La asamblea de patriarcas católicos en Irak impulsa la permanencia de los cristianos - Alfa y Omega

La asamblea de patriarcas católicos en Irak impulsa la permanencia de los cristianos

El presidente iraquí anunció a los patriarcas de las iglesias orientales católicas, reunidos en Bagdad para su asamblea anual, que ha invitado al Papa Francisco a visitar el país

Redacción
Foto: Asia News

Por primera vez en la historia, Irak acogió la semana pasada una reunión de la asamblea de los patriarcas católicos de Oriente. El encuentro tenía como tema Los jóvenes, signo de esperanza en Oriente Medio. Pero, probablemente, el mayor signo de esperanza ha sido el hecho mismo de que la cita tuviera lugar en Bagdad.

Así lo subrayó al menos el patriarca caldeo, Luis Rafael Sako, en su discurso inaugural. Para él, este evento «tiene un impacto significativo en nuestra presencia, como cristianos, en circunstancias tan difíciles» y ante desafíos «de un alcance al que nunca antes nos habíamos enfrentado»: la persecución, el desplazamiento, el abandono, la migración forzada.

Juntar en su país a los principales líderes católicos de las iglesias autóctonas en Oriente Medio era, para Sako, «una fuerte manifestación de solidaridad» que «nos llena de esperanza y alienta a las familias a regresar y quedarse en su tierra natal manteniendo nuestra fe, identidad, ética, tradiciones y lengua». Era también, además, un importante mensaje a «todos los iraquíes, a los ciudadanos de Oriente Medio, para luchar por eliminar la intolerancia» y asumir la vía del diálogo.

Plan estratégico para el futuro

El patriarca caldeo subrayó que para que el retorno y la estabilidad de las familias en Oriente Medio sean una realidad hace falta, además de la esperanza, que las distintas iglesias se esfuercen por «crear una visión unitaria del cristianismo», una suerte de «plan estratégico destinado a sostener nuestra existencia y nuestro papel en esta parte del mundo».

Por ello, pidió ser más fuertes que las divisiones y las barreras psicológicas e históricas que pueden separar a las distintas iglesias católicas. Las diferencias —reconoció— son perfectamente naturales. Pero es preciso afrontarlas desde el respeto. Solo así se podrá plantar cara de forma eficaz al principal problema que se vive en la región: el «extremismo religioso».

Animó además a elaborar una «teología del retorno», una reflexión que ponga en el centro las necesidades espirituales de las personas desplazadas y migrantes.

Invitación al Papa

Uno de los momentos fuertes de la asamblea fue el encuentro con el presidente iraquí, Barham Salih, y con el primer ministro, Adel Abdul Mahdi. Salih informó a los patriarcas de que durante una reciente audiencia con el Papa Francisco, el 24 de noviembre, le había invitado a visitar Irak para rezar junto con otros líderes religiosos en memoria de Abraham, patriarca de las tres grandes religiones monoteístas.

En el mensaje final del encuentro, los patriarcas exhortaron a los jóvenes de sus iglesias a «aferrarse con firmeza a su fe» y a «contribuir» al desarrollo de la región desde una perspectiva centrada en la paz, el amor y la justicia.

Signos positivos en Siria e Irak

El documento, informa AsiaNews, ofrece además un diagnóstico de la situación de las iglesias en la región, país por país. Mostraba, por ejemplo, la satisfacción por la progresiva estabilización de Siria y la esperanza de que pronto se alcance la paz. Pero para promover la unidad nacional —subraya— hace falta un «rápido regreso» de los desplazados y refugiados.

Del país anfitrión, Irak, se destaca el ambiente «positivo» que está empezando a surgir, y que puede ser una garantía de estabilidad en el futuro. Para que esta esperanza se cumpla, sin embargo, hace falta una acción más firme contra las ideologías extremistas, que todavía no han sido totalmente erradicadas.

Los patriarcas reconocen el enorme esfuerzo del Líbano por auxiliar a los refugiados sirios e iraquíes; aunque ven muy necesario que se forme pronto un Gobierno que afronte los problemas del país, incluida la creciente crisis que esta acogida está generando en una sociedad donde uno de cada cuatro habitantes es refugiado (y muchos, además, de un país con el que se tienen viejas rencillas históricas).

Los mayores halagos del documento se refieren a la «estabilidad» y «convivencia» que marcan la vida en Jordania, y a los esfuerzos que se están dando en Egipto por eliminar el odio interreligioso y reconocer la igualdad de todos, basada en el principio de ciudadanía.

Se recuerda, por último, que el proceso de paz en Tierra Santa parece «congelado», mientras el pueblo palestino continúa sufriendo las consecuencias de la ocupación israelí. En este contexto, los patriarcas reiteraron una vez más su rechazo total a que Jerusalén se presente como capital de Israel y a que se abran en esta ciudad embajadas como la de Estados Unidos.