No es un mito urbano - Alfa y Omega

No es un mito urbano

Entre el 5 y el 10 % de los trasplantes que se realizan en el mundo son ilegales. La mayoría de donantes, pobres de países asiáticos, malvenden sus órganos a ricos de países desarrollados que no pueden o no quieren esperar a operarse por la vía legal. Varios expertos en tráfico de órganos participaron, el pasado fin de semana, en una sesión plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales sobre la trata de personas

Cristina Sánchez Aguilar
Hombres de Lahore, Pakistán, muestran sus cicatrices tras vender su riñón

Según la Organización Mundial de la Salud, el mercado negro de órganos humanos mueve unos 10.000 trasplantes al año, es decir, que entre el 5 y el 10 por ciento se hacen bajo alguna forma de comercialización ilícita. El Papa, preocupado por la trata de personas en todas sus facetas, pidió expresamente a monseñor Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que se abordase el problema del tráfico de órganos en las reuniones periódicas que tienen lugar en el Vaticano sobre la trata de personas desde el inicio de su pontificado, en colaboración con varios Gobiernos, ONG y líderes de otras religiones.

El pasado fin de semana, una veintena de expertos se reunieron, en la Casina Pio IV, para proponer sugerencias de cara a una posible convención de Naciones Unidas sobre trata en septiembre. Una de las tardes se dedicó a debatir sobre la situación del tráfico de órganos en el mundo, algo que, hasta hace bien poco, muchos calificaban de leyenda urbana. Pero es más real de lo que se pensaba, aunque todavía «se haya investigado poco», afirma Nancy Scheper-Hughes, antropóloga de la Universidad norteamericana de Berkeley y una de las ponentes de la reunión vaticana.

El pasado mes de marzo, 14 países firmaron un convenio internacional contra esta práctica, entre ellos España. El objetivo de esta alianza es, además de castigar el crimen, fomentar la cooperación internacional. Porque, como asevera Scheper-Hughes, «hay redes criminales internacionales que involucran hasta a cuatro países: los médicos proceden de un país, el traficante de otro, el que vende el órgano puede estar en otro, y, por último, el comprador».

Los donantes, los más vulnerables

La práctica totalidad de donantes ilegales son personas con escasos recursos de países como India, Pakistán o Filipinas, que no dudan en vender un órgano –la mayor parte de las veces un riñón– a cambio de una buena cantidad de dólares. Scheper-Hughes, experta en el tráfico de riñones, afirma que los donantes «vuelven a sus casas dos días después de la operación, extremadamente débiles, con heridas que no se curan. Y se encuentran con que les echan de su puesto de trabajo, pierden el honor y hasta las esposas. Porque la mayoría de las veces no saben lo que están haciendo, o no saben que es ilegal».

La profesora norteamericana recuerda el escándalo Netcare, en el que se acusó a un grupo de hospitales privados sudafricanos de haber realizado, entre 2001 y 2003, 109 trasplantes ilegales de personas sin recursos de Israel, Brasil y Rumania, que vendieron sus riñones a israelíes de clase alta de manera irregular. «Conozco el caso de toda una familia de un barrio marginal brasileño, madre, padre e hijo de 15 años, que fueron reclutados en su país y enviados a ser operados a Sudáfrica», añade en conversación con este semanario.

Menos documentada está la posible existencia de secuestros o asesinatos para conseguir los órganos. Scheper-Hughes menciona el caso de «las 500 personas desaparecidas durante el conflicto albano-kosovar, en 1999». En 2001, la Unión Europea envió a Albania un fiscal para investigar lo ocurrido, y una de las conclusiones presentadas por el relator suizo del Consejo de Europa, Dick Marty, es que líderes del Ejército de Liberación de Kosovo habrían secuestrado a serbios y traidores albaneses, para trasladarlos a centros secretos de detención en el norte de Albania y extraerles sus órganos.

En 2014, saltó la alarma en España tras producirse el primer intento de compraventa ilegal de órganos. Según Alicia Verdú, criminóloga y autora de la investigación Tráfico de órganos: una amenaza silenciosa, «nuestro país tiene una situación privilegiada, porque somos líderes mundiales en donación y trasplantes desde hace 22 años». Pero hay que estar más alerta que nunca, sobre todo por las dificultades económicas que atraviesan cada vez más personas. De hecho, en esta operación del pasado año desarticulada por la policía, se ofrecían hasta 40.000 euros a inmigrantes sin papeles para someterse a un trasplante de hígado que iba a ser adquirido por un libanés.

«Muchas veces la esclavitud está protegida por las instituciones»

«En un sistema económico mundial dominado por el lucro, se han desarrollado nuevas formas de esclavitud, en algunos aspectos, peores y más inhumanas que las del pasado. Aún más ahora, estamos llamados a denunciarlas y combatirlas. Tenemos que tomar más conciencia de este nuevo mal que el mundo desea ocultar. A nadie le gusta admitir que, en su ciudad o en su propio barrio, hay nuevas formas de esclavitud».

«Toda la sociedad está llamada a crecer en esta conciencia. También la legislación nacional e internacional, con el fin de garantizar que los traficantes se pongan ante la justicia y se redistribuyan sus ganancias injustas para la rehabilitación de las víctimas. Se deben buscar los mecanismos más adecuados para penalizar a los que son cómplices de este mercado inhumano».

«Estamos llamados a mejorar la inclusión social de las víctimas y actualizar los reglamentos en materia de asilo. Muchas veces estas nuevas formas de esclavitud están protegidas por las instituciones que tienen que defender a la población de estos crímenes».

Del discurso del Papa a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales