinger, por la Iglesia y por su futuro sucesor. Son las impresiones de los obispos españoles ante la renuncia de Benedicto XVI a su magisterio, ofrecidas para guiar y alentar a sus fieles en esta nueva etapa de la Iglesia

Redacción

+ Antonio María Rouco, cardenal arzobispo de Madrid

El Papa Benedicto XVI ha servido a la Iglesia como un humilde trabajador de la viña del Señor, que aceptó la suprema responsabilidad de Pastor universal con obediencia a la voluntad del Señor que se le manifestó en la elección del cónclave después de la muerte del beato Juan Pablo II. Ningún aspecto de la vida humana ha quedado al margen de su corazón de Padre y Pastor de la Iglesia, preocupado por que el hombre pueda llegar a Dios por medio de Cristo, único Redentor. Sus encíclicas sobre la Caridad, la Esperanza y la convocatoria del Año de la fe muestran su interés por mantener a la Iglesia sobre el único fundamento que puede darle firmeza y estabilidad en los avatares de este mundo: la relación estrecha, viva y directa con Dios a través de la vida teologal.

El Papa sabe muy bien que la Iglesia está en manos del Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, que la guía con sabiduría hacia la meta final de la historia. Sabe también que el Espíritu Santo dará a su Iglesia un sucesor de Pedro que, dócil a sus inspiraciones, guiará a la Iglesia con la autoridad de Cristo, como él mismo y sus predecesores más cercanos lo han hecho. Al retirarse, sin embargo, nuestra gratitud se torna hacia él convertida en ardiente plegaria y en un profundo afecto eclesial porque supo aceptar por amor la carga que el Señor ponía sobre sus hombros cuando lo llamó a la sede de Pedro, del mismo modo que por amor a la Iglesia deja humildemente en manos de Cristo y de su Espíritu las riendas que otro tomará para confirmarnos en la fe y mantenernos unidos por el vínculo de la caridad.

+ Luis Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona

Esta decisión pone de relieve la profunda espiritualidad del Santo Padre, la lucidez con que ha tomado esta determinación y su gran amor a la Iglesia a la que ha querido servir siempre con la máxima entrega en los diversos ministerios que el Señor le ha confiado. Todos recordamos con mucha satisfacción la visita pastoral del Santo Padre Benedicto XVI a Barcelona con motivo de la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia y la visita a la Obra del Niño Dios. Esta visita dejó al Santo Padre y a todos nosotros un recuerdo inolvidable. Pido a todos los fieles expresar con nuestro afecto y nuestra oración la comunión eclesial con el Papa Benedicto XVI, Sucesor de San Pedro.

+ Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla

Es una persona coherente, leal a sus sensibilidades y que, como nos gusta decir, no da puntada sin hilo. Estoy seguro de que su decisión responde a una reflexión muy meditada y consultada con Dios. Benedicto XVI lo ha dado todo con gran sentido de la actualidad y de la humildad. Los Papas no se repiten. Cada uno toma la decisión que corresponde a ese momento. Lo que hoy se puede decidir con cabeza, a lo mejor no es posible en el futuro porque sería difícil hacerlo. Juan Pablo II siempre mantuvo la cabeza y sus cualidades a pesar de los dolores. Ya dije que este Papa nos iba a sorprender, pero yo pensaba en otro tipo de sorpresa… Benedicto XVI nos deja un pontificado marcado por la humildad de la verdad, la creatividad del intelectual y una indudable fe en la fuerza de la palabra de Dios.

Yo estoy rezando y ya me tiemblan las manos pensando en que tengo que introducir la papeleta [en el cónclave]. La Iglesia está en un momento en el que tiene que apostar por el diálogo con el mundo en general sin imponer nada, y no me refiero al mundo en un sentido geográfico, sino a toda una serie de conceptos como la familia, el desempleo, los jóvenes, la fidelidad a la evangelización, la escasez de las vocaciones y la formación de los nuevos sacerdotes… La Iglesia tiene que ser fiel a Jesucristo antes que buscar la credibilidad del aplauso.

+ Juan Antonio Martínez Camino, secretario general de la Conferencia Episcopal Española

Mi primer sentimiento fue de pena de que se nos vaya Benedicto XVI, un Papa al que debemos tanto, y sobre todo una gran clarividencia, un gran corazón y una firmeza tremenda para hacer lo que el Papa tiene que hacer. Todo su magisterio son palabras sopesadas, que salen de una inteligencia privilegiada, de un creyente de primera; y también de una persona que sabe bien cuál es el oficio del Papa. Destacaría su primera encíclica, Deus caritas est: es un anuncio de lo más importante que hoy hace falta, abrir las mentes y los corazones al amor verdaderamente infinito de Dios. Desde las acciones de gobierno están las iniciativas ecuménicas de creación de los Ordinariatos personales. Y, naturalmente, su presencia. Nadie pensaba que a la edad que tenía cuando se le eligió iba a poder tener esa presencia en todo el mundo.

En este momento parece que los problemas agudos, que tantos ha habido en estos años, no hay ninguno sobre la mesa, no hay una tempestad inmediata. Ahora es la hora de la serenidad, en la que él ha decidido que es el mejor servicio que puede despertar a la Iglesia. Su fe profunda, saber que los Papas pasan y que la Iglesia es conducida por la Providencia divina, es lo que pone de manifiesto esta decisión que le revela como un hombre de gran sentido espiritual y de gran fe. [En la cadena COPE]

+ Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos

Sorpresa, por lo inhabitual en la historia del Papado, y sobre todo por su capacidad de trabajo, a pesar de los muchos años, demostrada hasta estos momentos. No deja de ser un gesto, en cambio, digno de admiración. Gesto bello de humildad y al mismo tiempo de valentía. Sólo nos queda agradecerle de corazón su magisterio admirable, su sencillez, su entrega a la Iglesia de Jesucristo y sobre todo la cruz que ha llevado sobre sus espaldas para hacer este pueblo de Dios más acorde al corazón de Cristo. Os invitamos a seguir rezando, agradecidos, por él y para que el Señor nos conceda la gracia de contar con un nuevo Papa capaz de llevar a buen puerto la nave de la Iglesia.

+ Javier Martínez, arzobispo de Granada

El tiempo que ahora se abre, es para los fieles un tiempo de oración intensa y de confianza plena en el Señor de la Iglesia, en Jesucristo vivo y resucitado, y en el Espíritu Santo, que es su alma y quien la rige. Es el momento de recordar la promesa del Señor: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Y por eso el futuro de la Iglesia está en sus manos (que son las mejores manos), y no depende de los cálculos y estrategias de los hombres, y ni siquiera de nuestras cualidades medidas con medidas humanas. Las voces del mundo alzarán ahora su guirigay habitual de cábalas y especulaciones, en claves políticas, que son las que entienden. Pero para los cristianos es momento de centrarnos en la oración, y de cuidar, suplicando la ayuda de Dios, la comunión, la esperanza y la fe.

+ Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela

La anunciada renuncia al ministerio petrino del Papa Benedicto XVI es un acontecimiento que todos los creyentes hemos de acoger como una aceptación confiada de los designios de la Providencia de Dios. Esta decisión personal del Pontífice, que ha tomado en actitud de oración y con plena libertad, hemos de interpretarla con el mayor respeto, en comunión plena con él.

Si bien es cierto que la noticia ha sido recibida con sorpresa y que en estos momentos cualquier otra valoración sería prematura, no por eso dejamos de agradecer al Señor los años del Pontificado de Benedicto XVI, en los que se han puesto de relieve su magisterio clarividente, su entrega incondicional y su generosidad pastoral al servicio de la Iglesia universal y de la sociedad.

[Declaraciones a la cadena Cope]: Estoy seguro de que una vez más se pondrá de relieve la acción del Espíritu en ese conducir a la Iglesia más allá de lo que podemos planificar o imaginarnos. Debemos estar tranquilos, es el Espíritu el que indicará el camino a realizar.

+ Santiago García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz

¿Quién o qué le ha obligado a renunciar al ministerio papal? Si nos lo planteáramos así, reduciríamos tan significativa decisión, tomada por una persona universalmente reconocida como altamente inteligente y muy buena, a un simple acto de resignación, o quizás al sometimiento irremediable bajo el peso de una circunstancia superior al uso de su auténtica libertad. Es un motivo de gozo constatar que, con toda naturalidad y lejos de cualquier presión intraeclesial o llegada de la sociedad, el Papa toma, con plena libertad, una decisión de semejante trascendencia.

No cabe duda de que el hecho de haber examinado ante Dios reiteradamente su conciencia, según el mismo Papa nos dice, le ha llevado a decidir con auténtica libertad y, por tanto, con riguroso fundamento en la verdad. Esto es un motivo de gran satisfacción sobre todo en un mundo y en un momento en que abundan discursos, acciones, declaraciones y proyectos que anuncian un camino de libertad cuyo recorrido es la mutilación de la verdad, la claudicación ante los instintos y la búsqueda de intereses personales o partidistas.

Doy gracias a Dios porque nos regala preciosas lecciones de libertad coherente con la verdad y ejercida en el amor. Buen servicio éste en un momento en que el mundo se siente maltratado por corrientes, decisiones y promesas que, a poco que se las analice, se muestran lejanas a la verdad y que no pueden ofrecer a los hombres y mujeres la auténtica libertad. La Verdad de Dios hace libre al hombre. El Papa, con sinceridad y seria reflexión, ha tomado sus decisiones de acuerdo con la Verdad de Dios y ofreciendo, por ello, un ejemplo de libertad para quienes quieran entenderlo.

+ Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo

El arzobispo de Toledo señaló que «no se trata de una situación catastrófica al ser lo que ha querido el Señor dentro de su Iglesia» ya que a pesar de ello, la Iglesia «seguirá con otras características, pero no habrá cambio sustancial». «Ahora nos toca a los cristianos católicos orar y agradecer a Benedicto todo su trabajo y rezar para que los cardenales elijan bien al sucesor según su espíritu».

El arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, ha reconocido que, en «este momento denso de la Iglesia», debe «funcionar la cabeza, el corazón y la fe. La cabeza para ver que la eclesiología es inamovible, el corazón que te dice el amor que el papa ha puesto en su servicio impagable, y un deseo muy grande de orar, de estar firmes en la fe».

+ Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, monseñor Francisco Pérez, destaca que Benedicto XVI ha demostrado «una sinceridad, una nobleza y una humildad impresionantes». Añadía: «Me ha emocionado, porque había estado hace pocos días con él en Roma, me reconoció, conoce Navarra cuando estuvo aquí como cardenal y siempre ha sido muy cariñoso conmigo».

Sobre los años de Papado de Benedicto XVI, el arzobispo ha destacado «sobre todo la lucidez mental con la que nos ha ido llevando el mensaje concreto del Evangelio, ese amor a la Iglesia hasta las últimas consecuencias, en aquello que haya que purificar y fortalecer». A su juicio, ha sido un Papa «sencillo y humilde que se ha fiado de Cristo y ha llevado la verdad de Cristo a todos». El nuevo Papa «será aquel que el Espíritu Santo ya tiene guardado». Ha indicado además: «Es una realidad misteriosa, bella y hermosa».

+ Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo

«Tengo curiosidad por saber lo que puede pasar», ha afirmado, antes de mostrarse convencido de que «es Dios quien en definitiva mueve los hilos de la historia, quien toma esta decisiones, que no son improvisadas y quien considera el pastor mejor que la Iglesia necesita en estos tiempos».

«Ha sabido aunar la sencillez, la profundidad y la belleza en su producción teológica». Su teología «tiene en cuenta las preguntas de la gente, para que lo que podamos contar de Dios ilumine y acompañe». Para Sanz Montes, tras el «largo y fecundo» pontificado de Juan Pablo II, el de Benedicto XVI ha supuesto «una dulce continuación de los grandes temas de su antecesor» y el afianzamiento del Concilio Vaticano II.

+ Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla

Monseñor Asenjo reconoció que «quisiera que fuera un hombre de Dios, es el requisito básico, que tenga una profunda vida interior, que beba en la oración aquello que va a proponer o enseñar, que tenga una buena formación y que sea abierto a las urgencias, dolores y sufrimientos de la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Que tenga las antenas bien abiertas». En este sentido comentó que no cree «que nadie aspire a llevar sobre sus hombros una carga tan pesada. Al que le cae, la asume con alegría, nadie la busca, como ninguno buscamos el episcopado. Es un oficio que sobrepasa nuestras capacidades y nuestras fuerzas», concluyó.

+ Carlos Osoro, arzobispo de Valencia

El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, ha asegurado que Benedicto XVI «ha dejado una huella imborrable en todos nosotros que se manifiesta también en sus palabras de hoy», al comunicar su renuncia, en las que «se demuestra la grandeza de un ser humano excepcional».

«El momento es de una emoción singular porque las palabras del Santo Padre demuestran la talla espiritual, intelectual y humana de este hombre de Dios que ha dirigido la nave de Pedro», ha añadido el prelado, que ha descrito la renuncia de Benedicto XVI como «un momento excepcional e histórico, un momento de gracia», y ha añadido «en estas palabras nos ha manifestado lo que tiene que ser y ha sido el sucesor de Pedro y lo que él desea que sea».

+ Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza

La renuncia de Benedicto XVI «no se puede entender más que como un acto heroico al que el mundo no está acostumbrado porque en plena posesión de sus facultades mentales dice que renuncia». Benedicto XVI es «uno de los Papas más grandes de la Historia y esto, un Papa leal, sabio, leal con la fe, es una pérdida grande para la Iglesia», ha aseverado el arzobispo. «Muchos decían nos ha caído un inquisidor y ha salido todo lo contrario, un padre maravilloso, un hombre que lo sabe todo y lo sabe decir».

El arzobispo de Zaragoza ha indicado que «el Santo Padre ha entrado dentro de sí mismo, ha analizado su conciencia, y su conciencia le ha dicho que va perdiendo fuerzas y, consecuente con su conciencia, fiel a ese sagrario de la persona humana, ha escuchado la Palabra de Dios, la voz de su conciencia, y ha dicho no debo seguir». «No podía producirse en todo el mundo un signo tan claro, una señal tan verdadera y evidente de su santidad, de pureza, de buen hacer, de fidelidad a ese sagrario de la conciencia».

+ Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo

En este momento singular, queremos afirmar nuestra permanente unidad con el Sucesor de Pedro en el ejercicio de su ministerio, y también concretamente en esta decisión de su renuncia, que acogemos con obediencia filial. Y deseamos expresar nuestro profundo agradecimiento a su persona, a Benedicto XVI, por las muchas riquezas que hemos recibido por su mano de nuestro Señor.

Como Papa, ha cumplido su misión de mantenernos unidos en la fe y en la comunión en estos años no siempre fáciles, y ha sido para nosotros, con sus obras y sus palabras, presencia del Buen Pastor. Él forma ya parte para siempre de nuestra historia, y damos gracias a Dios por él. Pedimos al Padre que este sacrificio final suyo sea para él, para nuestro Papa Benedicto XVI, seguimiento y comunión con la entrega de Cristo en la cruz, y participe de su fecundidad, para la vida de la Iglesia y la salvación de los hombres.

+ José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez

El anuncio de la renuncia de Benedicto XVI ha sido recibido con un sentimiento de gratitud al Señor por habernos regalado su magisterio y pastoreo que, con fidelidad al Evangelio y capacidad de diálogo con la sociedad, nos ha guiado durante los últimos ocho años. La Iglesia puede congratularse de tener un Obispo de Roma de la talla de Benedicto XVI, que enarbola la grandeza de quien, encontrando alguna limitación a la gran capacidad demostrada durante los años de su pontificado, decide generosamente renunciar al ministerio por amor y humildad, creyendo en ello un beneficio para el Pueblo de Dios. Encomendamos al Señor esta nueva etapa. Sus enseñanzas nos seguirán acompañando y aportando luz en medio de un mundo que necesita, como bien ha enseñado durante su Pontificado, ser iluminado por la fuerza de la razón, de la verdad y de la fe.

+ Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander

Me dirijo a todos para expresar mi sentimiento de acción de gracias a Dios por el precioso don de la persona del Papa Benedicto XVI y por su fecundo y luminoso pontificado. A la vez, expreso mi serena pena por el gran vacío que deja en toda la Iglesia, a la que ha servido como «humilde trabajador en la viña del Señor», y acepto con espíritu de fe su decisión de gran importancia, que ha madurado ante Dios y ante su conciencia. Exhorto encarecidamente a todos los diocesanos a que encomienden a Dios al querido Papa Benedicto XVI, en señal de gratitud, para que le cuide en la nueva etapa de su vida, en la que quiere servir a la Iglesia con una vida dedicada a la oración. Pidamos a Dios un nuevo Papa como don de su bondad y de su providencia. A su elegido Dios lo sostendrá con su gracia para que pueda desempeñar fielmente la misión que le confía. Pongamos nuestra esperanza en el Señor, que cuida de su Iglesia hasta el final de los tiempos.

+ Julián López, obispo de León

Pasada esta primera sorpresa sólo cabe acoger con amor y obediencia, incluso con ternura, esta decisión comunicada con toda serenidad. Personalmente yo he recordado el momento en que el siervo de Dios Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, renunció al uso de la tiara como signo de sencillez evangélica depositándola sobre el altar de la basílica de San Pedro. Del mismo modo veo en este gesto de Benedicto XVI la libertad interior y el desapego.

Él mismo ha contado cómo, antes de ser elegido, esperaba tener por fin paz y tranquilidad, de manera que verse de pronto frente a la formidable tarea de Sucesor de Pedro, fue una especie de shock para él. Entonces se puso en las manos de Dios y acogió su voluntad. Hoy la ha acogido también, sin duda, porque Dios sabe cómo manifestar lo que espera de sus hijos. Por eso os invito a todos a que abriguéis sentimientos de profunda gratitud hacia el Señor por el ministerio del Papa Benedicto XVI, riquísimo en doctrina, valiente en decisiones y fecundo como sólo Dios sabe y la historia reconocerá.

Pero debemos también análoga gratitud hacia el todavía Sumo Pontífice. Oremos por él para que el Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María -hoy es la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes- le conceda la paz y tranquilidad a la que tiene también derecho. Realmente su ejemplo es valioso también para quienes llegan al límite de la edad o de las fuerzas en tareas no tan decisivas para la Iglesia.

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Exhorto encarecidamente a todos los fieles a que manifestéis vuestro amor filial al Papa rezando por él. Igualmente os pido a todos los católicos cordobeses dar gracias a Dios por la figura excepcional de Benedicto XVI, por todos los dones que ha concedido a la Iglesia y al mundo a través de su ministerio. Durante estos ocho años nos deja el testimonio de la entrega de su vida y de una doctrina abundante y excelsa. Unámonos a la oración de toda la Iglesia que en estos días vive este momento histórico y recordemos confiados en el Señor la promesa que nos hizo: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 20).

+ Juan del Río, arzobispo castrense

Un hombre rebosante de bondad, saber e inteligencia renuncia a su ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro. Tiene casi ochenta y seis años. ¡Qué hermosa lección de humildad! La humildad consiste en reconocer y asumir la verdad propia. Su clarividencia al darse cuenta cabal del paulatino descenso de su vigor, sin aferrarse a su posición de preeminencia como Pastor de más de mil millones de católicos, nos hace inclinar la cabeza, y quizás deslizar una lágrima, ante la sublimidad de un acto tal de desprendimiento de sí en favor de la Iglesia a la que tanto ama.

Hace cinco días, el 6 de febrero, como Arzobispo Castrense tuve la suerte de estar con Benedicto XVI, en su audiencia pública de los miércoles. El motivo fue agradecer al Pontífice el año Jubilar que concedió por el primer Centenario de la Virgen del Pilar como Patrona de la Guardia Civil. En este encuentro pudimos comprobar que se le veía con menos movilidad, pero con un rostro en el que brillaba su inteligencia y bondad. La chispa de luz de sus ojos no había disminuido en intensidad, prueba de una mente vivaz y escrutadora. ¡Adiós, hombre humilde, sabio y santo! ¡Dios te guarde en tu nueva vida de servicio a la Iglesia en la oración!

+ Ciriaco Benavente, obispo de Albacete

Por mi parte, siento profundamente la renuncia del Papa. Él venía prestando un admirable servicio a la Iglesia con su sencillez, con su finura espiritual y con su inigualable magisterio doctrinal. Entiendo la anunciada renuncia como una manifestación más de esa finura espiritual y de su amor a la Iglesia al sentir que le fallan las fuerzas. Estoy seguro de que las razones que le han movido a tan transcendental decisión no son otras que las manifestadas en el texto con que lo ha comunicado.

A la vez que damos gracias a Dios por el don que la vida y ministerio de Benedicto XVI ha sido para la Iglesia, invito a todos los diocesanos a orar, desde este momento, para que el Señor, por medio de los padres electores, conceda a la Iglesia el nuevo Pastor que en este momento necesita. No dudo de que Benedicto XVI pasará a la historia como uno de los grande Santos Padres de la Iglesia.

+ Esteban Escudero, obispo de Palencia

Era un 19 de abril de 2005, cuando el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio cardenalicio, fue elegido Sumo Pontífice, tomando el nombre de Benedicto XVI. A las 18:48, precedido por la Cruz, se asomó a la loggia para saludar a la multitud e impartir la bendición apostólica. De aquellas palabras… a las de la renuncia al ministerio petrino, distan ocho años de luminoso Pontificado, cumplido amor y humildad. Su misión continuará, siempre estará cerca de nosotros con su testimonio y su oración.

Como Benedicto XVI nos ha dicho «confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo», y miramos sin miedo al futuro. Y recogemos las palabras las del Santo Padre, del pasado viernes 8 de febrero: «El futuro es realmente de Dios: esta es la gran certeza de nuestra vida, el gran y verdadero optimismo que podemos tener. La Iglesia es el árbol de Dios que vive para siempre y lleva consigo la eternidad y la verdadera herencia: la vida eterna».

+ Eusebio Hernández, obispo de Tarazona

Su gesto y sus palabras conmovedoras que subrayan de modo claro y evidente la grandeza de corazón y la profunda humildad de un Papa como es Benedicto XVI. Desde [su elección] hemos conocido la grandeza del teólogo y del profesor Ratzinger que ha sabido poner la profundidad de su saber al servicio de todos con gran sencillez. Un verdadero pastor para la Iglesia que con su magisterio y sus obras más recientes, sus homilías, intervenciones, audiencias et ha sabido llegar al corazón y a las mentes de todos: intelectuales y niños, jóvenes y mayores, creyentes y alejados. Sus enseñanzas son muestra palpable de esa riqueza intelectual y de espíritu que brotan de un mismo corazón que ha deseado siempre servir con profunda y humilde pasión a la verdad de la fe y a la comunión de la Iglesia. Benedicto XVI se retira al silencio fecundo de la oración. Gracias Santo Padre por su amor, su entrega y su testimonio. Nuestra oración y cariño siempre le acompañarán como rendido homenaje de eterna memoria.

+ Adolfo González Montes, obispo de Almería

La libertad se fundamenta en la verdad, y ahora nos ha sorprendido con un ejercicio libre de su voluntad, pero pensando en el bien de la Iglesia, y esto es lo importante. Me quedaría con el servicio a la verdad de la fe que ha llevado a cabo, la clarificación de ideas. Es muy importante en tiempos de confusión, tiempos en los que pensamos que la opinión que cada uno tiene es portadora de verdad, pero no es así. Hay una verdad objetiva, y una objetividad dada por la revelación divina de la verdad, y esto es lo más importante, sin duda.