Valencia rinde homenaje a la Virgen de los Desamparados - Alfa y Omega

Valencia rinde homenaje a la Virgen de los Desamparados

Miles de personas rindieron el sábado, homenaje a la Patrona de Valencia, la Virgen de los Desamparados, cuya imagen salió por primera vez de su basílica en más de 50 años. La ceremonia, presidida por el arzobispo, monseñor Carlos Osoro, fue el acto central de la Misión Magnificat, en la que centenares de sacerdotes valencianos han salido esta Cuaresma, durante tres días seguidos, a predicar fuera de sus parroquias

Redacción
El arzobispo de Valencia, monseñor Osoro, ante la basílica, durante la Misión Magníficat. Foto: J. Peiró y M. Guallart/AVAN

Monseñor Carlos Osoro ofrece esta tarde, a las 19:30h, en la catedral, la tercera y última de sus predicaciones de Cuaresma, dentro de la Misión Magnificat, que el prelado ha convocado esta Cuaresma. Además de animar a los fieles a acudir a la Confesión, durante tres días consecutivos, centenares de sacerdotes valencianos han salido de sus parroquias para predicar en otros templos o lugares.

El acto central de la Misión fue la Eucaristía, el sábado, en la Plaza de la Virgen, abarrotada de gente, para ver salir de su basílica esta imagen del siglo XV, por primera vez desde 1961. Media hora antes de su llegada, repicaron, «con toques extraordinarios», las 11 campanas de la catedral, algo que habitualmente sólo sucede en la solemnidad del Corpus Christi.

En la víspera, monseñor Carlos Osoro celebró una Vigilia de oración con jóvenes en la basílica de la Virgen. La Iglesia «es una casa de puertas abiertas para todos», les dijo el arzobispo, citando al Papa Francisco. «Nuestro Señor Jesucristo no pide para acercarse a Él ni oposiciones, ni certificados de buena conducta», les dijo, antes de advertirles frente a «la tentación tremenda» de «retirar a Dios, porque así quedan el mundo y el hombre solos, y el mundo se come al hombre, porque se le anula, se le esclaviza», mientras que, «cuando está Dios, el hombre es lo principal, y todo lo que está en el mundo, está al servicio del hombre, y no al revés».

«Vivir no es hacer lo que me dé la gana, porque eso es malvivir, sino dejar que Jesucristo entre en mi vida, y yo sea muestra de Él», añadió el arzobispo. «La vida tiene sentido así, porque cuando uno no guarda la vida para sí mismo es feliz, pero cuando, por el contrario, se la guarda para sí, es infeliz, porque es un egoísta redomado».