Hay una misión digital - Alfa y Omega

Hay una misión digital

«Si queremos llegar a los jóvenes, debemos entrar en el mundo digital», afirma el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, que ha participado en el Congreso El camino de la misión, organizado por la Pontificia Universidad Urbaniana para conmemorar el 50 aniversario del Decreto conciliar Ad gentes

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
«Gracias a las nuevas tecnologías podemos llegar a millones de cristianos, y de no cristianos. Creo cada vez más que son un regalo de Dios»

No hace mucho tiempo, el Papa Francisco ha visitado Filipinas. ¿Qué recuerdo ha dejado en su país? ¿Qué impresión le ha dejado usted el Papa? ¿Podría recordar algún detalle que le haya impactado más directamente?
El Papa visitó Filipinas en enero, y hasta ahora, después de estos meses, la gente todavía recuerda esta visita. Continuamos pensando en todo lo que nos dijo, y también en la huella que nos ha dejado él como persona. Cuando la gente recuerda la visita, ¡todavía se echa a llorar! Eso quiere decir que el Papa ha tocado lo más profundo de la gente, especialmente los pobres, los que están sufriendo, los que perdieron su casa después del terremoto y después del tifón.

Algo muy bonito que la gente recuerda es que el Papa llegó como una persona completamente normal. Él es el Supremo Pastor, pero llegó como una persona sencilla y normal. No solamente vino a enseñarnos, sino que él mismo también aprendió cosas de nosotros. Escuchó muchas historias de la gente; a veces sólo escuchaba, como un aprendiz, alguien que aprende de la sabiduría de otros. Es algo que continúa impactándonos.

El Papa está abriendo más todavía las fronteras de la atención de la Iglesia. ¿Cómo es la Iglesia en Asia? Más concretamente, ¿cómo es la familia asiática? ¿Qué valores puede ofrecer al resto de familias del mundo?
Los asiáticos, normalmente, no sólo somos muy familiares, sino que entendemos la familia como algo más extenso, como un clan. Creo que esto es una bendición, especialmente cuando vienen circunstancias de un gran sufrimiento, cuando hay guerras, desastres… Lo que sostiene a la gente es el amor de su familia. Haríamos cualquier cosa para sobrevivir por nuestra familia.

La Pontificia Universidad Urbaniana organiza este Congreso en el 50 aniversario del Decreto Ad gentes. ¿Qué ha cambiado en estos 50 años? ¿En qué podemos mejorar? ¿A dónde se dirige hoy la nueva evangelización?
La llamada a la misión continúa. Tenemos que seguir proclamando a Jesús con nuestro testimonio y con nuestras palabras, para formar comunidades cristianas. En estos cincuenta años, el mundo ha cambiado. Y, como ha cambiado, la forma de hacer misión también ha cambiado. La distancia entre la gente se ha acortado, todos estamos más cerca, gracias a los avances tecnológicos, al desarrollo de los medios de comunicación: muchas comunidades hoy, especialmente entre los jóvenes, son cibercomunidades. Al mismo tiempo, desafortunadamente, hay partes del mundo donde la misión es imposible. Hay nuevas formas de martirio, de las que tenemos noticia a través de la televisión o de Internet, pero también hay formas escondidas y silenciosas de restricción religiosa, que no se conocen.

Hay algunos grandes problemas, pero también grandes oportunidades. Por señalar algunas: hay muchos asiáticos que han emigrado por todo el mundo en busca del trabajo, y que por ello también enriquecen la vida de la Iglesia. Son de alguna manera misioneros inesperados. Gracias a ellos, se han levantado parroquias y vicariatos en Occidente y en Oriente Medio. La migración separa familias, pero también es una oportunidad misionera.

Otro ejemplo: las comunicaciones sociales. Pueden ser utilizadas contra la Iglesia, pero también pueden acortar las distancias. A veces no podemos enviar misioneros a algunas partes del mundo, pero gracias a los nuevos medios podemos llegar a los cristianos allí. Hay también una misión digital. Tenemos que abrir nuestras mentes: no mirar sólo los problemas, sino percibir las oportunidades también.

Usted está también muy presente en Internet y en las redes sociales. ¿Sirven para comunicar mejor a Cristo?
Para mi generación, todo esto ha sido un mundo nuevo. Al principio, me daba un poco de miedo, veía más los peligros… Pero me he dado cuenta de que las nuevas tecnologías pueden ser utilizadas para lo bueno y para lo malo. Creo cada vez más que son un regalo de Dios. Hay muchos países en Asia que no abren sus puertas a los misioneros, pero gracias a las nuevas tecnologías podemos llegar a millones de cristianos, y de no cristianos también. De alguna manera, la evangelización sigue adelante de este modo en estos lugares.

¿Cómo aprendió usted?

Yo aprendí poco a poco. Tengo un programa de televisión cada domingo; y cuentas en Twitter y en Facebook. En televisión, doy una pequeña catequesis, una oportunidad para reflexionar, y se puede ver en tres canales de televisión no confesionales. Una vez estaba en un aeropuerto en Dubai, tomándome un café, y el camarero que me atendía me dijo: ¿Es usted sacerdote? ¿Es usted filipino? Yo asentí, y se fue a unos compañeros y les dijo. Sí, es él… Era un grupo de filipinos que trabajaba en Dubai. Vinieron y me dijeron: Nuestro trabajo no nos permite ir a la Eucaristía cada domingo, pero vemos su programa de televisión, y cada día escuchamos la Palabra de Dios, su catequesis, sus historias… y eso nos hace sentirnos más cercanos a nuestras familias. Es una oportunidad de evangelizar a los que están lejos de nosotros, cristianos y no cristianos.

Para obispos y sacerdotes, las nuevas tecnologías pueden parecer algo nuevo y difícil, pero no es así para los jóvenes. Si queremos llegar a ellos, debemos entrar en su mundo. Los encuentros personales tienen lugar hoy también en el mundo digital.

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo / Luca Pandolfi (P. U. Urbaniana)