Periferias, juicio, comunión - Alfa y Omega

Salía de la oficina la psicóloga hacia el juicio de una mujer a la que acompañamos desde distintos departamentos, nerviosa porque los juicios siempre ponen en tensión, con firmeza para defender a Denis. Con valentía para exponer los daños psicológicos que la trata le ha dejado. Tiene que enfrentarse al interrogatorio de la defensa, pero también de los acusados. Le deseo lo mejor y le digo que rezaremos para que todo vaya muy bien… Si ella iba en tensión, imagino cómo estará Denis. Días antes estuvo preparándose con la psicóloga y la abogada para afrontar el momento. Mientras la despedía llegaba un grupo de hermanas de distintas congregaciones: Cottolengo, Sagrada Familia de Urgel, Reparadoras, Lauritas, Hermanas de África… Habíamos programado una jornada de formación y reflexión para compartir Estar en las periferias en comunión siendo iglesia en salida.

Antes de empezar rezamos la oración que nos hace fuertes en la prueba, le pedimos al Dios Padre-Madre serenidad. Recordamos Lucas, 12, 12: «Cuando os lleven ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis cómo o de qué hablaréis en defensa… porque el Espíritu en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir». Guardamos silencio y comenzamos la sesión. Hacemos eco de los textos en los que Francisco nos invita a ser Iglesia en salida, en comunión, en las periferias; textos de los Papas sobre trata. Nos ponemos en situación a través de dinámicas: qué actitud tenemos como Iglesia, ser-viendo. Y desde ahí cuál es nuestra mirada, qué estresores múltiples sufren las mujeres víctimas de la trata… Qué es la trata, cómo impacta en las mujeres, qué pedagogía utilizamos las adoratrices desde M.ª Micaela…

Al finalizar me intereso por cómo ha ido el juicio. «Bien, muy duro, porque las abogadas eran muy agresivas. Pero he podido defender mi informe y dar a conocer el impacto en la salud mental de la mujer. La mujer ha estado magnífica. Con mucha fuerza», cuenta nuestra psicóloga. «Hemos estado orando», le informo yo. «Gracias, se ha notado».

A la mañana siguiente, en la Eucaristía las hermanas me preguntan. «Todo bien, gracias». La comunión nos hace fuertes.