La sororidad - Alfa y Omega

Empiezo a escribir de vuelta a Madrid. La Diputación de Alicante me ha invitado a participar en una mesa redonda para compartir mi experiencia con mujeres víctimas de la trata con fines de explotación sexual. ¡Qué bien que en las agendas de las instituciones públicas tenga lugar el drama que viven las mujeres!

Enredada en mis pensamientos, mirando por la ventanilla del tren mientras el sol se va poniendo, llueve. Me siento muy agradecida por la oportunidad de volver a la ciudad donde inicié mi vida como adoratriz. Ahora hay dos comunidades, una de hermanas mayores, y en la otra un proyecto para acoger a mujeres en situación de exclusión o en contextos de violencia.

Rememoro la visita a las hermanas mayores, la alegría del encuentro: besos, abrazos, risas, recuerdos, anécdotas… El gozo de una vida de entrega, y el compromiso de orar por las mujeres que más sufren, y por las hermanas que «andamos en las periferias».

Para comer nos esperan las mujeres del proyecto. Van apareciendo los hijos e hijas de algunas de ellas, con caras de sorpresa, miradas atentas, sonrisas… Hemos llegado un poco tarde, y ellos han esperado por que una hermana ha venido…, les agradezco mucho el detalle. Comparten lo que hacen y el tiempo que llevan. Dana –una vez más no puedo escribir su nombre real, ha sufrido la violencia de quien un día le dijo que era su amor, y ahora está con su pequeñín en un recurso anónimo–, me pregunta sobre mi trabajo, está muy interesada. Seguimos comiendo y cuando empiezo a despedirme me dice: «Hermana, gracias en nombre de las mujeres por el trabajo que haces, no te canses. Es muy importante». Llego a casa, saludo y me uno en la cena con las hermanas que vuelven del trabajo, compartimos nuestro día, experiencias vividas… Me acuesto cansada y muy agradecida.

La sororidad adquiere todo el significado. Tanto las hermanas, mujeres consagradas, como las mujeres que están acogidas en los dos proyectos para cambiar el rumbo de sus vidas, son para mí el impulso y el alimento del que habla Jesús cuando hacía la voluntad del Padre.