Cómo recuperar la credibilidad ante los jóvenes - Alfa y Omega

Cómo recuperar la credibilidad ante los jóvenes

Los jóvenes no le van a poner nada fácil las cosas a la Iglesia, ¿pero acaso esto es malo?

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Foto: CEU

Las estadísticas no engañan: de la caída de los matrimonios canónicos al drástico descenso de la práctica religiosa, es evidente que se ha producido en unas pocas décadas una dramática fractura entre la Iglesia y buena parte de los jóvenes. La pregunta es cómo afrontar esta situación. La opción fácil sería señalar a los culpables en la sociedad de consumo, en las ideologías y nuevas corrientes culturales…, buscar refugio en una pretendida superioridad moral y espiritual de una minoría cada vez más exigua, frente a un mundo exterior que se descompone. Pero si todo el análisis se limita a señalar que el problema está en otra parte, la Iglesia habrá perdido una ocasión de oro para extraer las lecciones de este momento histórico, y convertir esta crisis en oportunidad. Es más, los problemas solo se agravarán.

En la apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ricardo Blázquez invitaba a repensar los itinerarios de iniciación cristiana, que tal vez en otro tiempo funcionaran «en ambientes más uniformes y más impregnados por la fe cristiana», pero hoy claramente eso «no basta», sino que hace falta una evangelización cuerpo a cuerpo, una «personalización de la fe». Por su parte, el Congreso Católicos y Vida Pública recogía del reciente Sínodo de los obispos el llamamiento a impulsar el acompañamiento personal a los jóvenes para caminar junto a ellos, ayudándolos en un proceso de discernimiento cotidiano, que básicamente consiste en aprender juntos a caminar sobre suelo firme pese a vivir hoy en una situación de extrema volatilidad por la velocidad de las transformaciones sociales.

Se trata de dos respuestas creativas que invitan a una mayor autenticidad de vida cristiana. Frente a la tradición heredada, resulta hoy difícilmente concebible la fe sin que medie un encuentro personal con Jesús. Y para suscitar en los jóvenes ese encuentro se hace obligado revisar a todos los niveles los estilos de presencia católica en la sociedad, que solo será bien recibida si es humilde, y solo será creíble si va acompañada por algo más que buenos discursos. Los jóvenes, es cierto, no le van a poner nada fácil las cosas a la Iglesia, ¿pero acaso esto es malo?