El Papa invita a los paisanos de los futuros santos a conservar su legado - Alfa y Omega

El Papa invita a los paisanos de los futuros santos a conservar su legado

El Papa Juan XXIII quiso convocar el Concilio Vaticano II para renovar la Iglesia. «Es una alegría especial» que su canonización se celebre «junto a la del Beato Juan Pablo II, que llevó adelante esa renovación en su largo pontificado». Lo afirma el Papa Francisco en un mensaje a los ciudadanos de Bérgamo. También ha enviado un vídeomensaje al pueblo polaco, en el que subraya que el Papa Wojtyla «se dio todo a todos» y «continúa inspirándonos»

María Martínez López

En vísperas de su canonización, el Papa Francisco ha querido tener un recuerdo muy especial para los paisanos de los próximos santos, los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. A los polacos, se ha dirigido mediante un vídeomensaje enviado a la radiotelevisión polaca. En él, recuerda que «aquello que Juan Pablo II pedía a todos, es decir, no tener miedo y abrir de par en par las puertas a Cristo, él mismo lo hizo primero».

En este sentido, cita la homilía de Benedicto XVI en su beatificación: «Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante —fuerza que le venía de Dios— una tendencia que podía parecer irreversible». En gran medida, esto fue posible gracias a la sociedad polaca. «Antes de recorrer los caminos del mundo, Karol Wojtyla creció al servicio de Cristo y de la Iglesia en su patria, Polonia. Allí se formó su corazón, corazón que después se dilató a la misión universal». Juan Pablo II «se dio todo a todos».

Deuda con el pueblo polaco

Por eso, el actual pontífice agradece «al pueblo polaco y a la Iglesia de Polonia el don de Juan Pablo II. Todos fuimos enriquecidos por este don. Juan Pablo II continúa inspirándonos. Nos inspiran sus palabras, sus escritos, sus gestos, su estilo de servicio. Nos inspira su sufrimiento vivido con esperanza heroica. Nos inspira su total confiarse en Cristo, Redentor del hombre, y en la Madre de Dios».

En su mensaje, subraya también que «Polonia continúa teniendo grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad, y de práctica cristiana. Puse también de relieve los desafíos pastorales como la familia, los jóvenes, los pobres y las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada». Muestra su esperanza de que la canonización «dé un nuevo impulso al trabajo cotidiano y perseverante de la Iglesia», e invita a todos «a vivir profundamente la canonización».

Fe sencilla vivida en lo cotidiano

De forma simultánea, el Papa ha enviado también un mensaje a los bergamascos, compatriotas de Angelo Roncalli. «Os invito —les dice— a dar gracias al Señor por el gran regalo que su santidad ha sido para la Iglesia universal, y os animo a custodiar el recuerdo del terreno en el que ésta ha germinado: un terreno hecha de una profunda fe, vivida en lo cotidiano, de familias pobres pero unidas en el amor al Señor, de una comunidad capaz de compartir en la sencillez».

Aunque el mundo ha cambiado, «esa herencia puede inspirar todavía hoy una Iglesia llamada a vivir la dulce y reconfortante alegría de evangelizar, de ser compañera de camino de cada hombre. La renovación que quiso el Concilio ecuménico Vaticano II ha abierto el camino, y es una alegría especial que la canonización del Papa Roncalli se celebra junto a la del beato Juan Pablo II, que llevó adelante esa renovación en su largo pontificado».

Texto completo del vídeomensaje del Papa a los polacos

¡Queridos compatriotas de Juan Pablo II!

Ya está cerca la canonización de aquel gran hombre y Papa que ha pasado a la historia con el nombre de Juan Pablo II. Soy feliz de haber sido llamado a proclamar su santidad el próximo Domingo de la Divina Misericordia, como conclusión de la Octava de Pascua. Estoy agradecido a Juan Pablo II, como todos los miembros del Pueblo de Dios, por su incansable servicio, su guía espiritual, por haber introducido a la Iglesia en el tercer milenio de la fe y por su extraordinario testimonio de santidad.

El Papa Benedicto XVI notó justamente, tres años atrás, el día de la beatificación de su predecesor, que aquello que Juan Pablo II pedía a todos, es decir, no tener miedo y abrir de par en par las puertas a Cristo, él mismo lo hizo primero: «Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante —fuerza que le venía de Dios— una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe, de amor y de coraje apostólico, acompañado por una gran carga humana, este ejemplar hijo de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: nos ha ayudado a no tener miedo a la verdad, porque la verdad es garantía de la libertad» (Homilía, 01 de mayo de 2011). Me identifico plenamente con estas palabras de Benedicto XVI.

Todos sabemos que, antes de recorrer los caminos del mundo, Karol Wojtyla creció al servicio de Cristo y de la Iglesia en su patria, Polonia. Allí se formó su corazón, corazón que después se dilató a la misión universal, primero participando en el Concilio Vaticano II, y sobre todo después del 16 de octubre de 1978, porque en él encontraron lugar todas las naciones, las lenguas y las culturas. Juan Pablo II «se dio todo a todos».

Agradezco al pueblo polaco y a la Iglesia de Polonia el don de Juan Pablo II. Todos fuimos enriquecidos por este don. Juan Pablo II continúa inspirándonos. Nos inspiran sus palabras, sus escritos, sus gestos, su estilo de servicio. Nos inspira su sufrimiento vivido con esperanza heroica. Nos inspira su total confiarse en Cristo, Redentor del hombre, y en la Madre de Dios.

Durante la reciente visita ad limina apostolorum de los obispos polacos, he subrayado que la Iglesia en Polonia continúa teniendo grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad, y de práctica cristiana. Puse también de relieve los desafíos pastorales como la familia, los jóvenes, los pobres y las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Espero que la canonización de Juan Pablo II y también de Juan XXIII dé un nuevo impulso al trabajo cotidiano y perseverante de la Iglesia en su patria. Me alegro del hecho que, si Dios quiere, dentro de dos años visitaré por primera vez su país en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud 2016.

Invito a todos a vivir profundamente la canonización del beato Juan Pablo II y del beato Juan XXIII. Algunos de ustedes vendrán a Roma, pero gracias a los medios de comunicación muchísimos podrán participar de este gran evento. Por eso, ya desde hoy, quiero agradecer a todos los periodistas de diarios, radio y televisión el servicio a la canonización del 27 de abril.

Saludo a todos los compatriotas de Juan Pablo II, también a aquellos que no pertenecen a la Iglesia católica. Los llevo a todos en mi corazón. ¡Dios los bendiga a todos!

Francisco