«Todos los que buscan la belleza comparten misión con la Iglesia» - Alfa y Omega

«Todos los que buscan la belleza comparten misión con la Iglesia»

¿Debe tener el arte profano (y figurativo) cabida en los templos? Muchos no terminan de verlo, pero hay exitosas experiencias de diálogo con el mundo contemporáneo en esta línea

Rodrigo Moreno Quicios
A través del arte, creyentes y escépticos encuentran un punto de encuentro en el que la belleza los llama al silencio y la contemplación. Foto: Dominicos

Aunque José Saborit no se considera «creyente en el sentido tradicional», los paisajes de dos metros de alto que conforman su colección Mientras la luz destilan una profunda religiosidad. Con ellos, este pintor y catedrático de pintura de la Universidad Politécnica de Valencia pretende contagiar «el sobrecogimiento del ser humano frente a la inconmensurabilidad de la naturaleza y, para los creyentes, de la Creación».

El afán por tender puentes entre las diferentes sensibilidades religiosas ha llevado a este académico de la Real Academia de San Carlos a exponer su obra en O_Lumen, un espacio para las artes ubicado en la antigua iglesia madrileña de Santo Domingo el Real que, en su escaso año de vida, ha albergado cuatro muestras diferentes. El proyecto, estratégicamente ubicado en la calle dedicada a Claudio Coello, pintor barroco nacido en Madrid, «está destinado al diálogo con la cultura contemporánea y el pensamiento», aclara uno de sus responsables. Según Xabi Gómez, el artista y fraile que dirige la iniciativa, «supone una manera creativa de llevar la propuesta del Evangelio a un ámbito que a veces es poco permeable, el de la cultura». Todo un reto que, aunque cuenta con la buena voluntad de ambas partes, en opinión del dominico, debe superar «el pensamiento contemporáneo que ha producido un divorcio entre las artes y la fe».

Sin embargo, el religioso se mantiene optimista y cree perfectamente posible coser la fractura entre estos dos mundos. «La búsqueda del sentido de la vida, la justicia, la belleza, el futuro y la felicidad nos sitúa en el mismo barco», augura. Por ese motivo, llama a «recuperar este diálogo que ha enriquecido a artistas e Iglesia» para eliminar los «juicios y barreras mentales» entre creyentes y escépticos.

A la derecha, José Saborit, el autor. Foto: Dominicos

Es una visión similar a la que tiene Saborit, cuya obra se puede visitar en O_Lumen hasta el 31 de enero. «Ahora que hay tantas ganas de separarlo todo, yo prefiero buscar los sentimientos que nos unen y podemos compartir», opina. Para el pintor, «más allá de las guerritas por dividirnos», las personas de diferentes convicciones religiosas deben reunirse para dialogar. De este modo, los unos se verían a sí mismos en otros porque, según el artista, «la identidad no reside en el interior del individuo sino en los reflejos que le ofrecen los demás».

Accidentalmente religioso

A diferencia de otras representaciones con moralejas más evidentes, la obra de Saborit «no es un servicio de mensajería». Como él mismo comenta, «antes que transmitir significados, busca contagiar atmósferas de serenidad, de afirmación de la vida, de lentitud y de pequeñez». Así, el contenido religioso que se puede deducir de ella no radica en la inclusión de símbolos como la cruz sino de los estados de ánimo que genera porque «la contemplación de la belleza y el silencio son lo más parecido a una oración».

«Mi pintura habla del misterio, que se vislumbra, se siente o se adivina, pero no se entiende», explica. Así, la falta de discurso de sus paisajes, que pinta «guiado por la emoción y la intuición», provoca que las personas que los miran vean lo que llevan dentro de sí.

Aunque Mientras la luz no es una obra católica, hace una llamada a la reflexión capaz de generar diálogos sobre la fe entre sus visitantes. «Mucha gente creyente ha visto mis cuadros y me ha aportado muchos matices que no conocía», comenta. Algo que, en su opinión, da sentido a experiencias interreligiosas como O_Lumen. «El arte es ese diálogo en el que tú pintas, el otro lo mira, te dice lo que ve y tú lo asimilas. El espectador enriquece al pintor y le da una doble vida a la obra cada vez que la contempla», añade.

Conferencia en una exposición en la antigua Iglesia Santo Domingo el Real. Foto: Dominicos

Un diálogo imitando a Cristo

Muestras de arte así suponen una oportunidad para que personas en búsqueda se acerquen a la fe y salgan con un buen sabor de boca. «Si conseguimos con una exposición que la gente que nunca entra en una iglesia se acerque a una, los hemos acogido en nuestra casa y transmitido el mensaje de que nuestras puertas están siempre abiertas», opina Manuel María Bru, delegado episcopal de Catequesis de la archidiócesis de Madrid.

El delegado invita a perderle el miedo a abrir las parroquias para mantener un verdadero diálogo con la cultura contemporánea más allá de mostrarle cuadros realistas de pasajes de la Biblia. «Nos hemos acostumbrado a un arte religioso figurativo y barroco que hemos intentado repetir siempre y nos hemos quedado al margen por ignorancia», lamenta. Convencido de la necesidad de enmendar este error, es un firme defensor de acercarse a Dios a través del arte conceptual, un estilo que considera «más religioso por principio» y con un objetivo muy espiritual: llegar a la esencia de las cosas en vez de representarlas.

En 2015, Manuel María Bru organizó una serie de exposiciones en su parroquia (la monumental San Jerónimo el Real) que tuvieron una acogida dispar. «Cuando metes arte profano en una iglesia, mucha gente se escandaliza porque piensa que ahí solo puede haber obras religiosas», recuerda. Y aunque algunos visitantes se llevaron las manos a la cabeza al ver obras modernas dentro del templo, el delegado subraya que, curiosamente, nunca ha recibido críticas por mantener otras muchas obras profanas (aunque algunos siglos más antiguas).

Ellas Hablan_Luz, una muestra con textos de Teresa de Jesús. Foto: Dominicos

Pero independientemente de estas reticencias, Manuel María Bru recalca la necesidad de renovar el lenguaje para acercarse a las vanguardias artísticas pues, a su juicio, «todos los que buscan la belleza están aliados con la misión de la Iglesia». Una tarea que, lejos de recomendar como una estrategia de marketing para convencer a las personas alejadas de la fe, entiende como una imitación de Cristo. «En los Evangelios, Jesús no se impone. Establece una relación con las personas y son ellas mismas las que se transforman. Ese debe ser el estilo de la Iglesia y es lo que ha hecho Dios en el misterio de la Encarnación: hacerse uno con nosotros», sentencia.

Parroquias en salida

El diálogo entre fe y cultura impulsado por los dominicos ha sido una de las experiencias analizadas en la Escuela para una Iglesia en salida, una especie de laboratorio de ideas puesto en marcha este curso por la iglesia de San Millán y San Cayetano, situada junto al Rastro de Madrid, para fomentar una mayor implicación de la parroquia en el barrio. Según el párroco, Santos Urías, esta es la actitud que «permite invitar a personas no creyentes a la parroquia y tender puentes». «Cuando tú te conoces bien y hay una búsqueda de la verdad,  la otra persona es un motivo de enriquecimiento y no para encastillarme en mi postura», añade.

El último ejemplo estudiado ha sido el cuidado de personas enfermas y mayores que llevan a cabo en Madrid los salesianos de Atocha, que de este modo han reforzado su papel como una pieza clave del tejido social del vecindario.  «Lo que caracteriza al catolicismo es ser misionero porque busca la universalidad. Si la Iglesia tuvo una particularidad en los primeros tiempos, fue que estaba en salida y buscaba lugares de encuentro con otros», dice Urías.

Otra de las sesiones ha estado dedicada a la parroquia Nuestra Señora de las Angustias. Desde hace 16 años, esta comunidad cuenta con un amplio equipo de enlaces parroquiales. Los 400 feligreses que lo forman en la actualidad –en su mayoría mujeres– difunden en sus propios bloques de viviendas información sobre las actividades y servicios que ofrece la parroquia. Pero su papel más importante es ser los ojos, los oídos y las manos de la comunidad católica en cada número de cada calle del barrio. Visitando los pisos de puerta en puerta y ofreciéndose como puente con la Iglesia, conocen de primera mano las necesidades de sus vecinos, que luego transmiten a Cáritas, al equipo de visitadores de enfermos o al departamento parroquial que corresponda. Esto ha llevado a la parroquia a poner en marcha proyectos que los vecinos demandaban, como un centro de día para mayores o actividades para los niños por las tardes.

En su próxima sesión, la Escuela para una Iglesia en salida se centrará en el sentido hoy de una misión popular, charla para la cual el invitado será un misionero redentorista, que compartirá su testimonio el 21 de enero . Otro de los asuntos que se abordará próximamente es cómo desarrollar proyectos de educación de calle.