2018, un año de lucha contra los abusos - Alfa y Omega

2018, un año de lucha contra los abusos

Siguen avanzando las reformas del Papa, pero más importante que las estructuras vaticanas es para él consolidar un cambio de mentalidad

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Foto: EFE/EPA/Aidan Crawley

Al hacer balance de 2018 en la Iglesia, la crisis de los abusos sexuales es el tema estrella. El detonante fue el error de cálculo inicial del Papa en Chile, que ensombreció su visita de enero. A su regreso a Roma Francisco ordenó una nueva investigación, dirigida por uno de sus hombres de máxima confianza en la materia, el arzobispo maltés Charles J. Scicluna, quien le reveló que la información que le había llegado hasta entonces era falsa, lo que significaba que seguían operando al máximo nivel los mecanismos de encubrimiento de estos crímenes. Cuando la enérgica reacción del Pontífice (todo el episcopado chileno dimitió en bloque) parecía haber devuelto las aguas a su cauce, estalló en verano el caso McCarrick: el arzobispo emérito de Washington se convirtió en el primer purpurado desde 1927 forzado a renunciar a su birrete cardenalicio. Y a las pocas semanas se publicó el demoledor informe del Gran Jurado de Pensilvania. El documento apenas aportaba novedades, pero ponía rostro a los abusos y confirmaba que las medidas ordenadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI no habían sido aplicadas por la Iglesia estadounidense con toda la diligencia requerida. A nadie sorprendió que los abusos acapararan el protagonismo en el Encuentro Mundial de las Familias (EMF) de agosto en Irlanda, un país especialmente sacudido en el pasado por esta lacra. Con el agravante de que la vociferante minoría crítica forjada en la oposición a la Amoris laetitia aprovechó este escándalo para boicotear el EMF y reagruparse contra Francisco, usando como ariete las acusaciones del exnuncio Carlo Maria Viganò, tan llenas de contradicciones como incapaces de resistir a la evidencia del vigor con el que el Obispo de Roma ha cogido este toro por los cuernos. La crisis aún no está cerrada, Francisco ha convocado en febrero a los presidentes de todos los episcopados del mundo. Y mientras, sigue avanzando su programa de reformas. Ya está casi a punto la nueva estructura de la Curia romana. Aunque mucho más importante para él es consolidar un cambio de mentalidad para lograr una Iglesia más abierta, participativa y misionera; una Iglesia libre de clericalismo, un mal al que, entre otras cosas, señala como causa de los abusos y de su encubrimiento.