La festividad de san Pablo VI se celebrará el 29 de mayo - Alfa y Omega

La festividad de san Pablo VI se celebrará el 29 de mayo

Redacción
Foto: Vatican News

«Considerando la santidad de vida de este Sumo Pontífice, testimoniada por sus obras y palabras, teniendo en cuenta la gran influencia ejercida por su ministerio apostólico para la Iglesia diseminada por toda la tierra, el Santo Padre Francisco, acogiendo las peticiones y los deseos del Pueblo de Dios, ha dispuesto que la celebración de san Pablo VI, papa, se inscriba en el Calendario Romano General, el 29 de mayo, con el grado de memoria libre». Así lo recoge el decreto publicado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el 25 de enero de 2019 pero dado a conocer este miércoles 6 de febrero.

Según ha explicado el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, se ha seleccionado el 29 de mayo para celebrar la festividad de san Pablo VI por ser el día del aniversario de su ordenación sacerdotal —sucedida en 1920—, y no el 6 de agosto —día de su nacimiento para el cielo— al coincidir con la fiesta de la Transfiguración del Señor.

El cuidado de tu Iglesia

También se han hecho públicos los textos que se insertarán en los libros litúrgicos. Esta será, por ejemplo, la oración colecta que se incluirá en el misal: Señor, «has encomendado el cuidado de tu Iglesia al papa san Pablo, apóstol valiente del Evangelio de tu Hijo. Haz que, iluminados por sus enseñanzas, podamos cooperar contigo para difundir en el mundo la civilización del amor».

En esta oración, ha explicado el cardenal Sarah, se resumen las características principales de su pontificado y de su enseñanza: una Iglesia, que pertenece al Señor (Ecclesiam suam), dedicada al anuncio del Evangelio, como recordó en la Evangelii nuntiandi, llamada a testimoniar que Dios es amor.

Por otro lado, la Congregación para el Culto Divino ha establecido como lectura para el Oficio de lecturas algunos párrafos de la homilía que pronunció Pablo VI en la última sesión pública del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1965, sintetizado en el tema: Para conocer a Dios necesitamos conocer al hombre.