¿Hemos olvidado la compasión? - Alfa y Omega

¿Hemos olvidado la compasión?

Manuel María Bru Alonso

No hay mal que por bien no venga y, de la penosa polémica suscitada por el capítulo VIII de la exhortación apostólica Amoris laetitia, cien por cien magisterio del Papa, hemos aprendido algo: que no quedó para los anales del siglo XIX y XX el integrismo en la Iglesia, sino que pulula a sus anchas en pleno siglo XXI, sobre todo esa forma de integrismo que consiste en la cansina contradicción entre una defensa a ultranza de la tradición y el ataque al último garante de la tradición que es el magisterio del Sucesor de Pedro. O, como dice el refrán castellano, ser más papista que el Papa.

El cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, ha tenido a bien regalarnos este pequeño libro para aclarar las cosas, con un meritorio y logrado esfuerzo divulgativo. En el contexto de la exposición de la doctrina de la Iglesia con respecto al matrimonio y la familia, nos explica cuál es la actitud pastoral de la Iglesia hacia aquellas personas que se encuentran en situaciones familiares irregulares, así como cuáles son las condiciones subjetivas o de conciencia de las diferentes personas en las diversas situaciones y el concomitante problema de la admisión a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. También la relación entre doctrina, norma general y personas individuales en situaciones particulares, y el significado de la integración y participación en la vida de la Iglesia de las personas en situaciones irregulares, para terminar con un breve apunte sobre la hermenéutica de la persona en el Papa Francisco.

Este último punto es el quid de la cuestión: que el Papa «se enfrenta a los conocidos riesgos del pastor de la oveja perdida y del padre del hijo que regresa. El pastor puede herirse, el padre puede sufrir la contestación del hijo mayor –tal vez más dolorosa que la herida–, que no comprende por qué el padre acoge con amor al hijo pecador». Y se pregunta el autor: «Acogiendo al pecador, ¿justifico el comportamiento y abjuro de la doctrina?». No, si se acompaña a la persona. Y, si el fruto del discernimiento conduce al acceso a los sacramentos, este paso no pondría en cuestión ni la indisolubilidad del matrimonio, al no cuestionar la objetividad de la irregularidad de la situación, ni la doctrina de siempre sobre la sinceridad del arrepentimiento y la gracia santificante como requisito para ser admitido al sacramento de la Eucaristía, dado que lo que habría permitido ese paso es la constatación de que existe un propósito de enmienda, pero también unas limitaciones, al menos temporales, para realizar esa enmienda. ¿Y en qué consisten estas posibles limitaciones? Todos las conocemos a no ser que vivamos en otro planeta. Pero para seguir el hilo argumentativo, mejor es leerse este librito, para salir de dudas y, sobre todo, para no entrar en la vieja trampa de poner en contradicción caridad y justicia, corrección fraterna (no como espacio, sino como proceso, es decir, como acompañamiento) y compasión cristiana.

El capítulo VIII de la exhortación apostólica pos-sinodal Amoris laetitia
Autor:

Cardenal Francesco Coccopalmerio

Editorial:

PPC