Mucho más que un Sínodo - Alfa y Omega

Mucho más que un Sínodo

En la Iglesia existen diversos carismas y ministerios pero de ninguna manera castas

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Foto: CNS

Lo que ha concluido en Roma ha sido mucho más que un Sínodo dedicado a los jóvenes. Se ha dado un paso decisivo en un largo proceso, iniciado en el Concilio Vaticano II, en el que la Iglesia sale al encuentro de las mujeres y hombres de hoy en contextos culturales y sociales que han experimentado cambios muy profundos. Los resultados son especialmente visibles en la juventud actual. El documento final del Sínodo ha constatado con gran realismo que «un número consistente de jóvenes no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. Algunos, de hecho, piden expresamente ser dejados en paz, porque sienten su presencia como fastidiosa o, incluso, irritante».

Más allá de la puesta al día en los métodos y objetivos de la misión, la sinodalidad que impulsa el Papa responde a la propia naturaleza de la Iglesia, en la que existen diversos carismas y ministerios pero de ninguna manera castas. A nivel doctrinal, la revolución copernicana se produjo en el Vaticano II. La realidad, sin embargo, es que la aplicación efectiva de la eclesiología conciliar dista todavía hoy mucho de ser efectiva (el famoso virus del «clericalismo» que continuamente denuncia Francisco). Por ello, si importante es normalizar e institucionalizar las consultas desde la Santa Sede a los episcopados locales (análoga a la colaboración que debe existir en cada diócesis entre el obispo y su presbiterio), no menos decisivo es el impulso que ha dado el Papa a la promoción del laicado, especialmente de las mujeres. No es casualidad que este empujón a la sinodalidad se haya producido en dos asambleas de obispos dedicadas a la familia, más este tercero sobre los jóvenes, con el añadido de la publicación, solo unas semanas antes, de la constitución apostólica Episcopalis communio, que ha establecido unas nuevas reglas del juego, más dinámicas y participativas. Ha quedado claro que el Papa va en serio con estas reformas. Ahora, sin embargo, falta lo más importante: su aplicación en las diferentes estructuras eclesiales a todos los niveles. Propuestas como las unidades pastorales y otras innovaciones que replantean el tipo de presencia de la Iglesia en medio de la sociedad apuntan en esa dirección. El convencimiento es generalizado, pero salir de la zona de confort nunca ha resultado sencillo.