En el bosque de los deseos - Alfa y Omega

Muchos profes de Reli, llegadas estas fechas, salimos a las calles de nuestros pueblos y ciudades para que acercar a nuestro alumnado al sentido de las tradiciones, a valores sólidos que parece que en estos tiempos líquidos (Zygmunt Bauman) se diluyen. Este año he podido recorrer con 1º de ESO el centro de Madrid para acercarnos al belén de la Real Casa de Correos, al que siguieron otros belenes: antiguos, tradicionales, modernos… Me quedo con un detalle: el paseo por El bosque de los deseos. Rodeados de estrellas y árboles, pudimos colgar nuestros deseos y detenernos ante los de otros, personas que no conocemos pero cuyos deseos nos hicieron pensar y pedir por ellos.

A cada uno de los chicos y chicas les pedí que eligieran el deseo de alguien que no conocieran. Nos encontramos de todo: desde viajar al Rocío, a la paz, la salud, el trabajo, «que toque la lotería para tapar agujeros y ayudar a la familia», hasta la súplica insistente, «a cambio de lo que sea, para que me traigan la Play número no sé qué». Todos formulados desde lo profundo y con esa confianza de los que creen que lo imposible también se cumple. Y ojalá que fuera así porque durante un buen rato me quedé con todas las emociones a flor de piel ante esa estrella que pedía con mayúsculas: «QUE NO MUERA NINGUNA MÁS».

En ese preciso momento se acerca hasta mí Rebeca y me dice: «Profe, esa es la mía». Justo la de ella, la del piercing, la que no hace nada en clase, la que se queda dormida…; ella, que tiene un corazón latiendo a mil por hora al que no se les escapa una. La observé y vi cómo se llevaba un montón de estrellas. Y lo que son los prejuicios, pensé que iba a regar las calles de Madrid con ellas. Me equivoqué: al día siguiente había hecho flores con las estrellas en las que podíamos seguir escribiendo nuestros deseos o el nombre de quien no debería haber muerto nunca por la voluntad de otro.

Acabamos de estrenar año, es tiempo de nuevos comienzos, de no quedarnos de brazos cruzados, de que nuestras aulas sean espacios de aprendizaje, y también de escucha y de denuncia. Que siga habiendo nuevas y nuevos Rebecas que ante la injusticia no se callan. Feliz año nuevo.