Todo listo para un acuerdo entre la Santa Sede y China - Alfa y Omega

Todo listo para un acuerdo entre la Santa Sede y China

«Para esto llevamos años trabajando», ha dicho esta semana el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Papa

Redacción

La información la adelantaba esta semana el Global Times, diario oficioso del Partido Comunista Chino que se edita en inglés para ser leído en el exterior.

La confirmación llegaba por medio de «una fuente del vaticano» en la revista jesuita America: una delegación de alto nivel de la Santa Sede viajará a la capital china a finales de mes para la firma de un acuerdo sobre el método de nombramiento de los obispos, que permitirá tanto China como la Santa Sede tener voz en el asunto, si bien se habría garantizado que el Papa debe tener la última palabra, con un método similar al que contemplaba el Concordato del Vaticano con la España de Franco, en el que se concedía al jefe de Estado el “derecho de presentación” de obispos, pero correspondía finalmente elegir al Obispo de Roma.

Ninguna de estas informaciones aclara si se contempla también el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, rotas desde rotas desde 1951, dos años después de la llegada al poder de Mao que expulsó al nuncio.

Será un acuerdo provisional

Según la información de America, se trata de «un acuerdo provisional» que se revisará en algunos años. Las fuentes consultadas por la revista aseguran que para la Santa Sede no es «un buen acuerdo», si bien advierten de que es el único posible en el contexto actual.

Desde la instauración del régimen comunista, China solo permite el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China, perteneciente al Gobierno. Un modelo similar se aplica a las demás confesiones religiosas, que deben someterse a la autoridad del Estado.

Los obispos legítimos que permanecen fieles al Papa viven una situación cercana a la clandestinidad. En la situación actual, todo obispo reconocido por el Gobierno debe ser miembro de la Asociación Patriótica, por lo que muchos obispos nombrados por el Vaticano se han enfrentado a persecución.

Los católicos están divididos entre aquellos que son parte de comunidades clandestinas que reconocen al Papa como máxima autoridad de la Iglesia y quienes pertenecen a la Asociación Patriótica Católica, controlada por el Estado chino, donde los obispos son nombrados por el Gobierno.

A la hora de la verdad, sin embargo, a menudo, como reconoció Benedicto XVI en su carta a los católicos chinos de 2007, las diferencias entre la Iglesia oficial y la subterránea a menudo no son ni mucho menos tan acusadas.

Se estima que en el país hay unos 12 millones de católicos, un número que permanece estancado desde hace varios años, frente al rápido crecimiento de las comunidades protestantes, sin las limitaciones que afronta en China una organización tan jerarquizada como la Iglesia católica.

Misa de una comunidad de la Iglesia subterránea

Negociaciones desde 2014

La Santa Sede y China negocian este acuerdo desde 2014. En diciembre de 2017, una delegación vaticana viajó a China para abordar un relevo episcopal. Según informó en febrero el diario Wall Street Journal, uno de los obispos, de 87 años, se retiró para dar paso a un obispo respaldado por el Gobierno.

El posible cambio de rumbo en las relaciones del Vaticano y China no ha estado exento de polémicas. El arzobispo emérito de Hong Kong, cardenal Joseph Zen ze-kiun, publicó una carta el 29 de enero en la que mostraba sus discrepancias.

El portavoz del Vaticano, Greg Burke, rechazó las críticas del cardenal chino y aseguró que «el Papa está en constante contacto con sus colaboradores, en particular de la Secretaría de Estado, sobre las cuestiones chinas, y está informado de manera fiel y detallada por ellos sobre la situación de la Iglesia Católica en China y sobre los pasos continuos del diálogo entre la Santa Sede y la República Popular de China, a los que acompaña con especial cuidado».

Por su parte, el secretario de Estado del Papa, el cardenal Pietro Parolin, precisó que «la Iglesia en China no pretende sustituir al Estado, sino que desea ofrecer su contribución serena y positiva por el bien de todos». Frente a la perspectiva de un conflicto permanente, la Iglesia –añadió– «desea encontrar soluciones pastorales realistas que permitan a los católicos vivir su fe y proseguir juntos la obra de evangelización en el contexto chino». «En China no existen dos Iglesias, sino dos comunidades de fieles que están llamadas a cumplir un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad», dijo en una entrevista a La Stampa.

El cardenal Parolin

«La Santa Sede –añadió– conoce y comparte los graves sufrimientos que soportan muchos católicos en China y su generoso testimonio del Evangelio». El motivo principal por el que la Santa Sede ha buscado el acuerdo son precisamente estas probadas comunidades locales, si bien para el Vaticano era crucial que se reconociera «la libertad de la Iglesia» y el derecho a al «nombramiento de los obispos» deben garantizarse.

La fórmula encontrada (el gobierno presenta sus candidatos, pero Roma elige) parece satisfacer a las dos partes. Se trata, además, de un momento decisivo, ya que muchos de los obispos fieles a Roma se están acercando a la edad de 75 años, cuando deben presentar su renuncia.

A fines de diciembre de 2017, había 101 obispos en China (aunque algunos han muerto desde entonces). De ellos, 65 son reconocidos por las autoridades chinas y 36 pertenecen a la iglesia subterránea y se niegan a ser parte de la Asociación Patriótica.

No se contempla un viaje del Papa

Mientras tanto, el Papa ha mostrado en numerosas ocasiones su deseo de viajar a China. «Las puertas del corazón están abiertas y creo que hará bien a todos un viaje a China. Me gustaría hacerlo», dijo en el avión de regreso el avión de regreso tras su viaje a Birmania y Bangladés a finales de 2017.

Por ahora, sin embargo, el sueño tendrá que esperar. «¿Un viaje del Papa a China? No hay absolutamente nada en este momento», ha aclarado esta semana el cardenal Parolin frente a la desmedida euforia de algunos desatada por la inminencia de un acuerdo.

Agencias / Redacción