Caravanas de esclavos y caravanas de misioneros - Alfa y Omega

Caravanas de esclavos y caravanas de misioneros

Cuatro de los 19 próximos beatos de Argelia pertenecen a los Misioneros de África, congregación que ha desempeñado un papel central tanto en la evangelización del continente como en la lucha contra la esclavitud. El 8 de diciembre inauguran las celebraciones por los 150 años de su fundación

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Caravana de los Padres Blancos en dirección al Congo, Nyassa y Tanganica, en 1903. Foto: Padres Blancos

En 1867, el cólera, llegado de Oriente, hizo estragos en la población de Argelia y segó la vida de 90.000 personas. A finales de aquel año, otras 20.000 personas murieron de hambre. Todo ello coincidió con la llegada del primer arzobispo de Argel, el 15 de mayo. El francés Charles Lavigerie (que sería nombrado cardenal en 1882) estaba convencido de que la «regeneración de África solo podría realizarse por los propios africanos». Un año más tarde, bajo su responsabilidad, se creó un vicariato apostólico que se extendió hasta el Sáhara y el Sudán occidental.

Para impulsar la evangelización de África y dar respuesta a las catástrofes del cólera, el hambre y los huérfanos, el nuevo obispo fundó en ese mismo año, 1868, los Misioneros de África y las Hermanas de Nuestra Señora de África. Lavigerie insistía sobre algunas características básicas, como el conocimiento de las lenguas y culturas, el diálogo, vida y trabajo en equipos internacionales, formación y colaboración con los líderes locales, para construir un mundo más justo y equitativo.

La primera caravana de los misioneros de Lavigeire hacia el Sudán se puso en ruta el 14 de enero de 1876, guiada por los tuaregs, quienes luego los asesinaron en el Sáhara. La segunda caravana, en 1881, corrió la misma suerte en el desierto.

Siguieron las caravanas hacia África central, pero esta vez por las costas de África oriental y los territorios de los Grandes Lagos africanos. La primera, en febrero de 1878, formada por diez misioneros, tomó rumbo hacia la isla de Zanzíbar y seguidamente a Tabora, donde cinco compañeros debían partir para Buganda y cinco para Tanganica. Los enviados a Buganda no llegaron a su destino hasta el 17 de febrero de 1879. Este día se sigue celebrando en Entebbe, Uganda.

Lavigerie recibía informes regulares de sus misioneros y, gracias a ellos, se fue haciendo cada vez más consciente del tráfico de personas, causado sobre todo por los gobiernos europeos, que apresaban a millones de personas para venderlas como esclavos en las plantaciones de América Lantina. Por la llamada ruta transatlántica y la de África oriental, más de 27 millones de personas fueron traficadas. Así fue como Lavigeire lanzó su famosa campaña antiesclavista. «África se desangra por todos sus poros», exclamaba.

La aventura misionera continúa

Del 8 de diciembre 2018, al 8 de diciembre de 2019, celebraremos el 150 aniversario de la fundación Los Misioneros de África y las Misioneras de Nuestra Señora de África. En este periodo, al menos 50 miembros de la sociedad han sido asesinados por su fe. Los últimos, el 27 de diciembre 1994, en Argelia: Jean Chevillard, Alain Dieulangard, Christian Chessel y Charles Deckers murieron a manos de fundamentalistas islámicos. El próximo 8 de diciembre serán beatificados junto con otros 15 mártires de Argelia.

Celebramos también las maravillas que Dios ha realizado en los pueblos africanos, y le damos gracias por las vocaciones misioneras que están surgiendo en toda el África subsahariana. Los Misioneros de África somos actualmente 1.210, de 36 nacionalidades diferentes, más 525 jóvenes candidatos africanos que estudian Filosofía y Teología. Nuestra aventura misionera continua.

Lázaro Bustince Sola
Director de África Fundación Sur

«Amad África»

«Amad África por sus heridas y por sus gritos de dolor, por sus grandes hombres y por sus santos, por sus jóvenes y por sus mujeres pioneras de liberación y desarrollo», nos decía nuestro fundador, Charles Lavigerie. Amadla con sus recuerdos y sus leyendas, con sus tradiciones de respeto y de fe y con su paciencia y con su esperanza… De África, yo he amado todo, su pasado, sus montañas y su cielo azul, su sol, las grandes líneas de sus desiertos y las olas que la bañan… Amad África».

Hoy la gran esperanza para África sigue radicando en sus pueblos, en su juventud más educada, en sus líderes carismáticos y en sus mujeres, que están ya siendo las grandes pioneras de una profunda regeneración social, democrática, económica y ética, de los pueblos africanos. Los pueblos africanos sabrán cómo integrar la ciencia y la tecnología en su propia identidad cultural, como también podrán enfrentarse a los enormes retos que les toca vivir, para ser una parte imprescindible en la construcción de un mundo más humano y solidario.

África es un continente inmensamente rico que no necesita nuestras limosnas, sino más respeto y trato justo, por parte de los gobiernos y empresarios poderosos, para que sean los pueblos africanos los que decidan cómo vivir su propia identidad y trabajar juntos para potenciar un desarrollo sostenible de todos sus habitantes y contribuir al bienestar de toda la familia humana.