Sínodo: las JMJ siguen siendo válidas, pero cuidando el acompañamiento posterior - Alfa y Omega

Sínodo: las JMJ siguen siendo válidas, pero cuidando el acompañamiento posterior

El responsable de Pastoral Juvenil de Panamá, país que acogerá la próxima Jornada Mundial de la Juventud, ha coincidido con el australiano Anthony Fisher, organizador de la de Sídney, en el potencial que estos eventos siguen teniendo. En Australia fue un momento luminoso, que contrasta con la oscuridad que se vive ahora por la crisis de los abusos

María Martínez López
Foto: AFP/Andreas Solaro

Las estructuras de pastoral juvenil «no siempre han dado el resultado que esperábamos; algunas están ya agotadas y no responden a las necesidades del joven de hoy. Es necesario abrir nuevos medios y procesos para generar nuevas formas de encuentro». Lo ha reconocido este viernes monseñor Manuel Ochogavía Barahona, responsable de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal de Panamá, durante la rueda de prensa diaria acerca del desarrollo del sínodo de los jóvenes.

Con todo, sí se pueden seguir aprovechando las que todavía funcionan. Un ejemplo citado por Ochogavía han sido las Jornadas Mundiales de la Juventud, como la que el próximo enero se celebrará en su país. Eso sí, siempre planteándola desde «las expectativas hacia lo que va a ocurrir posteriormente».

Es preciso, por ejemplo, «replantearnos las oportunidades de acompañamiento que van a surgir a partir de encuentros como este», que obligan a escuchar a los jóvenes y «nos dejan una gran tarea de poder acogerlos y acompañarlos en nuestras comunidades».

Este acompañamiento ha sido otra de las claves citadas por el obispo panameño. Es preciso «formar verdaderos acompañantes» y «generar un proceso que permita conocer la realidad de los jóvenes. No podemos dejarlos en manos de cualquiera, ni permitir que la gente siga manipulándolos».

La Iglesia debe, al mismo tiempo, ver al joven «como un lugar donde Dios nos habla», y al que acercarse con admiración «porque estamos ante lo sagrado».

El obispo responsable de jóvenes del episcopado panameño ha mencionado otra experiencia positiva, esta vez del ámbito latinoamericano. En esta región se ha desarrollado «un itinerario formativo de pastoral juvenil vigente en todos los países y que ha ido dando resultados magníficos en la construcción de una pastoral juvenil en red».

Luces y sombras en Australia

La gran aportación que suponen las Jornadas Mundiales también ha sido un aspecto destacado en la intervención del otro obispo presente en la sala de prensa, el australiano Anthony Fisher, responsable de la organización de la de Sídney. De su experiencia, el obispo recordó una anécdota que para él ilustra lo que debe ser la pastoral juvenil.

Cuando los obispos australianos se reunieron para plantearse el ofrecerse para organizarla, «a mí el tema de [cómo tratar con] los jóvenes todavía me resultaba muy difícil. Pero otro obispo me dijo: “Empieza por decirles ‘Hola, ¿qué tal?’”». No mucho más tarde fue nombrado por sorpresa para organizar este gran evento, del que ahora puede decir que «fue una oportunidad increíble para nuestros jóvenes, para nuestra Iglesia».

Ahora, en cambio, la Iglesia se enfrenta a una difícil situación por la crisis en torno a los abusos sexuales cometidos por miembros y líderes de la Iglesia, «cuando esta tendría que ser un lugar donde los jóvenes se sientan seguros. Hemos vivido un período de humillación y purificación», del que ­–espera– nazca «una nueva identidad».

Los muchos jóvenes heridos por los abusos o el escándalo –continuó– no pueden convertirse en un asunto. «No debemos hablar de ellos como si fueran un fenómeno, sino que ellos deben escuchar que se les dice “cuánto lamentamos esta situación, nos da vergüenza lo que ocurrió”».

Juventud global, Iglesia global

La tercera participante de la rueda de prensa fue Sophie, una joven auditoria, presidenta nacional de los estudiantes cristianos de Madagascar. En su país, reconoció, los jóvenes católicos se encuentran «desanimados, desalentados», y muchos se dirigen a las sectas, «que son cada vez más numerosas».

Para solventar esto, en su opinión, una de las respuestas debería ser facilitar que haya más animación y participación en la liturgia, y unas homilías más cercanas a ellos, para que «se sientan involucrados en la vid pastoral». «Necesitamos que nos acompañen –concluyó– para poder construir un futuro mejor y construir juntos una nueva generación». Durante la sesión del viernes, además, se escucharon las voces de algunos padres africanos que subrayaban el daño que estaba haciendo a los jóvenes de su continente la pérdida de la tradición oral.

Su testimonio es un ejemplo de cómo «el sínodo está tomando una dirección global, dirigiéndose a todos los jóvenes» y entrando en los distintos contextos de cada uno, como afirmó el padre Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. La Iglesia está presente en todo el mundo –añadió monseñor Fisher–, y ahí radica una gran riqueza: que «todos los jóvenes, cualesquiera que sean sus problemas, pueden encontrar en ella su hogar».

Alegría y cariño

El padre Ruffini enumeró un amplio abanico de temas mencionados en las distintas intervenciones. Algunas aludían a lo ya dicho el jueves, como la importancia de la música y el deporte, o de afrontar la situación de los jóvenes migrantes; si bien en la jornada de este jueves se mencionó también a los inmigrantes de segunda generación, que también tienen a veces problemas para integrarse.

En cuanto a la cuestión de las relaciones prematrimoniales, una de las cuestiones polémicas puestas en relieve durante la preparación del Sínodo, el padre Ruffini explicó que en la sala sinodal no se habló de modificar normas. Sí se reconoció que suponen un punto difícil en la relación de la Iglesia con los jóvenes y que «las personas que se enfrentan a esta cuestión necesitan encontrar escucha dentro de la Iglesia».

Los dos obispos que han intervenido el viernes han destacado además la alegría que reina en el aula sinodal, así como el cariño y realismo con el que se realizan y se reciben las intervenciones. Monseñor Fisher, además, ha descrito con admiración cómo el Papa «está sumamente atento a todo lo que se va diciendo y apunta muchas cosas».

Por su parte, monseñor Ochogavía, ha invitado a «ver al joven como un lugar donde Dios nos habla, existe una actitud de acercarnos a él desde la teología y las ciencias y una actitud de admiración porque estamos ante lo sagrado».