Acción de gracias por Taizé el sábado en la Almudena: «Los jóvenes ya son de nuestra familia» - Alfa y Omega

Acción de gracias por Taizé el sábado en la Almudena: «Los jóvenes ya son de nuestra familia»

Los hermanos y voluntarios de Taizé que han preparado el Encuentro Europeo de Jóvenes están recorriendo estas semanas las parroquias madrileñas y recogiendo los testimonios de alegría y agradecimiento de las familias

María Martínez López
Foto: Vicent Bellec/Communauté de Taizé

La catedral de la Almudena acoge, este sábado a las 20 horas, una oración de acción de gracias por el Encuentro Europeo de Taizé que se celebró en Madrid a finales de año. La cita, que estará presidida por el cardenal arzobispo, Carlos Osoro, será el último gran acto en la capital en torno a la Peregrinación de Confianza a través de la Tierra en la que se enmarca el encuentro.

Pero no es la única labor del equipo organizador. Tras el encuentro, y después de unos días de merecido descanso y visitas a diversas ciudades españolas, los hermanos de Taizé y los jóvenes voluntarios que se instalaron en Madrid en octubre están visitando todas las parroquias participantes y reuniéndose con las familias que acogieron. Es el último servicio de los voluntarios, «que han dedicado cuatro meses de su vida a organizar el encuentro y han hecho un trabajo increíble», alaba el hermano Cristian.

El religioso explica que este recorrido forma parte de su apuesta para el encuentro. Se podría haber organizado lo fundamental en unas semanas –explica– y que las familias se inscribieran online. «Pero preparándolo juntos se genera ya un clima de peregrinación de confianza, de acogida y hospitalidad. Del mismo modo, hace falta recoger esa experiencia».

«Ha valido la pena»

Lo que han constatado durante las visitas de esta semana, que continuarán la que viene, es que «a las familias les ha valido la pena, aunque al principio tenían un poco del miedo normal de acoger en tu casa a alguien que no conoces, en estas fechas tan especiales».

El hermano reconoce que en la Iglesia de Madrid no se conocía demasiado Taizé. «Pero nos ha sorprendido gratamente lo que se generó con la acogida», aunque hubiera algún momento difícil por la falta de familias. Si a comienzo de diciembre solo había plaza para 2.000 jóvenes, en un par de semanas ya se había llegado a 8.500 en familias.

El resto estuvieron en colegios y pabellones, pero incluso ahí «pudimos irlos vaciando, y por ejemplo en sitios donde habíamos ubicado 200 chicos al final solo enviamos 100. Fue muy bonita, por ejemplo, la acogida entre la gente mayor. Cuando íbamos a las parroquias nos decían que les costaba convencerlas, pero al final una parte importante de jóvenes estuvieron en casas de señoras que vivían solas». Y en la mayoría de casos, con personas mayores o familias, «se ha generado algo especial».

«Me ha animado su ilusión»

Así lo atestiguan algunos de los testimonios recogidos. «En un mundo tan desquiciado, me ha animado mucho ver la ilusión que tienen estos jóvenes por los valores cristianos», así como «la valentía de salir de sus países sin saber qué van a encontrar» después de varios días de viaje, comentan los padres de dos familias de acogida.

Un adolescente con siete hermanos, cuya familia además acogió, reconocía que «cuando llegaron no me apetecía nada que se metieran en mi casa. Pero al final», después de que se fuera generando una amistad «y al ver cómo rezábamos juntos por la noche, me di cuenta de que sí, se metían en mi familia pero es que también son mi familia».

Una experiencia parecida la compartía una madre, que contaba que «en República Dominicana cuando los hijos salen de casa siempre les damos la bendición, y cuando el último día, antes de irse los peregrinos, les dijimos que también se la íbamos a dar a ellos porque ya eran parte de la familia, nos echamos todos a llorar».

Más que un recuerdo

A la Comunidad de Taizé le alegra, también, que muchas familias se implicaran más allá de la acogida y participaran en los talleres y en las oraciones en el centro de Madrid o en IFEMA. «La gente se preguntaba por qué esos jóvenes habían venido y estaban todo el día fuera, en actividades y oraciones. Sentían curiosidad por ver lo que ellos estaban viviendo, y que les contaban cuando llegaban por la noche».

Una de las prioridades de esta comunidad religiosa ecuménica, fundada en los años 40 por el hermano Roger Schutz, es que después de un encuentro europeo «la experiencia no se quede como un recuerdo del pasado, sino para anunciarla y dar testimonio de que se puede vivir de otra manera, de que se puede vivir la vida de Dios». Lo pidió el hermano John el lunes, durante la última oración semanal en la sede del equipo, en la parroquia de San Juan de la Cruz.

«La vida verdadera –continuó– no es algo lejano, del futuro. A través de Jesucristo y su Iglesia podemos vivirla» aquí y ahora, y que se manifieste «con pequeños signos». Se trata de «una vida de comunión, no solo entre los seres humanos, sino participando en la comunión entre el Padre y el Hijo».

Parte de ese fruto –explica el hermano Cristian– es «ver que somos capaces de organizarnos, de acoger, y de que se genere algo distinto en nuestras comunidades. Esa experiencia no tiene que acabarse ahora, sino que siempre puede quedar algo».

Taizé no quiere generar un movimiento a su alrededor, pero sí propone que «si a las parroquias les ha ayudado el estilo de oración, continúen con él de forma mensual o quincenal. El hermano Alois también invitó a los jóvenes a participar en las vigilias mensuales con el obispo, y estamos viendo si la Delegación de Juventud podría hacer algo con el espacio que se generó allí, en la oración de los lunes por la tarde».