De pastorear papeles, a mártir: la segunda conversión de Romero - Alfa y Omega

De pastorear papeles, a mártir: la segunda conversión de Romero

Inaugurada en Madrid una exposición sobre monseñor Óscar Romero, para «descubrir su itinerario interior»: de «un hombre frágil y con miedo a la gente a un pastor firme y un mártir valiente»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: CNS

«Además de ser una figura muy representativa de una Iglesia en salida, volcado sobre los demás, sobre todo hemos querido mostrar el itinerario interior de monseñor Romero, cómo a los 60 años pasa de ser un hombre frágil e inseguro a ser un pastor valiente y un profeta firme ante los poderes de su tiempo. Es muy bonito percibir todo el camino que Dios hizo en él»: lo cuenta Seve Lázaro, uno de los jesuitas a cargo de la parroquia San Francisco Javier y San Luis Gonzaga, que inaugura este domingo la exposición Monseñor Romero, un hombre de Dios y del pueblo, con motivo de la canonización del arzobispo salvadoreño.

La muestra quiere reflejar «todo su itinerario interior», explica Seve, porque «es asombrosa su conversión radical, una conversión que cambió su forma de ser pastor y de acompañar a su pueblo. Hay que tener en cuenta que cuando monseñor Romero experimenta ese proceso tiene 60 años. ¡Es posible cambiar a los 60 años! Hay todo un camino de Dios con él y que también puede hacer con nosotros», asegura Seve.

Concretamente, Óscar Romero «tenía muy buenas cualidades desde siempre, una vocación muy temprana. Va a Roma y le fascina la actitud de Pío XII de oposición ante el nazismo. Pero vuelve a su país y se pasa 20 años como párroco y con diferentes cargos administrativos dentro de la Iglesia. Es una época en la que se dedica sobre todo a “pastorear” papeles. Son los años del Concilio Vaticano II pero él se siente incómodo y prefiere la seguridad antes que los cambios».

El giro copernicano de su vida llega cuando le hacen obispo de una pequeña diócesis, Santiago de María, donde estuvo dos años y vivió «un proceso lento en el que poco a poco va conociendo la realidad de su pueblo, las injusticias que sufren los cafetaleros y los jornaleros. Va abriendo los ojos y escuchando lo que le dicen los curas que están con la gente… La injusticia alrededor entra en él y le va abriendo los ojos. Se da cuenta de que no puede permanecer pasivo», pero al mismo tiempo «es bonito ver los miedos, los cálculos que tiene que hacer como obispo, porque él preferiría conciliar y no enfrentarse directamente con nadie. El pueblo le va abriendo los ojos. Le afecta también el martirio de Rutilio Grande. Romero tiene miedo, pero al final acaba saliendo de su seguridad».

Son años en los que «reluce la obra que Dios va haciendo en él. Los años anteriores se muestra frágil, inseguro, casi con miedo al contacto con la gente. Pero en medio de esa debilidad psicológica aparece un pastor, un profeta y un mártir. Es una segunda conversión, un nuevo escenario, que muestra que o es Dios el que nos lleva, o nada… Y monseñor Romero se dejó llevar por Dios, y además hasta el final, sabiendo lo que le podía pasar, que le podían matar».

En este sentido, Seve desvela por un testimonio de primera mano que «a Romero el Gobierno le ofreció protección, pero él no la quiso. Un responsable del Ministerio de Defensa le dijo que no le apreciaba pero que se veía obligado a advertirle del riesgo que corría, y le ofreció protección. Pero Romero le contestó: “Yo no quiero protección de un Gobierno que no está dando protección a mi pueblo”».

Todas las fotos de la exposición intentarán mostrar este «itinerario interior que Dios fue haciendo en él«, concluye Seve.

La exposición Monseñor Romero, un hombre de Dios y del pueblo estará entre el 14 de octubre y el 11 de noviembre en la parroquia San Francisco Javier y San Luis Gonzaga, en Madrid (C/ Mártires de la Ventilla, 34). De lunes a domingo de 17:00 a 19:00 horas. Se puede pedir cita previa para visitas con grupos en los teléfonos 696 14 57 85 y 652 90 18 34.