La propuesta del Papa para las iglesias en desuso: evangelización y cultura, y pobres - Alfa y Omega

La propuesta del Papa para las iglesias en desuso: evangelización y cultura, y pobres

«El desmantelamiento no debe ser la primera ni la única solución» cuando una iglesia cae en desuso, ha afirmado el Papa en un mensaje a un congreso que analiza esta cuestión. Un dilema que «no puede tratarse solo técnica o económicamente»

Redacción
Foto: M. J. López Olmedo

La Iglesia no debería constatar «con ansiedad» que «muchas iglesias, hasta hace pocos años necesarias, ahora ya no lo son, por falta de fieles y de clero, o por una diferente distribución de la población en las ciudades y en las zonas rurales». Debe, por el contrario, acoger este cambio «como un signo de los tiempos que nos invita a una reflexión y nos impone una adaptación». Esta puede ir en dos líneas: su uso cultural y evangelizador, y destinarlas a ayudar a los pobres.

Lo subrayó el Papa en un mensaje a los participantes en el congreso ¿Dios ya no habita aquí? Desmantelamiento de lugares de culto y gestión integrada de los bienes culturales eclesiásticos (del 29 al 30 de noviembre). El Papa Francisco afirmó que «el desmantelamiento no debe ser la primera ni la única solución en la que pensar», y no se debe llevar a cabo «con escándalo de los fieles».

En caso de ser necesario, el desmantelamiento de un inmueble antes destinado al culto «debería ser incluido con tiempo en la programación pastoral ordinaria, ser precedido por una adecuada información y resultar lo más compartido posible», escribió Francisco.

La construcción de una iglesia o su cambio de uso «no son operaciones que solo pueden ser tratadas técnica o económicamente, sino que deben evaluarse de acuerdo con el espíritu de la profecía: a través de ellas, de hecho, pasa el testimonio de la fe de la Iglesia, que acoge y valora la presencia de su Señor en la historia».

Venta de bienes, desde san Lorenzo

No se debe olvidar por otro lado —continúa el Papa—, la «constante enseñanza eclesial que, a pesar de inocular el deber de tutelar y conservar los bienes de la Iglesia, particularmente los bienes culturales, declara que no tienen un valor absoluto», por lo que, «en caso de necesidad, deben servir al mayor bien del ser humano y especialmente estar al servicio de los pobres».

En este sentido, el Santo Padre aludió a la iconografía tradicional que representa al mártir romano Lorenzo vendiendo los preciosos muebles del culto para distribuir las ganancias entre los pobres.

«Una huella que no se agota»

«Siguiendo el pensamiento del Magisterio eclesial» desde Pablo VI, se puede elaborar casi «un discurso teológico sobre los bienes culturales, considerando que forman parte de la sacra liturgia, de la evangelización y del ejercicio de la caridad», escribió el Pontífice en el mensaje que leyó el cardenal Gianfranco Ravasi durante la inauguración del congreso organizado por el Pontificio Consejo de la Cultura, en colaboración con la Conferencia Episcopal de Italia y con la Pontificia Universidad Gregoriana.

El «sentido común de los fieles», antes que nada, «percibe para los ambientes y los objetos destinados al culto la permanencia de una especie de huella que no se agota ni siquiera después de que hayan perdido tal destino», recordó el Papa. Además, «los bienes culturales eclesiásticos son testimonios de la fe de la comunidad que los ha producido en los siglos y por ello son, a su manera, instrumentos de evangelización que se añaden a los instrumentos ordinarios del anuncio, de la predicación y de la catequesis».

Esta «elocuencia original se puede conservar incluso cuando ya no sean utilizados en la vida ordinaria del pueblo de Dios, en particular mediante una exposición concreta» en un museo, «que no los considere solamente documentos de la historia del arte, sino que les vuelve a dar casi una nueva vida, para que puedan seguir desempeñando una misión eclesial».

Buenas prácticas y guías de actuación

En su mensaje, Francisco recordó que diversos episcopados ya han tenido que afrontar este dilema. Algunas buenas prácticas, de hecho, se están presentando a lo largo del encuentro. Pero este, además de promover la reflexión general en las sesiones de la mañana, dedica las tardes a dos sesiones a puerta cerrada, reservadas a los delegados de 23 conferencias episcopales de Europa, América del Norte y Oceanía. Cada una presentará un informe sobre la situación en su país, y entre todas discutirán y aprobarán un documento con líneas de actuación orientativas.

«Las decisiones concretas y últimas les tocan a los obispos —subrayaba Francisco en su mensaje—. A ellos recomiendo vivamente que cada decisión sea fruto de una reflexión coral, conducida en el seno de la comunidad cristiana y en diálogo con la comunidad civil».

Vatican Insider / Redacción