Vayamos y muramos con Él - Alfa y Omega

Vayamos y muramos con Él

Prepararse con espíritu misionero para irradiar «una luminosidad espiritual que se hace visible para todos los que se acercan a la Iglesia», es la petición del cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, para estos días santos. «Un arranque de generosidad, como el apóstol Tomás, de ir y morir con Él», o ayudar a los sacerdotes de pueblos pequeños en los actos litúrgicos, son otras peticiones de los obispos españoles para esta Semana Santa

Redacción
El obispo de León, monseñor Julián López, durante la bendición de los Ramos, el pasado domingo

Una Semana Santa con espíritu misionero

Es la segunda Semana Santa de la Misión Madrid. Vivirla con espíritu misionero es un imperativo personal y pastoral de insoslayable necesidad, por coherencia interna con la forma de concretar la respuesta de la Iglesia diocesana a los desafíos del momento histórico de nuestra sociedad.

Vivir misioneramente la Semana Santa equivale a hacerse eco sentido, conmovedor y vibrante de lo sucedido con Jesús en los días más trascendentes de toda la historia de la Humanidad. Participando en las celebraciones litúrgicas con espíritu de dolor con Cristo dolorido; es decir, viviendo la Liturgia de los días santos con el alma arrepentida y perdonada en el sacramento de la Penitencia. De este modo, los misterios de la Última Cena, de la Pasión y de la muerte en la cruz se reflejarán a través de la comunidad de los creyentes, convertida a la renovada gracia del amor misericordioso con una luminosidad espiritual que se hace visible para todos los que se acercan a la Iglesia y se quedan con nosotros.

La fuerza misionera de la liturgia de los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo encuentra, además, en la piedad de nuestro pueblo, madurada a lo largo de una historia de fe más que centenaria, una vía excepcionalmente valiosa para su expresión pública. Nuestras procesiones de Semana Santa constituyen uno de los testimonios más populares —es decir, más nacidos del alma del sencillo pueblo de Dios— y más clamorosamente patentes del sí de su fe —¡la fe de los sencillos de corazón!— en Jesucristo redentor del hombre: de una fe que se convierte en sentimientos y en gestos de esperanza cuando se dirigen a Él y a su Santísima Madre.

Dispongámonos con el corazón conmovido y gozoso, viendo entrar a Jesús en nuestras ciudades y pueblos, acompañado con nuestros cánticos de júbilo, a celebrar la Semana Santa con tal piedad y devoción que, en el Domingo de Resurrección, el Aleluya pascual resuene con el entusiasmo y la alegría de saber que, con Jesucristo resucitado, hemos triunfado sobre el pecado y sobre la muerte, y que esa noticia ha llegado a todos los que comparten con nosotros el camino de la vida como un camino de esperanza.

+ Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal arzobispo de Madrid

Vayamos y muramos con Él

Cuando todos los apóstoles estaban temblando de miedo ante el anuncio de la Pasión, Tomás tuvo un arranque de generosidad: Vayamos y muramos con Él. Luego, cuando llegue la hora de la verdad, desaparecerá del escenario, como desaparecieron Pedro y casi todos los demás. Cuando Jesús resucita de entre los muertos, no les echa en cara este acobardamiento, sino que se muestra cariñoso con ellos, lleno de misericordia. A Jesús le gustan nuestros arranques, nuestros buenos deseos, que brotan del amor verdadero, aunque tantas veces nos quedemos luego cortos en la realización. En estos días santos, dejemos que nuestro corazón se arranque como una saeta de amor a Jesús y a su bendita Madre, cuando contemplemos los distintos pasos del escenario de la Pasión, muerte y resurrección del Señor. ¿Se quedará sólo en buenos deseos? Seguro que no, pues también en nosotros los buenos deseos, antes o después, generan buenas obras. Que Vayamos y muramos con Él sea para cada uno de nosotros como un arranque de buenos deseos. De estar con Jesús y no dejarle nunca, y de salir al encuentro de tantas personas que sufren a nuestro alrededor. No podemos permanecer impasibles ante tanto sufrimiento: el que Cristo nos manifiesta en su gloriosa Pasión y el que padecen tantos hermanos nuestros, que no tienen ni para comer. Que la Semana Santa constituya un nuevo impulso para seguir de cerca a Jesús. Y que ese amor que brota del corazón de Cristo mueva el nuestro para atender tantas necesidades de nuestro entorno.

+ Demetrio Fernández
Obispo de Córdoba

Una semana muy especial

A pesar de encontrarnos inmersos en una sociedad cada vez más escéptica y laicizada, donde los sentimientos religiosos parece que debemos esconderlos, durante estos días, en el ambiente de nuestros pueblos y villas, también en la capital de la diócesis, parece que se respira de otra manera.

Mi deseo sería que en todas las comunidades eclesiales pudierais tener alguna actividad religiosa, aunque no pueda estar presente vuestro sacerdote. No os podéis imaginar cómo me acuerdo de aquellas comunidades que no pueden ser atendidas como yo quisiera, y vosotros merecéis, pero las necesidades son muchas. No os dejéis llevar por particularismos, y no caigáis en la tentación de pensar que sólo debéis asistir a los actos que se organicen en vuestra parroquia, negándoos a asistir a los que se celebran en las vecinas. Todos somos hijos de la Iglesia católica que se reúne para celebrar los divinos misterios. ¡Ayudad a vuestros sacerdotes! Estad cercanos a ellos, y atended con especial cariño a los que son mayores.

Los días de Semana Santa son una ocasión especial para abrir nuestro corazón a la gracia, preparando una buena Confesión y acercándonos a la Comunión con espíritu humilde. En la medida de vuestras posibilidades, ayudad a vuestros hijos, nietos y amigos a que se acerquen a los sacramentos. Ese Aleluya de la Resurrección debe ser nuestro grito victorioso contra todo signo de maldad, de pecado y de muerte, porque el cristianismo es la religión de la Vida y el Amor.

+ José Leonardo Lemos
Obispo de Orense