Diez claves para ser un buen directivo, ganarte a tus empleados y contribuir a la sociedad - Alfa y Omega

Diez claves para ser un buen directivo, ganarte a tus empleados y contribuir a la sociedad

La Fundación Madrid Vivo organiza una conferencia-coloquio sobre La valoración humanística de la acción directiva, con la colaboración de PWC y el Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Fundación Madrid Vivo

¿Qué objetivos no económicos se incluyen en la medición de la actividad de los directivos? A esta cuestión ha dado respuesta este jueves la profesora Jenny Darroch, decana de la escuela de negocios Drucker, de la Universidad de Claremont (California), durante un acto sobre economía humanista organizado por la Fundación Madrid Vivo, PWC y el Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra.

Darroch, que habló sobre El análisis humanístico de la acción directiva, se centró en la condición humana, no solo de empleados y clientes, sino de la sociedad en general, porque el objetivo de un empresario es «gestionar empresas de forma efectiva», de modo que «organizaciones correctamente dirigidas sean cruciales para una sociedad funcional».

Para la decana de la escuela de negocios Drucker, «las personas dedican mucho de su tiempo al trabajo», por lo que los administradores de las empresas «tienen la responsabilidad de crear y sostener organizaciones sanas donde las personas puedan encontrar sentido y objetivo», para ello hacen falta «directivos éticos y responsables, que presten atención a cómo su trabajo influye en la sociedad».

Así, un directivo así entendido debe:

  • Conseguir objetivos a través de la gente [no por encima de la gente].
  • Preocuparse por las personas.
  • Entender la naturaleza humana.
  • Tener en cuenta la eficiencia y la rentabilidad y, a la vez, preguntas filosóficas más amplias en cuanto a moralidad, espiritualidad, bienestar emocional y dignidad.
  • Hacer énfasis en las experiencias personales, subjetivas e individuales.
  • Dar a las personas un status, rol y sentido de comunidad y objetivo.
  • Permitir que la gente inicie y participe en la toma de decisiones.
  • Tener fe en el potencial humano y en la capacidad humana para auto gestionarse y comportarse de manera adecuada.
  • Entender los valores y moral cultural o comunitaria.
  • Legitimar la autoridad directiva mediante la adherencia a valores compartidos.

Sin embargo, «uno de los desafíos que enfrentan los directivos hoy es el enfoque intenso en maximizar la riqueza de los accionistas, donde esta es la única medida del éxito de la organización», lamentó Darroch, pues muchas organizaciones «usan solo números para tomar decisiones, por lo que el componente humano se pierde».

En contrapartida, enfatizó la necesidad de la «autoconciencia», pues «los directivos efectivos deben manejar hábilmente sus propios pensamientos, emociones y acciones. Dicho de otro modo: la preparación interna precede a la efectividad externa». Es decir, se debe buscar «ser productivo y feliz en el trabajo», propio y ajeno.

Para ello, ha de cambiar el enfoque habitual en las escuelas de negocios, donde se enseña a los estudiantes sobre todo «a maximizar la riqueza de los accionistas», lo que les convierte en «funcionarios altamente especializados en el uso de técnicas analíticas, sin un sentido de responsabilidad más amplia hacia la sociedad en general».

Por el contrario, Darroch ha abogado por una educación de los directivos basada en «el conocimiento, el autoconocimiento, la sabiduría y el liderazgo», así como en «humanidades, ciencias, matemáticas y arte», además de «valores, carácter y buena ciudadanía», lo que permita a los estudiantes «responder a las preguntas morales más elevadas sobre la vida», para en el futuro convertirse en «directivos éticos y responsables» que sean capaces de «dirigir la sociedad con el ejemplo».