Pizza casera al vino de los monjes del Instituto del Verbo Encarnado de El Pueyo - Alfa y Omega

Pizza casera al vino de los monjes del Instituto del Verbo Encarnado de El Pueyo

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Monjes del Monasterio de El Pueyo

La montaña de Dios: así llaman desde hace casi nueve siglos los habitantes del Somontano, a los pies del Pirineo aragonés, al majestuoso enclave de El Pueyo, un peñón de roca caliza que domina toda la comarca y preside desde la altura la ciudad de Barbastro. Dicen que su nombre procede del latín podium, o del griego podion, vocablos con los que designar la impresionante figura que se yergue solitaria y rodeada de llanuras.

Cuenta la tradición que un pastor de vigorosa presencia llamado Balandrán recibió en este lugar la visita de la Virgen María, pidiéndole que se levantara en lo alto de la montaña un santuario. Corría el año 1101, un año después de que Barbastro fuera rescatada de manos sarracenas, y enseguida se levantó allí una ermita que con el tiempo evolucionó hacia un templo primero de tipo románico y luego gótico, que fue remodelado con ampliaciones y restauraciones sucesivas hasta alcanzar su imagen actual.

El primer documento histórico acerca de El Pueyo es un decreto de Jaime I el Conquistador, que en 1251 decreta que en este lugar haya siempre un capellán. Desde entonces, ha sido numerosa y fecunda la presencia religiosa en este sitio privilegiado y orientado a la contemplación y al retiro. Desde sus 603 metros de altitud sobre el nivel del mar, El Pueyo ha visto pasar a lo largo de los siglos diversas comunidades religiosas. También ha sido testigo del odio a la fe con el que fueron martirizados los benedictinos en los años 30.

Los monjes que integran la comunidad del IVE en El Pueyo. Foto: Monjes del Monasterio de El Pueyo

Hoy habitan este monasterio los monjes del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), una familia religiosa dedicada a «la evangelización de la cultura, para llevar el Evangelio a todas las realidades del hombre», explican a Alfa y Omega. Quienes viven allí pertenecen a la rama contemplativa del IVE, dedicada a «la oración y la penitencia, para sostener la obra misionera de esta familia».

La comunidad está conformada por cinco sacerdotes, cinco estudiantes de Teología, un hermano y un novicio, y disfruta de una gran diversidad cultural: España, Filipinas, Argentina, Italia, Ucrania, Estados Unidos, Colombia, México y Brasil. «Vivir aquí es un verdadero Pentecostés», explican alegres, añadiendo que en los próximos meses se unirán a la comunidad otros dos hermanos de Paraguay, un argentino y dos brasileños.

Su día a día comienza a las 5:00 horas, con el oficio de lectura, la adoración y la Santa Misa, y el resto del día se dedica a la formación y el estudio, la oración personal y comunitaria, y los trabajos que exige la vida en común, hasta que a las 22:00 horas llega el Gran Silencio. «Tenemos deporte comunitario una vez por semana. Y una salida a caminar los domingos», explican. Con todo, la jornada habitual de los monjes se desarrolla en silencio, que en lo alto de este enclave, tan lejos y tan cerca del resto de la humanidad.

Pinche aquí para descargar la receta en PDF

Pinche aquí para ver todas las recetas de Entre pucheros también anda el Señor

Pizza casera al vino

Ingredientes

De la masa

  • Un kg de harina (para tres pizzas)
  • 500 ml de agua tibia
  • De 10 a 15 g de levadura
  • De 15 a 25 g de sal
  • De cuatro a cinco cucharadas grandes de aceite de oliva

De la salsa

  • Una cucharada de aceite
  • Cinco dientes de ajo picados
  • Una lata (200 g) de tomates al natural
  • 80 ml de vino tinto
  • Dos cucharaditas de orégano
  • Una cucharadita de sal
  • 1 cucharada de azúcar

Preparación

De la masa

Mezclar los ingredientes en un recipiente grande (la levadura se puede echar en el agua antes). Dejar leudar por dos o tres horas. Dividir la masa en tres bollos (cada uno será una pizza). Dejar leudar tres o cuatro horas.

De la salsa

Calentar el aceite en una cacerola y luego añadir el ajo picado a fuego medio-bajo por dos o tres minutos. Añadir los tomates al natural y el vino, y revolver bien. Incorporar los demás ingredientes y dejar hervir. Bajar el fuego, tapar la cacerola y dejar hervir por 25 o 30 minutos, revolviendo cada pocos minutos.

Cuando están listas la masa y la salsa, se estira la masa (cruda) a tamaño deseado y se unta la salsa en toda la masa.

Cocinar en el horno a 150º por diez minutos. Se puede añadir cualquier ingrediente que se desee.