Los santos que acompañarán a Romero, Pablo VI y Nazaria - Alfa y Omega

Los santos que acompañarán a Romero, Pablo VI y Nazaria

Un cura de pueblo que predicaba a la gente por la calle, una moja con una conexión especial con el Espíritu Santo, un sacerdote que adoraba a Jesús en el Santísimo y en los pobres: son los santos que acompañarán a Romero, Pablo VI y Nazaria a los altares

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Vincenzo Romano, entre mafiosos y piratas

Foto: San Vincenzo Romano

Este sacerdote del sur de Italia, nacido hace más de dos siglos, es un modelo de la Iglesia en salida que predica hoy el Papa Francisco: siendo párroco de Torre del Greco, su ciudad natal, inventó un método de evangelización al que denominaba el arrastre, por el que armado con un crucifijo salía a las calles a predicar a los que se cruzaba e invitarlos a pasar a la iglesia a rezar y a reconciliarse con Dios. Además de esto, destacó como catequista al escribir folletos sencillos para transmitir la fe, y todo ello combinado con una ingente actividad fuera de los muros de la parroquia: hace de mediador entre marineros y patrones, busca la libertad de sus parroquianos capturados por los piratas berberiscos, y se presenta en las casas de los mafiosos locales para desbaratar sus negocios sucios. Sus contemporáneos le llamaban el santo cuando se lo cruzaban por la calle, pero él solo se consideraba un sacerdote «atormentado» por la salvación de los fieles que Dios le había confiado.

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Francesco Spinelli, Jesús en los infelices

Foto: Diócesis de Cremona

«Extraer el amor más ardiente de la Eucaristía celebrada y adorada para derramarla sobre el más pobre de los hermanos»: esta fue la máxima del sacerdote milanés Francesco Spinelli al fundar el Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento. En una peregrinación a las cuatro grandes basílicas romanas, visitando la reliquia de la cuna de Jesús en Santa María la Mayor, cuenta que «me arrodillé, lloré y oré; y entonces soñé con una bandada de vírgenes que hubieran amado a Jesús en el Sacramento». Ese sueño se haría realidad años más tarde, el 15 de diciembre de 1882, cuando creó un instituto dedicado a la adoración y a la caridad.

Hoy las religiosas Adoratrices se dedican a la pastoral social en Italia, Argentina y varios países africanos, donde desarrollan su labor especialmente entre drogadictos, prostitutas, encarcelados y enfermos terminales, un trabajo consolidado gracias a los turnos de oración continua que realizan ante el Santísimo Sacramento, siguiendo la estela de Francesco Spinelli, que reconocía ver «en los infelices al mismo Jesucristo».

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María Catalina Kasper, tras la docilidad de María

Foto: CNS

«La voz dentro de mí»: así definió María Catalina Kasper la indicación de Espíritu Santo para construir junto a su madre en su pueblo natal, Dernbach (Alemania), una pequeña casa donde acoger y dar calor y comida a pobres y enfermos. Con los años, la obediencia de María Catalina a esa inspiración daría lugar, el 15 de agosto de 1851, al Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo. Catalina eligió este nombre para su incipiente grupo de hermanas con la mirada puesta en María, la primera Sierva, a quien tuvo como modelo durante toda su vida por su disposición a escuchar atenta la voz del Espíritu y a responder con prontitud a la voluntad de Dios.

María Catalina solía decir de su fundación que «yo no lo podía ni lo quería, es Dios quien lo ha querido», porque esta determinada mujer alemana era pobre y venía de una familia muy humilde, sin apenas cultura ni dinero. Ese camino de sencillez y pobreza espiritual pervive hoy en una obra expandida por nueve países del mundo y que lleva por lema: «Nada es pequeño si lo hacemos para Dios, quien está presente en el prójimo».