La prostitución nunca es una opción libre - Alfa y Omega

La prostitución nunca es una opción libre

Asociación Liberata

¿A quien beneficia la «profesionalización» de la prostitución? En Liberata hemos recogido las voces de algunas supervivientes. Su voz es potente y clamorosa. ¿Por qué nos las escuchamos? El lobby prostituyente promueve la «industria del sexo» como un estilo de vida para mujeres pobres. La industria o mercado del sexo tiene tres pies: los demandantes, los proxenetas y el Estado, que se convierte en prostituyente.

«Ningún derecho legal ni sindical protegerá nunca a las prostitutas de la violencia sexual». «La prostitución nunca es una opción libre». «Utilizar el término trabajo sexual viola derechos humanos básicos». Tanja Rham, danesa, superviviente de la prostitución, es así de tajante. A esta voz se une una lista de supervivientes, mujeres y organizaciones, que decidieron salir de un anonimato más que comprensible y hablar alto y claro: las argentinas Alika Kinan y Sonia Sánchez, Nomande Mihlali, sudafricana, o las españolas Marta Elisa de León (nombre ficticio), Carmen Lago y Amelia Tiganus.

Algunas entraron de forma llamada «libre» en la prostitución, aunque años más tarde, cuando salieron del infierno, descubrieron que eso no existe: A Sonia Sánchez un día el cliente la pegó una paliza. Cuando llegó la policía el hombre quedó libre y ella fue detenida (en Argentina en aquel momento la prostitución era ilegal). Al regresar a casa lloró y lloró y se vio a ella misma por primera vez en el espejo. «Ya no me mentí más, ya no me dije que era una trabajadora sexual porque libremente quería, que era libre porque fijaba mis precios y mi vida. No era verdad, no es verdad». Tanja denuncia: «Utilizar Trabajo sexual es una forma de seducir a la sociedad, para que piense que la prostitución es una opción libre comparable con otras profesiones».

Nomonde Mihlali, sudafricana, nos dice: «Cuando crezcan mis hijas, quiero preguntarles: ¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo? Si estás en la prostitución es imposible contestar esta pregunta». Dentro de la prostitución o incluso si consigues salir, se sufre depresión, ansiedad, penamientos suicidas, Síndrome de Stres Postraumático, problemas para involucrarse en relaciones personales (sobretodo con hombres), y problemas con la propia sexualidad….

La surafricana pasó de defender la legalización a luchar por su abolición. La contrató una organización pro-legalización de la prostitución. «El concepto era atractivo en un principio, porque sentí que entendía nuestra situación extrema. Trabajadora Sexual sonaba más digno que la sucia palabra prostituta, y fortaleció mi activismo contra la implacable brutalidad de la policía. Sin embargo, la prostitución en sí misma no cambió, así que nunca creí que pudiera ser trabajo.». Viajó por varios países africanos y pudo ver la situación de muchas mujeres. «En Nueva Zelanda donde la prostitución está totalmente descriminalizada, entrevisté a una mujer en un prostíbulo. Expresó su neutralidad sobre la ley pero dijo que no servía para las mujeres y eso fue suficiente para mí. Me explicó que antes de la ley, las mujeres trabajaban en las calles sin protección, pero muchas veces con independencia de los proxenetas.

Después de la descriminalización, tuvieron que entrar en los prostíbulos beneficiando solamente a los proxenetas y dueños de estos establecimientos. Ella dijo que la ley solo abordaba la brutalidad de la policía, pero que todavía eran vulnerables al VIH/SIDA y a la violencia de los clientes; además, los administradores de los prostíbulos negociaban con los clientes y no con las mujeres». «No quiero que mis hijas o mis futuras nietas estén en una posición donde tener una vagina es la única calificación que se necesita para un «trabajo» o para pagar por su educación».

Sonia, Nomonde, y Tanja trabajan con supervivientes y afirman que ninguna de ellas reconoce la prostitución como trabajo. ¿Por qué esta operación propagandística entonces?. Nomonde nos da una clave: «Los retos son significativos porque el movimiento pro «trabajo sexual» tiene mucha financiación y el movimiento abolicionista en cambio, no lo tiene. Mis jefes anteriores ahora me acusan de trabajar para la derecha y dicen que quitar la capacidad de decisión a las mujeres es peligroso. Lo peligroso son los hombres blancos y privilegiados y los académicos que promueven la industria del sexo como un estilo de vida para mujeres pobres y negras». En España, las acusaciones de «feminismo burgués» contra los que han alzado la voz por la creación de un sindicato de «trabajadoras sexuales» en Cataluña no se han hecho esperar.

Amelia Tiganus, superviviente y militante de feminicidio.net, es tajante: «¿Sabes quienes son los más interesados en esa supuesta legalización? Los proxenetas, porque pasarían de ser explotadores sexuales a ser empresarios con trabajadoras o trabajadores a los que, como mucho, encubrirían cualquiera de sus actuaciones bajo el manto de la explotación laboral, que no es lo mismo que la sexual».

Sonia Sánchez además denuncia la complicidad política del discurso pro-legalización: «No llega el dinero de los organismos internacionales para restituir los derechos de estas mujeres, sino para sostenernos como putas». Amelia va más allá: Fui victima de un sistema prostituyente, del que forman parte los demandantes de prostitución, los proxenetas, y el Estado. Nomonde clama: «La mujeres africanas ven como muchas de nosotras están muriendo muy jóvenes. Necesitan cariño y amor, y no el estatus legal de trabajadoras sexuales. Suráfrica no puede volverse un país donde la prostitución es lo que nos queda a nosotras cuando nos han quitado todo lo demás. Las mujeres y las niñas merecen justicia e igualdad, no la prostitución».

Si todavía te quedan dudas escucha y lee el testimonio de las supervivientes: www.liberata.org