La mujer de los 150 viajes papales - Alfa y Omega

La mujer de los 150 viajes papales

Eva Fernández
Foto: Archivo personal de Valentina Alazraki

Francisco acaba de aterrizar de su viaje a los Emiratos Árabes. En su bitácora de ruta ya suman 27; en la de Valentina Alazraki, la corresponsal de Televisa en Italia y el Vaticano, todo un récord con el que ha entrado en la historia: 150. Será muy difícil que vuelva a darse un caso igual. Realizó 100 viajes con san Juan Pablo II, 23 con Benedicto XVI y todos los de Francisco. Cuando llegó como corresponsal de Televisa en 1974, apenas había cumplido los 20 años y desde entonces ha acompañado a cinco Papas. Fue la primera que acercó micrófono y cámara a un Pontífice con la audacia de quien no se permite tener venas flojas. En vísperas del primer viaje a México de Juan Pablo II, se le ocurrió esconderse tras unas macetas del Aula Pablo VI con un sombrero charro en la mano, mientras su cámara italiano la miraba aterrorizado por su osadía. En cuanto llegó el Papa, salió de su escondite ante las miradas consternadas del servicio de seguridad y del protocolo, pero contó con la sonrisa cómplice de Juan Pablo II. Fue el inicio de una intensa y profunda relación con el Papa santo. A partir de ahí, cada vez que la veía correr detrás de él en los viajes la llamaba «México, México». Tras su muerte, Valentina participó activamente en su causa de canonización y escribió un libro sobre el proceso que lo convirtió primero en beato y después en santo. Mejicana reeducada en Italia, a la única periodista que ha viajado 150 veces con los Papas nunca la escucharás hablar de sus éxitos. Se sitúa siempre un paso atrás, aunque ya se lo sepa todo, pero sigue escuchando e informando con el mismo entusiasmo de siempre. Recuerdo que nada más llegar a Roma un grupo de turistas mexicanos me preguntó si conocía a Valentina. Al decirles que sí, me pidieron hacerse fotos conmigo. El Papa Francisco siempre se dirige a ella cariñosamente como «la decana». En el regreso del viaje a Manila quiso darle una sorpresa. Aquel día Valentina celebraba una cifra redonda, como ha ocurrido ahora. Al final de la habitual rueda de prensa a bordo apareció una enorme tarta de cumpleaños con los colores del Vaticano y con una única vela que representaba el número cero: «Para mantener el secreto de la edad» –añadió con complicidad el Papa–. No contento con este detalle, él mismo comenzó a entonar el Cumpleaños feliz. Por eso todos sabíamos que Francisco tampoco se iba a olvidar de ella al regreso de Abu Dabi. Al igual que en el día de su cumpleaños, Valentina se quedó sin palabras ante el nuevo gesto de cariño de Francisco. A 30.000 pies de altura, aquel aplauso vibrante y rotundo a petición de Francisco se convirtió en el mejor de los homenajes por tantas horas de trabajo al servicio de los Papas.